Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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9 de abril de 2012

Acción y consecuencia

Era el día pactado. Faltaban solo cinco minutos. La esquina estaba atestada de gente. Así y todo, confiaba identificarlo sin problemas. Por las dudas metió la mano en el bolsillo de la campera y extrajo una vez más el papel: "Voy con un suéter amarillo y pantalones ocre, es probable que lleve puesto un gorro de lana azul".
Había impreso el correo electrónico, porque su memoria solía traicionarlo. Miraba con atención hacia ambos lados de la avenida y de vez en cuando, la arteria que la cruzaba. Ningún suéter amarillo en el horizonte.
¿Cuándo era que se habían contactado? ¿Dos meses atrás? ¿Tres quizá? No lo recordaba. Su maldita memoria. Pero si tenía claro el propósito. De eso no podía olvidarse.
Nunca había sospechado que inscribirse en aquel foro le depararía tanta alegría futura. Porque en el lapso desde entonces no solo lo había conocido a él, sino a otras personas, todas con similares formas de pensar.
A sus pies tenía la caja que tanto le había costado transportar en colectivo. Había sufrido en cada frenada, con cada persona que se tropezaba con la caja... más de una vez cerró los ojos, temiendo escuchar ese sonido que era equivalente a la destrucción de lo que había dentro y al mismo tiempo, al fin de todos los planes, al fracaso de tanto tiempo de trabajo.
Él también llegaría con una caja. Con dos sería mucho más fácil, habían coincidido. En otras partes del país otras personas obraban de la misma manera. En pocos minutos más, ellos, ilustres desconocidos, se harían conocer. Con suerte, aparecerían en las noticias. Y si así era, podrían crear algún tipo de conciencia.
Al fin lo divisó entre la muchedumbre. El suéter amarillo se aproximó hasta fundirse en un abrazo.
Traía la caja consigo. Los ojos se cruzaron con la complicidad de lo predestinado. Sabían que tras abrir esas cajas, ya nada sería lo mismo. Sus vidas dependían de ese simple acto. La vida de otros se valían de ese instante. Pensaron en aquellos que aguardaban el momento exacto, en otros lugares. Observaron sus relojes y respiraron profundo, casi al unísono.
- Es la hora - dijo el que esperaba.
- Entonces, adelante... - sentenció el de suéter amarillo.
Las manos se movieron casi en cámara lenta, buscaron la faja de cinta y con fuerza en sus dedos, la arrancaron con violencia. Las tapas cedieron con el sonido del rasguido de la cinta. Y luego, finalmente, se abrieron en par en par.
El mundo de gente alrededor no supo cuándo pasó todo, ni siquiera lo intuyó. Ocurrió a tal velocidad, que muchos se quedaron quietos en medio de la calle. Los hombres sacaron sendas pistolas y apuntaron a la gente, al grito de "¡esto es un asalto a cielo abierto, con la única premisa de recaudar dinero para comedores infantiles!".
De inmediato, y sin dejar de apuntar, sacaron de las cajas enormes frascos de vidrio, con una ranura en las tapas metálicas. Tan solo decía "introduzca su dinero aquí".
- ¡Vamos, que no tenemos todo el día! - gritó el de suéter amarillo - Somos ladrones motivados por una causa, a cara descubierta, ni siquiera las armas son reales, así que no teman. Los único que les pedimos es que se dejen ser asaltados por tipos honestos.
- Todos los días los roban sus gobernantes, sus patrones, los comercios... hoy los robamos nosotros, pero con una causa. Las armas son simbólicas, el objetivo no. Vamos, dejen sus prejuicios de lado y siéntase por primera vez robados por una causa honorable.
Con felicidad vieron como la gente se acercaba sonriendo, para colaborar. Incluso un policía de uniforme dejó un billete y les aconsejó cómo sostener mejor las armas para dar una mejor imagen.
Se sentían felices. El crimen era todo un éxito.

9 comentarios:

Camilo dijo...

Impactante. Pero es un llamado a la conciencia. Ahora me pregunto, que tan honestos eran como para creerles?

SIL dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Con tinta violeta dijo...

Muy divertido y con buen trasfondo social. Muy cierto, nos roban todos los días y nos sentimos impotentes...al menos esta reivindicación era justa...
En realidad por las buenas causas la gente colabora, lo digo por experiencia como voluntaria.
Besos!

mariarosa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
mariarosa dijo...

¡¡Muy bueno!!

Mientras leía, pensaba, qué se traerán en manos estos dos. Ni lo imaginé: excelente.

mariarosa

SIL dijo...

Amo visceralmente a Robin Hood y sus aventuras de Sherwood.
Quizás transmigró en estos dos exóticos ladrones.


Buenísimo.

Un abrazo inmenso


PD: gracias por la corrección, Netito, sabés que es muy importante para mí,
nos conocemos bien ;)




SIL

Netomancia dijo...

Gracias por la lectura! Es un placer escribir para ustedes, queridos lectores.

Felipe R. Avila dijo...

Lo que uno espera es que -ya que erasn ladrones de mentiritas- el dinero puesto no fuera de igual calaña!

Excelente como siempre,querido Neto, déjese de aburrirnos con su talento, escriba algo malo para variar, así podemos criticarlo,che!

Juan Esteban Bassagaisteguy dijo...

¡Muy bueno!
Suspenso con final feliz.
Me gustó mucho.
Saludos.