Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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24 de marzo de 2010

La ciudad ciega

Las manos en los bolsillos, los brazos bien pegados al cuerpo, el cuello del rompevientos hacia arriba cubriendo la garganta. La cabeza descubierta, empapada por la lluvia que cae demencialmente.
Aguarda, espera, observa, desde la oscura esquina de la intersección. La gente avanza apurada en todas direcciones espantada por la lluvia, algunos con paraguas, otros con el cuerpo de cara a las inclementes condiciones.
Nadie repara en su figura, nadie observa su semblante pétreo, ni siquiera les llama la atención el reflejo metálico sobresaliendo de su cinturón, visible entre los pliegos del rompevientos.
Los taxistas aceleran en las calles atestadas de agua y salpican hacia las veredas. Los transeúntes se quejan, maldicen, pero no se detienen, siguen su marcha, como si de alguna manera estuvieran jugándole una carrera a la tormenta. Más de uno resbala, cae, se lastima, se pone de pie sin la ayuda de nadie y vuelve a la afanosa misión de avanzar.
La lluvia arrecia, golpea con fuerza. Cada gota es un martillo. Las vidrieras de los comercios son paredes de agua y los comerciantes rezan en silencio para que no caiga granizo. Pero no permiten el ingreso de los niños de la calle, de los mendigos que quieren un techo pasajero.
Dos policías se refugian bajo el alero de un comercio, una calle más adelante y ninguno atina a cruzar para detener al joven que aprovechando el descuido de una anciana, le acaba de arrebatar el bolso. La mujer grita, desconsolada, pero sigue su marcha, huyendo de la lluvia, del viento.
La escena le parece un cuadro sobrenatural de la esencia humana. Tan previsible, tan dolorosa. Observa, en la plenitud del caos. Y comienza la cuenta regresiva en silencio, sin musitar ni una sola palabra. Como en cámara lenta, se pone en movimiento. El agua rebota en su cuerpo, su mano va a la cintura, abandona la vereda, pisa la calle con agua que le llega hasta los tobillos y sigue, no le importa el coche que viene, sabe que llegará a la otra acera y sigue contando, un número por vez, hacia atrás, preciso, certero, sin prisa y gana la vereda de enfrente y sin detenerse saca la pistola cromada que nadie ve, que a nadie le llama la atención y la extiende hacia delante, apuntando, mientras la lluvia la baña en un llanto divino y sigue contando mientras el cielo se resquebraja en relámpagos y truenos sin dejar de observar ni un solo momento, sabiendo que la espera está por terminar y entonces, como lo había calculado, llega a cero y la puerta se abre, la del edificio más grande de la calle, del hotel donde sabía que ella estaría y sale, sale con el otro del brazo, públicamente, como si no le importara, consciente que en la ciudad nadie mira, a nadie nada le importa y así impunemente sale, sonriendo, protegida por el paraguas que el otro sostiene, puntualmente, como cada tarde, para subir al taxi que la llevará lejos, donde vive su otra vida, la que ahora, él romperá como una foto vieja y...
El trueno disloca una vez más el cielo, la lluvia se hace más intensa y muchas personas directamente corren, abandonando el paso entre apurado y tímido para buscar un refugio donde escapar de las gotas frías que arriban con prisa desde lo alto.
Sigue en la esquina. Las manos aún en los bolsillos, los brazos bien pegados al cuerpo, el cuello del rompevientos bien arriba cubriendo la garganta. La cabeza descubierta, empapada por la lluvia que cae demencialmente. El trueno lo trajo de nuevo al presente. Sabe que saldrá en menos de un minuto. No vale la pena ni siquiera contar como lo hace siempre. Será así y punto.
Esta vez no quiere ver. Se ajusta el rompevientos, da media vuelta y se marcha por la vereda en dirección contraria. La lluvia lo azota con violencia, pero no lo siente. Ha perdido la facultad de sentir hace mucho tiempo. De a poco va recobrando el coraje, pero aún es muy pronto. En tanto seguirá viviendo una vida que es irreal aparentando naturalidad.
Se pierde entre la gente que corre en la tormenta, como uno más. Nadie lo ve, nadie repara en él. Su figura desaparece en la ciudad sin ojos.

16 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

Bravo Neto, (aplausos entusiasmados). Iba conteniendo la respiración, hasta que el protagonista, como yo, hemos respirado después de ese trueno...Lo de la ciudad sin ojos es genial: así son las ciudades, millones de ojos que miran sin ver...
Digno capítulo de una novela negra. Debes continuarla...
Besos.
Paloma

SIL dijo...

La escena le parece un cuadro sobrenatural de la esencia humana. Tan previsible, tan dolorosa. Observa, en la plenitud del caos//

La indiferencia es el mal de la época y está reflejada con maestría desde el título al punto final.

Coincido con Paloma, ésto sigue... El asesino potencial igual que el suicida (dicen...)
sólo postergan sus planes, jamás los cancelan !

Genial, Netuzz.
Abrazo grande.

SIL

Maga h dijo...

Que bueno Don Neto y coincido con Sil, nadie detirne al suicida en sus intensiones.
Me subo el cuello del abrigo y sigo!
Bravo relato, un filo que asoma!
Abrazo!

Don Belce dijo...

Genial Neto, esperaba sangre a borbotones. Es real lo de la ciudad sin ojos, y como la gente escapa a la lluvia, desesperadamente, nunca lo comprendo.
Un abrazo amigo

Anónimo dijo...

Si ya estás mojado hasta las rodillas no hay nada que hacer, la lluvia lavará nuestras culpas ante la ciudad ciega y solitaria, gris y detestable...
Esto es un film de cine negro amreicano de los 50!!! Neto, seguí con esta historia por el bien de nosotros (los lectores).
Abrazos!

Martín Gardella dijo...

Me gustó mucho Neto! Casi me animo a decir que me hiciste ver una versión mejorada y más larga de mi microrrelato "Los caminantes" Un abrazo

La Tomata dijo...

Es como si le hubieras sacado una foto a la ciudad... Simplemente lo mismo siento (no en nuestra ciudad, claro esta, es chica y nos conoemos todos, por eso me encanta!) en las ciudades ggrandes, gente anonima para mi y yo tan anonima para ellos. Me da tristeza, pero por eso me quedo donde vivi siempre y soy feliz!!

GENIAL GENIAL COMO SIEMPRE NETO!!!

SALUDINES!!

nina dijo...

Neto, qué buen escrito, me encantó!
Y cómo me suena esa ciudad lluviosa...

Netomancia dijo...

Doña Tinta, si, exacto, imposible de ambientar esta historia en otro terreno. Gracias por los aplausos jaja! Saludos!

Doña Sil, muchas gracias, menos mal que no fue indiferente con el comentario ja. No, no sigue, he dicho. Es solo un instante. Perdería fuerza y sería un relato más si se convierte en una historia larga. Saludos!!!

Doña Magah, eso, súbalo, que se moja. Para colmo anda descalza... Breve y definitivo, es de vuelo corto jaja. Saludos!

Don Alvarez, le debo la sangre! Si, cosa rara eso de correr bajo la lluvia, como dice el chiste, si total más adelante llueve igual. Un abrazo!

Dieguito, bien pensado, la lluvia como una especie de redención. Al menos, el agua fría te va a calmar por un rato jaja. Un abrazo!

Martín, en "Los Caminantes" nos mostrás un mundo paralelo sumamente inquietante, creo que ese relato tiene toda la magia necesaria para destacarse con luz propia, es genial. Un abrazo!

Doña Tomata, no, jaja, seguro que nuestra ciudad no es, nos faltan varios edificios, unas cientos de personas y algún que otro hotel como la gente, no? Jaja. Gracias! Saludos!

Nina, que gusto verte por aquí! Gracias! Saludos!

mariarosa dijo...

Se pierde en la ciudad de la furia y la indiferencia.
Excelente historia.
En cada cuento el misterio se hace carne, nos vas llevando de las narices y conteniendo la respiración.

mariarosa

HUMO dijo...

Me empapè con tu maravilloso cuento!
Por què eres tan genial?
Còmo se te ocurren...cada cosa?
Que don tienes Neto!

Cuando te leìa se me cruzò un tìtulo para un cuento tuyo, tal vez te inspire, claro que eso no es necesario para vos, pero te lo tiro igual, me encantarìa leer algo que al menos sea àrtìfice jajaj...ahì va!
"El dìa maldito".

Besos Don Neto.

=) HUMO

el oso dijo...

Como los demás, esperaba que la sangre nos riegue, pero nos regó la tensión de la incertidumbre.
Excelentemente contado.
Abrazos

Sigo leyendo para atrás (creo que tengo dos más)

Felipe R. Avila dijo...

Doña Humo: ¡¡no haga eso, yo se por qué se lo digo!!,
No le sugiera un título, no le de nombres a Neto.
Pero ya está, ya es tarde.
Ya lo leyó.
Ahora va a ver como le escribe una novela de 324 páginas en una semana...

Lisandro dijo...

paisaje de una ciudad sin ojos, bien descripta, iamginaria... hay suspenso en esa misma lluvia al acer, en el accionar y la ocurrencia del pobre hombre tambien... final?? como siempre decolocandome las espectativas y eso te hace grande!!1 buensiimo Neto! un fuerte abrazo!

Mannelig dijo...

Tengo que ir a secarme un poco, porque es una descripción tan magistralmente vívida, que me ha empapado la lluvia.

Netomancia dijo...

Mariarosa, bien podría ser la banda sonora ese tema de Soda. Saludos!

Doña Humo, prometo hacer un cuento a la brevedad con ese título, gracias!

Don Oso, no haga todo para atrás, mire que de eso ya pululan muchos jaja. Un abrazo!

Don Felipe, llegó tarde, ya tomé nota jaja.

Lisandro, muchas gracias. Por ahí no tan imaginaria. Saludos!

Sir Mannelig, vamos, que se me va a resfriar!