La consigna era no superar los 600 caracteres y comenzar con la misma oración.
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No ve el que no quiere ver
El día que ganamos el Mundial de Brasil 2014 estaba allí, en la cancha. Vibré en cada pelota, me apasioné con cada canto, agoté hasta la última fuerza de las cuerdas vocales. Éramos muchos, pero éramos uno solo. Nos abrazábamos en un solo abrazo y gritábamos en un solo grito. Cuando el pitido final dijo basta, todos teníamos la piel celeste y blanca. ¡Qué me importa esta ceguera, no haber visto los goles, ni verlos jamás! ¡Qué me importa, si las emociones las vi con el corazón!
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En lo del vecino
El día que ganamos el Mundial de Brasil 2014 lloré como un marrano. Me abracé a la vieja y luego, cuando ella me alejó al grito de “no seas maricón”, me dejé caer en el piso. No me importó que los mocos cayeran sobre el frío cerámico, que el papel picado arrojado a la salida de los equipos se metiera en mis cabellos, ni que la alegría se confundiera con el llanto. Lloré como otros, en la distancia, en el tiempo. Creí oír susurros del 78, cánticos del 86. Pero eran estos gritos, iracundos, irreverentes, los que más escuchaba. Propios de un borracho meando en el patio del vecino. Propios del 14.
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¡Brasileiro, para você!
El día que ganamos el Mundial de Brasil 2014 hice un curso acelerado de portugués. En vivo y en directo, televisión de por medio, no dejé un solo brasileño por putear. ¡Mas no seu idioma!
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De cabeza
El día que ganamos el Mundial de Brasil 2014, más precisamente a las 16.54, con el sol a pleno, salté desde el techo de mi casa al suelo de baldosas del vecino. No fue algo adrede ni tampoco premeditado. Menos aún elegante, porque di con el marote. Digamos que fue necesario. Es decir, las promesas se deben cumplir. Si ganamos por penales hago algo impensado, había dicho esa mañana. Cuando el tiro del Pipita dio en el palo, me quería morir. Pero después, con Romero sacando todo, no tuve excusas. Recuerdo la carrera alocada y despertar en el hospital. ¿El resto? ¡A quién le importa!
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El mito
El día que ganamos el Mundial de Brasil 2014 fue el último día del planeta. El mito dice que fue a causa del grito final, tras el gol de palomita de Messi sobre la hora. Pero la verdad no tiene nada de pasional: el asteroide D-10-S impactó en el Polo Norte y todo se fue al carajo. Los que fuimos evacuados por la nave que secretamente la Nasa tenía preparada un año antes, recordamos ese día desde diferentes ópticas. A pesar del desastre, era la única persona sonriendo en aquel aparato espacial. Aquí en Marte todo es distinto y nadie juega al fútbol. El mito es mi explicación.
1 comentario:
Uy, me encantó el del ciego...
Múltiples lecturas.
Felicitaciones, Netito.
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