Querida
Sofía:
El dolor
intrínseco de mi alma se define con tu ausencia. El adiós fue sin palabras, tu
mirada vacía provocó que no hiciesen falta. Evoco hoy el momento, la luna
cayendo sobre tu espaldas, de pie frente al gélido espectáculo de la mansión de
tus padres, vos esquivando el momento, tratando de ser exigua ante un ser que
te miraba sin entenderte, que por más que encontrara una explicación sentía que
caía en un abismo sin fondo.
Ese ser hoy
te escribe, aún con la daga penetrando en la carne, atravesando el corazón.
Aquellas palabras que nunca dijiste, que desde entonces intento ordenar en mi
mente a fuerza de imaginación, pretendo decirlas en este papel, con las últimas
fuerzas que me quedan en esta agonizante existencia, cuyas horas finales estoy
viviendo tras tu sentencia de muerte en contra de mi alma, que dictaminaste
indiferente, sin pruebas en mi contra, sin más que tu capricho y rebeldía.
Sofía, que
ya no eres mía; Sofía, a quién supe amar hasta el desmayo; Sofía, a ti te digo,
que ya no me importas. Verte de pie, delante de mí, sin poder articular la voz,
con miedo a confrontar una decisión sopesada en secreto, me llevó a una
conclusión tan dura como cruel, pues en ti había puesto mi vida. Y esa
conclusión es que solo te amas a ti misma, que eres incapaz de querer a otra
persona.
Agradezco
entonces que nuestros caminos se bifurquen, le confiaré a la vida una segunda
oportunidad, al amor le abriré otra puerta y a la esperanza le encenderé una
vela. En tanto a vos, solo deseo que puedas ser feliz. Quizá en la soledad,
frente a tu espejo, te veas algún día tal cual eres, dueña absoluta del egoísmo
y el desencanto.
No
obstante, Sofía, debo confesarte una cosa: si cambias de opinión con respecto a
mi, estaré siempre dispuesto a escucharte. Porque puedo estar ofendido,
dolorido y sentirme al borde de una cornisa, sin embargo, ni siquiera el peor
de tus actos, la herida que abriste en mi alma, ni el futuro hecho trizas,
podrá quitarme jamás de mi mente, tu imagen bella y radiante que me enamoró una
vez y que lo volvería hacer, con seguridad, cuando te lo propongas.
Soy esclavo
de nuestro amor, por más que ahora esté huyendo. Quizá lo hago para que me
extrañes o porque no tengo otra forma de esconderme ante el fracaso. Lo cierto
es que si me dan a elegir entre mil amores nuevos y un sufrimiento eterno, me
quedo con éste último, porque es el único que te incluye.
Mi amor, Sofía, es un amor con todas las letras.
Walter.
Estimado Walter:
Me parece que por momentos se da cuenta y por momentos no. ¿De qué? De que lo he mandado a cagar. Por favor, ya no me escriba,
Sofía.
Querida Sofía:
Has logrado que mi amor, que era con todas las letras, pierda las que componen la palabra de aquello que me has roto: corazón.
Es p×× es× que y× ×× me qued×× dud×s, mi suf×imie×t× es t×t×l. L×s p×××s espe×××××s que gu××d×b× ×llí, e× l× más ×e×ó×dit× de mi ×lm×, se h×× vist× humill×d×s y l× ll×m× que ×llí se es×××dí×, h× des×p××e×id× p××× siemp×e.
P×× más que me h×y×s m××d×d× d××de me m××d×ste, ××mpie×d×
ese ××g××× que l×tí× p×× v×s, te dig×: p×× siemp×e tuy×.
Espe×× ×lgú× dí× el desti×× ××s p××g× e× el mism× ××mi×× y e×t×××es, ×××× × ××××,
p×d×m×s ×eflexi×××× s×b×e este m×me×t× y di×t×mi×××, si h× sid× l× ××××e×t×. Y
de se× p×sible, ×e×upe××× es×s seis let××s que me h×s quit×d×.W¬lte¬.
2 comentarios:
Interesante final, lo de amor con todas las letras, que resulta literal.
El detalle es que la primera carta es demasiado acusadora para tener alguna esperanza.
En general, es muy difícil asumir cuando a un@ lo mandar a cagar sin usar palabras.
Otro abrazo, Netito.
SIL
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