La noche, solitaria amiga de horas largas y poco entusiastas. El teléfono, un cruel sonido portador de trabajo. Pero ambos complementos eran su mundo diario, su responsabilidad con la sociedad. Así se ganaba la vida, atendiendo una línea en una oficina del centro, respondiendo consultas en el horario nocturno.
A partir de la medianoche quedaba solo. Cuando el último compañero se retiraba, apagaba las luces. La ténue luz del monitor era la fuente lumínica en el recinto, creando un ambiente sombrio pero acogedor. Una cueva moderna, sin el fuego crepitando en el centro, pero con la computadora como núcleo.
Colocaba la música que le gustaba, abría algunos libros en la pantalla (agradeciendo la tecnología del escaneado) y dejaba que los minutos transcurrieran, entorpecidos de vez en cuando por el sonido estrindente del teléfono y la consulta de una voz ajena a su vida.
Aquella madrugada, sin embargo, todo fue distinto y repentino.
Empezó con ese ruido tan familiar y su mano yendo a levantar el tubo.
Prosiguió con su presentación de rutina, dando el nombre y sector, para confirmarle al del otro lado que había marcado el lugar correcto. O no.
- Hola, habla Damián...
Pero en aquella madrugada, con la luna menguante espiando por la ventana, la voz del otro lado no permitió que concluyera.
- ¡Auxilio! ¡Por favor, ayúdeme!
Damián se sobresaltó. Aquellas palabras habían sido un chillido. Era una mujer. Se le erizó la piel de los brazos. Sentía el miedo que abrigaba esas dos frases, la desesperación en cada pulsación de su cuerpo.
- ¡Por favor, ayúdeme! - dijo la voz de inmediato, en medio del llanto.
No estaba preparado para eso. No lo estaba. Apenas si podía orientar sobre algo puntual de su trabajo, pero aquello iba más allá. Pero no podía cortar la llamada. ¿Cómo podía hacerlo?
- Señora - dijo al fin, juntando valor - dígame que le pasa, en que puedo ayudarla.
Intentó no demostrar nerviosismo. Su mano temblaba, aferrando el plástico. Tenía mil preguntas para hacer. ¿Por qué ese número? ¿Por qué en ese horario? ¿Por qué a el?.
- No se dónde estoy, alguien me secuestró en la calle, cuando volvía a casa de la facultad. ¡Por favor, ayúdeme!
- Intentá calmarte - el hecho que fuera a la facultad le hizo pensar en alguien joven y comenzó a tutearla sin darse cuenta - Decime cómo es el lugar donde estás.
- Está oscuro, muy oscuro. ¡Tengo miedo!
- No grites, pueden oírte.
- No... no lo creo, me pareció sentir el ruido de una puerta y un auto que arrancaba.
- Bien, buscá ir tanteando las paredes, hasta dar con una puerta o ventana, algo... decime, cómo te llamás.
- Inés, me llamo Inés. Estoy contra la pared, avanzando, hasta ahora...
Damián escuchó un golpe y gemidos. Durante algunos segundos, no escuchó nada más. Pensó que algo le había pasado a la chica y la comunicación se había perdido. No tenía identificador de ID en su teléfono, por lo que no tenía forma de restablecer...
- ¡Hola!¡Hola! - dijo la chica llorando.
- Si Inés, acá estoy, ¿que pasó?
- Me caí, tropecé con algo, no se... no encontraba el celular... ¡tengo miedo!
- Bueno, bueno - quería calmarla, por más difícil que fuera - Vamos, tenés que seguir buscando.
- Si, otra vez estoy avanzando.
- Por suerte la persona que te atrapó te dejó el celular.
- Oh no, el mío me lo sacó. Este lo encontré en el suelo, aquí, en medio de la oscuridad. Está dañada la pantalla, no se ilumina. Por suerte apreté botones y me comunicó con vos. Estabas en la lista de contacto parece.
Damián quedó pensativo. ¿El teléfono de algún cliente quizá?
- Inés, decime...
- Ay, mi pie pateó algo. ¡Por Dios!
- ¿Qué? ¿Inés que pateaste?
- Creo...
La chica no hablaba. A Damián los segundos le parecían horas.
- ¿Inés, que pateaste?
Nada. A lo lejos, la respiración de la mujer.
Estaba a punto de preguntar por tercera vez cuando el grito le aturdió el oído.
Se asustó, claro que si. Pero aún más por no tener ojos del otro lado. Suponía que ahora Inés si, que ahora estaba siendo testigo de algo terrible, indecible...
- ¡Inés, escuchame! Decime que ves, que encontraste.
El llanto como respuesta. De momento, solo el llanto.
Luego volvió a escuchar la voz, quebrada por el dolor.
- Oh Dios, encontré la llave de la luz. Ya la he vuelto a apagar. Vi... al menos seis cuerpos de mujeres desparramados en la habitación. Por Dios... - las lágrimas apagaron su voz.
En la oficina en penumbras, Damián tragó saliva. Tenía que llamar a la policía, debía hacerlo sin perder más tiempo, dejaría la comunicación activa para que rastrearan el llamado, por lo que debería usar otro teléfono y...
Algo estaba mal. Por supuesto, se decía mentalmente, todo aquello estaba mal. Pero...
Miró por la ventana y la luna parecía sonreírle. Esa imagen le provocó un escalofrío más punzante incluso que el grito de Inés.
- Inés, una pregunta. Por casualidad, cuando encendiste la luz. Viste como era el celular que estás usando. ¿Acaso era rosa con una calcomanía de Hello Kitty en una punta?
El silencio, ahora repentino. La voz, tomándolo del cuello.
- Si... ¿cómo sabes?
- Mi hermana tiene este número en el primer marcado automático de su celular. Inés, debemos ser fuertes y tener fe. Voy a llamar a la policía ¿si? Debemos ser fuertes Inés. No te preocupes si la llamada se corta. Ahora se cuál es el número al que debo llamar.
La Gardenia.
-
Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 17 horas.
10 comentarios:
Aterrador. Excelente relato. Lo leí dos veces para encontrar mas y mas entrelíneas, mas que nada al final. Cinematográfico
Muy bueno
Es terrible.
Espectacular y terrible.
La imagen de la sonrisa en la luna es escalofriante.
Y el final: great.
Abrazo inmenso, Netito
SIL
realmente, esto es cine de terror del bueno, de esos q te hacen meterte bajo la frazada y no querés asomar ni un pelo!!!
Me gustó sobre todo el paso de la situación cotidiana, al terror que se percibe del otro lado del hilo. De pronto te ves sumergido en un vacío desconocido. El final: de cine como apunta Diego...Felicidades...otro éxito seguro.
Besos!
¡¡Impresionante!!
De terror. Al menos el final deja una luz de esperanza...
Felicitaciones Neto.
mariarosa
Excelente la fomra como usa el lenguaje para generar tanto realismo; casi me sentía en la misma habitación de Inés o experimentando los mismos escalofríos de Damián. Muy bueno.
http://idasueltas.blogspot.com/
Pablo, muchas gracias por la dedicación de tiempo al relato. Salió lindo, es cierto. Un abrazo.
Doña Sil, muchas gracias. La imagen de la luna era necesaria, era la señal de lo sobrenatural, de que algo había pasado. Saludos!
Don Diego, salga, vamos, salga de ahí abajo! Gracias amigo, un abrazo!
Doña Tinta, gracias! Un vacío debajo de nuestros pies, como que temblara todo lo conocido. Saludos!
Doña Mariarosa, chas gracias! Esperanza para la pobre chica, si. Pero el pobre flaco... que fea noticia que tuvo. Saludos!
Don Camilo, se agradecen sus palabras. Si se transmite eso, la misión está lograda. Un abrazo.
nada mejor que empezar el jueves con la adrenalina bien arriba, gracias¡¡¡
Excelente relato, Neto!! Está buenísimo, y ese final te quedó brutal!! :O
Saludos! ;D
Nooooooooooooooooooooo, no lo podés cortar así sos un traidorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, quiero mas jajajajajaj terrible, escalofriante, magnífico, que público mas impiadoso tenés jajajajaj!!!
Te felicito Neto, otra vez me tuviste atrapada hasta el final :)
=) HUMO
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