Había llegado al pueblo a comprar terrenos en la zona. Era su meta, por eso ignoró cuando los vecinos le recomendaban que no comprara la última parcela en venta de los Terranova.
- ¡Está maldita!
- ¡No la compre!
Le previnieron, no obstante el corredor inmobiliario siguió adelante con la transacción. Aquella era la única porción de tierra que estaba en venta en ese pueblo y era suya.
Volvió a la ciudad feliz por su buen trabajo. Pero esa misma noche sucumbió ante el espanto de las pesadillas. Cuerpos acribillados, mujeres y hombres, se levantaban de sus tumbas y corrían tras de él.
Despertó bañado en sudor, en el patio de su casa. No supo como había llegado ahí, el solo hecho de verse sobre el césped, en plena noche, lo estremeció aún más que la pesadilla.
- ¿Qué puede ser? - le preguntó a su terapeuta.
- Quizá stress. Dígame ¿tuvo algún percance en su trabajo en estos días?
Claro que no lo había tenido. Su viaje al interior había sido próspero, logrando comprar más de lo que se imaginaba. Todo iba viento a favor. No creía que fuera eso. Por lo tanto, respondió en forma negativa.
Por la noche, antes de acostarse, recibió un llamado telefónico.
- No debió haber comprado esa parcela, su vida será un sufrimiento.
- ¿Me amenaza?
- Intento salvarlo.
La línea quedó muda. Tampoco esa noche pudo dormir.
A la mañana siguiente llamó a su socio. No había pegado un ojo, quería quedarse en su casa. Pero a media mañana estaba subido a su coche, de regreso al pueblo.
Llegó pasado el mediodía. La gente lo observaba con recelo. Solo un paisano se le acercó al coche, cuando estacionó frente a la plaza.
- ¿Viene a devolver la parcela?
- No, vengo a averiguar que es toda esta patraña.
El lugareño meneó la cabeza de un lado a otro, decepcionado. Luego se perdió cruzando la calle y doblando en la esquina más próxima.
No había muchos sitios por donde empezar las investigaciones. Entró al bar, donde daba la sensación que todos los estaban esperando. Incluso había una mesa con una cerveza servida, que el dueño del local, con un gesto desde la barra le indicó que era para él.
La bebió despacio, acomodando sus ideas. Todo le resultaba extraño, como las miradas que lo rodeaban y se posaban sobre su figura. Quince minutos más tarde un parroquiano se sentó a su lado.
- Le dijimos que no la compre. ¿Para que volvió?
- Para averiguar sobre la maldición.
- ¿Aún no comprende, verdad? Tuvo la oportunidad el otro día, ahora es tarde. Ya está aquí.
- ¿Y con eso, qué?
- El pueblo está erigido sobre tierras de los Terranova. Cada uno de nosotros le ha ido comprando una parte. Y estamos malditos. No nos podemos ir de aquí. No tenemos escapatoria.
- ¡Qué dice! ¿Quiere irse? Tiene una ruta. Váyase.
- ¿Si? Quiero verlo irsea usted primero.
El agente inmobiliario lanzó una carcajada. Apuró el vaso de cerveza y volvió a reír.
- Por lo visto, he perdido el tiempo. Ustedes están todos chiflados. Adiós.
Pero por más que quiso marcharse, no pudo hacerlo. Permaneció en la silla hasta que desistió de la idea. Entrada la noche, llamó al barman.
- Dígame... ¿dónde puedo comprar materiales en el pueblo para construirme una casita?
La Gardenia.
-
Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 50 minutos.
3 comentarios:
No tuvo una oportunidad, nadie le dijo en que consistía la maldición.
A veces las maldiciones van en serio.
Cuántos maldijeron a Boca por la vuelta de Bianchi y Riquelme. (Por lo menos tienen una excusa...)
Abrazo
Atrapado sin salida.
Abrazo grande.
SIL
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