Día a día mis pensamientos se volvían más negativos. Una parte de mí se aferraba a mi antiguo ser, radiante, feliz, siempre preparado para devolver una sonrisa. Pero esa parte se fue convirtiendo en una exigua fracción hasta disolverse por completo,
Primero fue una nube oscura envolviendo las ideas, una especie de tormenta pasajera con intensos chaparrones. Imaginé que todo pasaría resolviendo algunos problemas de la vida cotidiana. Las asperezas en la rutina la tornan insoportable, y a veces, limar esas aristas se transforma en la solución. Reconozco que no fui intenso en mis acciones. Postergué decisiones, di vueltas alrededor de los dilemas y fui indiferente a las consecuencias.
El trabajo, la familia, la relación amorosa, los amigos, el club, la salida del fin de semana, las fechas de cumpleaños, las visitas a los parientes lejanos... cada cosa se convertía en un problema, un obstáculo, una piedra en el camino.
Una mínima porción de la cada vez menos sensata lógica me tironeaba de los brazos, tratándome de hacer entrar en razón. En realidad el camino era el de siempre, con los mismos condimentos de cada día, pero de un momento a otro se fueron tiñendo de otros colores. En tonos oscuros. Los quehaceres, las obligaciones, hasta las distracciones, iban paulatinamente ganando la condición de "algo molesto".
Fue enfermizo, una época desgastante. Hasta salir a correo por el parque con los auriculares puestos parecía un suplicio.
Fui alejándome de mis amigos, quejándome de la familia, peleándome con mi media naranja, chocando con los compañeros de trabajo y ni qué decir de los superiores. La habitual rutina de años se convirtió en un un lapso que no podía determinar, en el infierno de mi nueva vida.
Siempre amargado, con acidez, ojeras enormes, malhumor, ganas de mandar a todos a la mismísima mierda por el solo hecho de dirigirme la palabra. Me fui aislando, reprimiendo, encerrándome, sin salir a ninguna parte, a evitar las visitas, a no contestar llamados ni devolver correos electrónicos. Fui cerrando cuentas de redes sociales, obligando a los demás a odiarme, apartándome de todo lo conocido.
Fue internándome en las sombras, en el olvido, amigándome con la oscuridad que iba rodeando cada acto, cada movimiento, La visión de las cosas ya era totalmente negativa, no había luz en mi vida. Y de a poco, casi como el paso siguiente, fui dejándome atrapar por la penumbra, desapareciendo poco a poco, poro a poro, átomo a átomo, de manera irreal.
Una noche, que quizá era día, quién sabe, a mi alrededor solo reinaba un mundo oscuro. No era necesario buscar una luz. No había lugar en este nuevo universo para ello. Me convertí en penumbra, en sombra, en la profundidad de la noche, Eso que nadie ve y que envuelve todo. Ese vacío que no tiene nombre, que va más allá de nuestros ojos y que atemoriza con su sola presencia.
Soy la suma de cientos de cientos de almas oscuras, abandonadas a su suerte, atrapadas por este ente desconocido y confortable que nos adormece en el tiempo y nos propone la eternidad a cambio de un descanso infinito sobre un manto de oscura realidad, tan silenciosa y cautivante como la muerte misma, que sin embargo vive y late, que subrepticiamente está en todas partes acechando, buscando como sanguijuela su próxima victima, otro espíritu en pena, otro futuro incauto al que la rutina se le hace a cada segundo, cuesta arriba.
Sin ser nada, lo soy todo. Y la realidad furtiva de mi existencia, este anonimato de sombras, es tan fría como despreciable, tan extraña como reconfortante, Es una ultratumba sin forma, etérea, inmortal. Una marea que se mueve sin sonido. Un monstruo que espera sin ser visto.
El cuarto cerrado.
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Hace 6 días.
4 comentarios:
Me asusta pensar que esta sea la realidad de muchos, y que antes de tratar de cambiarlo, prefieran unirse a esta sombra es es mucho y no es nada, que son muchos y no es nadie. Y es que la rutina no está hecha para todos, no es apta para los más sensibles.
P.D.: Hola Neto, es un gusto retomar la lectura de su blog, algo que hacía con frecuencia hace un par de años. Así mismo espero verlo por mi blog una vez yo retome también las publicaciones, si es que no ha olvidado todo en el paso de miles de visitantes anónimos.
Un saludo.
Camilo
http://idasueltas.blogspot.com/
Y curiosamente, ese vacío oscuro es lo que deseaba lo que prefirió, renunciando a sus deseos para evitar lo incomodo.
Abrazar las sombras cuando la luz sólo oscurece. Fundirse en la noche eterna de los desesperados, de los perdidos.
Ser más nada que la Nada, volviéndose así un todo.
Me dejás boyando, Neto.
Abrazo
Hace mucho que no respondo los comentarios por falta de tiempo, pero leo todos.
Camilo, gracias por estar nuevamente aquí en el blog!
Demiurgo, infinitas gracias por cada uno de sus comentarios!
Elliot, es una alegría que los relatos te lleguen de esa manera!
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