Si Enrique toleraba aún a Joaquín, era porque la banda necesitaba un buen saxofonista. Joaquín lo sabía y por ello no modificaba en nada su carácter molesto y negativo.
El último altercado se había producido en un bar en las afueras de la ciudad. Habían ido por unas cervezas, para celebrar una buena actuación en el anfiteatro municipal. Los dos sonidistas y Juan, el guitarrista, se toparon en la puerta con cinco chicas, que al reconocer al melenudo de la guitarra roja, le pedían a gritos un autógrafo.
Fue Joaquín el que se levantó de la mesa en la que el resto del equipo y músicos aguardaban que llegara la segunda ronda de vasos y empujó a las jóvenes. Y Enrique el que se arrojó encima de éste, para alejarlo de las mujeres y propinarle un golpe de puño.
Las chicas salieron corriendo y Juan, sorprendido por la actitud de Joaquín, atinó a nada. La escena mostraba al saxofonista en el suelo y a Enrique de pie, incitándolo a levantarse para golpearlo de nuevo.
La intervención de los demás evitó que la situación se descontrolara. Lo atribuyeron al alcohol y la disputa quedó atrás, sin embargo las miradas ásperas de cada día se intensificaron más a partir de aquel hecho.
Hubo dos presentaciones en clubes de localidades de los alrededores en los que ninguno de los dos se miraron en toda la noche. Enrique concentrado en su bajo y Joaquín en el saxo.
El clima estaba raro y el resto de la banda lo sabía. Por más que quisieran desviar la atención, la disputa era una espina clavada e ignorarlo era un error.
La noche del show que marcó la ruptura de la agrupación, Enrique llegó con la remera empapada en sangre. No le dirigió la palabra a nadie. Se colocó en un rincón de la sala que tenían para cambiarse y se concentró en afinar su instrumento.
Faltando quince minutos para el comienzo, Alejandro, el baterista, anunció que no podía ubicar a Joaquín. Otro de los integrantes tomó su teléfono y probó de llamarlo. Esperó pacientemente con el celular en la oreja, pero desistió luego de varios intentos.
Juan le preguntó a Enrique, si sabía algo.
- ¿Por qué tendría que saber algo? - contestó de mala forma y con una voz ronca.
El organizador del espectáculo ingresó a la habitación informando que era hora de salir. Los músicos se miraron, esperando que alguien tomara una decisión. Les faltaba el saxofonista, era imposible que pudieran tocar.
Llamaron al organizador y plantearon la situación. Enrique en todo momento se mostró ajeno al diálogo. Hubo discusiones e incluso amenazas de parte del empresario. Desde el lugar donde estaban podían escucharse los gritos de los fanáticos, que con el paso de los minutos se transformaron en abucheos.
El show no se hizo. La banda se negó a tocar. El organizador del evento los echó del lugar. Hubo empujones en el callejón lindante, donde un patrullero policial aguardaba con las luces encendidas.
- Lo único que nos falta - dijo malhumorado Juan al oficial policial que los esperaba apoyado en el vehículo - ¿Qué quieren?
- Joaquín Greiba, es parte de esta banda ¿cierto?
- Si... - contestó dubitativo Alejandro - No apareció a tocar, por eso no se hizo el show. ¿Le ha pasado algo?
- Está detenido en estos momentos en la comisaría. Necesitaría que alguno de ustedes me acompañe. Lo encontramos con un cuchillo en la mano y un cuerpo mutilado a sus pies. Tenemos una identificación no firme de la víctima y él no quiere declarar.
- ¿Mató a alguien? Enrique, escuchaste... - Juan lo buscó con la vista, pero ya no estaba en el callejón.
El policía lo miró fijo.
- Enrique es el nombre de la víctima, al menos eso creemos, tiene tatuado el nombre en el brazo. ¿A qué Enrique se refiere usted? - le preguntó el oficial.
Los integrantes de la banda quedaron congelados. Enrique tenía tatuado el nombre en su brazo, pero Enrique había estado con ellos...
Miraron alrededor y solo eran ellos y el equipo técnico. Juan buscó apoyarse también en el coche. El sonido de un bajo llegó claramente a oídos de todos, incluso del policía y dos cuervos cruzaron volando por encima de sus cabezas.
El sonido cesó, pero una corriente de aire helada los envolvió de pies a cabeza. La radio del policía emitió un sonido de estática, seguido de una voz.
- Oficial Martínez, si ha conseguido contactar al resto de la banda, regrese de inmediato. El detenido ha sido encontrado muerto en la sala de interrogatorios. Alguien lo ha asfixiado con lo que parece ser, una cuerda de guitarra o algo parecido.
Nadie habló. El silencio recorrió el callejón y se meció en la oscuridad, como riéndose del terror que lo inexplicable puede generar en el ser humano.
La Gardenia.
-
Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 4 horas.
11 comentarios:
Ahhh ... que me la cambiaste lindo al final, che.
Relato con violencia, sangre, terror, cuervos, silencio que ríe... y hasta música de fondo!
Este párrafo es colosal:
// El sonido de un bajo llegó claramente a oídos de todos, incluso del policía y dos cuervos cruzaron volando por encima de sus cabezas.//
Great, Netituzz, otra vez !
Abrazo inmenso
SIL
rock and roll del demonio! jeje este relato de hoy tiene todo el misterio de la música envuelto en un manto morboso y macabro, pero que no deja de ser muy atrapante! Muy bueno el relato y como siempre te guardaste la gran sorpresa para el final jeje, que grande! si esa cuerda de guitarra hablara más de uno empezaría a temblar...
un abrazo Netito!
En realidad la cuerda no era de guitarra sino del bajo,Diego.
¡Muy buen relato, Neto!
Con pedazos mutilados y sangre ¡muy al gusto de don Ruminant!
jaja Felipe, el llamado venía de parte de un poli, no creo que esa gente diferencie de una cuerda de viola a una de bajo no? jejeje juguemos con las ideas!
Un relato como acostumbras a escribir, solo que esta vez al final nos dejaste un poco al aire. Muy bueno Neto. Un abrazo
Genial Neto!!!
He disfrutado mucho con el relato. Tus amigos tienen razón, el sr Ruminant tiene que estar a punto de aparecer por aquí loco de alegría, ya que estos son de su gusto, y tu los bordas...
Sobre lo que comenta Diego, yo creo que los polis "se hacen" los tontos, que es distinto...ya te digo yo que averiguan si la cuerda es de violín, bajo, guitarra, banjo o chelo...cuando eso es una prueba que puede llevar a esclarecer algo...
Abrazos Neto!!!
Brrrr, siempre leo sus escalofriantes historias por la noche, antes de ir a dormir...
Un frío me recorre la espalda, oh! escucho un bajo sonar!...Aunque... ese ritmo suena a música tropical...es el vecino y sus cumbias de bostas!
Que misteriosa historia. Dos muertos y ahora qué seguirá, o quién será el próximo...
saludos.
mariarosa
¿No es el chiste del perfume, no? Se le murió un músico...
Bue, pasando a ubicarme, está muy bueno el relato, Como siempre digo, me gustan esos relatos donde el ambiente es digamos cotidiano y lo sobrenatural se cuela dejándome pasmado.
Excelente!!
Abrazo
A todos: Doña Sil, Dieguito, Felipe, Doña Tinta, don Alvarez, doña MaríaRosa, don Oso, muchísimas gracias! Es reconfortante entrar al blog y leer sus comentarios.
Abrazos para todos!
Don Luis, me olvidé de usted, sepa disculpar!!!!!!! Gracias!
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