Nunca le había sucedido, jamás se había quedado dormido y faltado al trabajo. No sabía que significaba eso, así que estaba desesperado en el baño, limpiándose los dientes casi al mismo tiempo que se colocaba la corbata.
Miró la hora en el celular, pero recordó que justamente esa era la razón por la que se había quedado dormigo: el aparato se había quedado sin batería. La pantalla negra fue como una carcajada en la cara. ¡Maldición!, le gritó a nadie.
Terminó de asearse. Tampoco tenía la posibilidad de llamar al trabajo y avisar que iba retrasado. Era importante tener un teléfono fijo, cuántas veces se lo había dicho su madre. Eso de confiar todo a una carcaza de plástico rellena de circuitos no era una idea segura. Pero ahora era irremediable, de nada le servían los reproches que se hacía.
Buscó su maletín, ordenó rápidamente los papeles que tenía sobre la mesa y volvió a la habitación tras darse cuenta que había olvidado su billetera. Se miró por última vez en el espejo, con el fin de asegurarse que al menos salía a la calle vestido.
Cerró la puerta con llave y llamó al ascensor. Oprimió varias veces el botón, pero la luz que debía encenderse, no lo hizo. ¡Justo ese día tenía que averiarse!, pensó ofuscado.
Bajó por las escaleras, cuidando de no pisar mal con el apuro. Los siete pisos lo agitaron. Llegó a la puerta de planta baja casi con la lengua afuera. Abrió atolondradamente y salió a la calle.
Caminó apurado, en dirección a la esquina de la cuadra siguiente, donde había un estacionamiento de taxis. No podía darse el lujo de ahorrar e ir en colectivo de línea. Estaba atrasado en... no podía calcularlo, no sabía la hora.
Reparó entonces en preguntarle la hora a alguien... al mirar a su alrededor, se sobresaltó. No podía ser cierto. Se detuvo, observó hacia un lado de la calle y al otro. No había nadie. Ni siquiera coches. Había hecho media cuadra y no se había percatado. Ahora aquello, no solo le llamaba la atención, sino que lo atemorizaba.
Caminó unas calles más, observando siempre el mismo paisaje. Hasta los edificios y las fachadas parecían desgastadas por el tiempo. En algunas partes, los yuyos crecían entre las baldosas de la vereda. Tampoco había pájaros surcando el cielo ni perros callejeros vagabundeando en la basura. Ni siquiera había basura.
Pasó por delante de un supermercado. La puerta estaba abierta, pero dentro no había nadie. Las góndolas estaban llenas, pero algunos alimentos parecían a la vista en mal estado. Sin embargo, no había olor a podrido ni nada que se le asemejara. Como si, en el caso de haberse vencido, eso hubiese ocurrido mucho tiempo atrás...
Aquella idea lo hizo retroceder. El pánico quería ganar terreno en su cabeza, pero se tranquilizó diciéndose que tan solo era un mal sueño. No podía ser otra cosa, claro que no, dónde acaso podrían estar todos en ese momento...
En la vereda un puesto de revistas parecía vacío, a no ser por un solo ejemplar de un diario, conservado en el escaparate dentro de un nylon. La fecha estaba mal, aún faltaban quince años para...
No. Se dijo que no podía ser. No pudo haberse quedado dormido tanto tiempo, se hubiese acumulado polvo, su madre tendría que haber llamado, el dueño del edificio lo tendría que haber desalojado, en el trabajo, a el que justamente nunca llegaba tarde, deberían haberlo contactado... no, algo estaba mal.
Notó entonces que no había brisa. El aire estaba estático. Sacó el diario del nylon y con la hoja de la portada, se cortó la mano. Sabía lo doloroso que era cortarse con papel, pero aquel tajo y el ardor que sintió en forma instatánea le ratificó que aquello no era parte de un sueño.
¿Qué era? Su destino quizá, aunque no le agradaba. ¿Habría sobrevivido a todos? ¿Y en ese caso, de qué? Pero... ¿y los vehículos? Miles de preguntas iban surgiendo a medida que daba un nuevo paso y notaba otro detalle en el que antes no había reparado.
La soledad que lo rodeaba era inmensa y el apuro que tenía minutos antes, ya no tenía razón de ser. En lo único que pensó durante los siguientes cinco días, antes de quitarse la vida, fue que realmente se había quedado dormido mucho, pero mucho tiempo.
La Gardenia.
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Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 20 horas.
11 comentarios:
No se si quiero creer que en verdad durmió quince años. Preferiría tal vez dejar como un misterio la causa de todo. Una muy buena historia.
http://idasueltas.blogspot.com/
El relato salta de lo cotidiano a lo misterioso vertiginosamente.
LA sorpresa y el pánico que invaden al protagonista me hizo acordar a los respingos del Dr. Emmett Brown de las inolvidables Volver...
Abrazo inmenso, Netuzz
SIL
Genial, genial, genial!!!
Me encanta este estilo Neto...
Envíalo por ahí a pasear...es un premio seguro!
Besos!!!!
Un cuentito para gente que no tiene problemas de sueño, jajajaja, me gusta, el final es una bomba disimulada.
J&R
Pero mi amigo, ¿para qué quitarse la vida?
¿No era mejor hacer como el protagonista de ese filme de los años ochenta "La Tierra Quieta" que se daba el gusto de conducir una locomotora y aullar como un niño descontrolado?
¿No era mejor hacer como ese otro protagonista, el de la novela "La Tierra Permanece" que usaba una hojita de afeitar distinta cada día,nunca la repetía, porque tenía millones nuevas y para prevenir alguna una infección?
¿No era mejor emprender por fin una nueva vida de investigador aventurero-lejos de ese trabajo rutinario al que nunca faltaba- y marchar a conocer el mundo, inclusive, a ver si otro/a habia sobrevivido también?
Podríamos seguir un rato pero dejo esto:
Es excelente el cuento, incluso el final.
¡Pero es horrible el personaje derrotista que inventaste,amigazo!
jojojojo
Felipe (el esclavo de la C.F.)
Buenísimo el relato, Neto, aunque a mí el final también me dejó sentimientos encontrados. :D
Saludos!
Él, que nunca se había quedado dormido, se durmió por años.
Original relato Neto. Aplausos a tu imaginación.
mariarosa
Don Camilo, interprete a gusto que es lo lindo de la Literatura!!! Muchas gracias! Un abrazo!
Doña Sil, quizá hasta esperó en vano ver aparecer el DeLorean... Gracias! Saludos!
Doña Tinta, no se emocione jaja. Muchas gracias por pasar, saludos!
Don y Doña J&R, por las dudas, hay que poner el despertador no vaya a ser cosa que... ja, saludos!!!!
Don Felipe, el derrotismo es más fácil, ahorra muchos capítulos jajaja. Buen compendio de tramas de gente solitaria. Recuerdo otras. Qué paz habría, no? Ja. Un abrazo!
Don Calavera, ya lo veo marchando junto a Felipe pidiendo por la resucitación del personaje jaj. Un abrazo!
Doña Mariarosa, está basado en hechos reales. En decir, no tanto así, pero sobre alguien que por el contrario del personaje, se quedaba dormido siempre ja. Saludos!
yo que vos le escribiria una continuidad, es decir:está biwen, se mata a los cinco días pero que pasó esos días?
Y...¿esos días tenían 24 horas?
jejeje
¿Ya te veo entusiasmado, escribiendo?
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