La encontró debajo de viejas valijas, en el sótano de una casa que iba a ser demolida. Deshabitada, perdida en el tiempo. Con algo de antiguo mobiliario, echado a perder. Se la puso en el bolsillo antes de echarse a dormir en el sofá cubierto de tierra. Era una suerte haberla encontrado.
Afuera las máquinas se pusieron en marcha. Las primeras paredes cayeron cuando comenzaba a dormitarse. Estaba tranquilo. Ahora tenía con qué pagarle al barquero.
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