María comenzó a temerle a su hijo cuando éste aún no había cumplido los seis meses de vida. No le parecía normal que su bebé la observara todo el tiempo y que esa mirada fuese tan helada. Si ella se movía hacia la derecha, los ojos no se apartaban. Si iba hacia la izquierda, sucedía lo mismo. Aquello le resultaba extraño, y si bien no lo confesaba, le provocaba escalofríos.
Cuando comenzó a gatear, notó que por más que se alejara dentro de la casa, a los pocos segundos lo tenía detrás. Más de una vez volteó y se lo topó, allí en el piso, a punto de aplastarle una manito con su pie. Pero no era la sorpresa y el temor de casi haberlo pisado lo que le arrancaba un alarido, sino esos ojos oscuros, penetrantes, abiertos de par en par que no dejaban de posarse sobre ella.
No se animaba a contarle a su marido. Lo veía llegar cansado del trabajo y era tan cariñoso con ellos, que pensaba que cualquier comentario sería una forma de expresarle su disconformidad con el hecho de ser la que durante todo el día debía hacerse cargo de la casa y la criatura al mismo tiempo.
Sin embargo, le daba bronca que no se diera cuenta de cómo la miraba el niño. En las comidas, desde su sillita alta, el pequeño le dirigía la mirada todo el tiempo. Ella había intentado llamar la atención de su esposo, para que se percatara de aquello, pero no lo logró.
Lo que más la aterraba, era esa falta de afecto en las pupilas, que a veces le recordaban a un par de fosas. Al año y medio la situación no había cambiado. María no podía dormir. Se imaginaba a su hijo de pie bajo el marco de la puerta, observando hacia la cama. Tenía pesadillas. Le costaba entregarse al sueño. El miedo había tejido una capa alrededor de su cuerpo y vivía con ella todo el día.
En vano había intentado convencer a su esposo de mandar al pequeño a un jardín maternal. ¡Al menos para evitar esa mirada unas horas al día! Pero con razón el había alegado prescindir de ese gasto, dado que ella no tenía trabajo y podía cuidarlo.
No había momento, ni en la cocina, en el patio, en las habitaciones, que no se sintiera vigilada. La noche en la que no soportó más la situación estaba bañándose. Había cerrado la ducha y se disponía a buscar el toallón, del otro lado de la cortina de baño. Al descorrerla, él estaba ahí. Dio un respingo y un grito, todo al mismo tiempo. Sin pensarlo se acercó al niño y le pegó un sopapo en el rostro. El ruido fue ensordecedor, retumbó entre las cuatro paredes.
Aguardó el llanto del niño, sería inevitable. Y luego la reprimenda de su esposo. Pero el niño no lloró. Ni tampoco le quitó la vista de encima. María entró en pánico. Retrocedió, hasta dar con la pared. Cerró los ojos y empezó a gritar, enloquecida.
Su marido llegó corriendo. Pensó que se había caído. Desde entonces, ya nada fue igual. Esa misma noche la internaron. Primero en un hospital, luego en un hospicio. El la visita todas las tardes, antes de ir a trabajar. Hace tres años que no lleva al niño. Por alguna razón ella se pone histérica al verlo. Le cuesta creer que el pobre no pueda ver a su madre.
Cuando está en su casa, en la soledad de las noches, se replantea rehacer su vida. Pero piensa en María y desiste. Confía en que alguna vez se repondrá. En tanto, lo tiene a él, a su pequeño. Tan dócil y amable, tan buena compañía desde que no está ella. Si no fuera por él, no sabría que sería de sus días. Apaga la luz y se sumerge en el sueño, sin soltarle la mano a su pequeño. Y sueña con ella, con tenerla de nuevo en casa.
Ella, entre paredes acolchadas, también sueña. Se ve corriendo, ya sin aliento, pero no puede detenerse, porque cada vez que lo hace, el niño está detrás. Y ya no son ojos los que la miran, sino dos puñales ensangrentados que claman por su cuerpo.
La Gardenia.
-
Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 9 horas.
13 comentarios:
Hola Netito tanto tiempo, estoy en plenas vacaciones y vaga, muy vaga para escribir. me tomaré el tiempo necesario, no me queda otra :)
Te vi en el face y entré a leerte. Esta bueno, la idea sobre todo, pero siento que le falta algo, siento imcompleta esta historia, no sé... :(
Pero te digo que el de abajo, Clinicamente imposible esta un lujo.
Mil besos y buenas noches!
=) HUMO
¡¡Terror!!
Lisa y llanamente de terror. Muy buena historia, leerle impresiona, imaginar verla pone los pelos de punta...
Felicitaciones y buen fin de semana.
mariarosa
No debe haber algo más antagónico que un angelical bebé y un ser demoníaco o perverso.
Aunarlos en un solo personaje es una idea brillante.
El texto es espantosamente genial como La Mano que mece la cuna, The Rosemary baby y algunas otras.
Besosssss
SIL
Muy interesante la manera de contarlo, porque lo espantoso del bebé es una marea de sutileza y presunción, como un terror indefinible que recorre la historia; es decir, creo, no sería tan loco pensar que todo estaba en la cabeza de ella.
Me gustó mucho, un abrazo.
Mientras leia tu cuento, estaba escuchando linking park. parecia que todo coincidia con la musica.
la primera impresion, la carta del as de espadas que se va dando vueltas a lo largo del cuento, el filo, la espalda, el filo, y asi.
ahora yo me hago una pregunta: que diran nuestros personajes de nosotros?. a vos te deben querer matar y los mios estan armado una marcha para que los deje tranquilos
un abrazo
pancho
Doña Humo, descanse, disfrute de las plenas vacaciones, ya habrá tiempo para escribir. Gracias por la crítica, sabe que las recibo muy bien. Quizá sea el final, no? Bastante abierto. Gracias! Saludos!
Doña Mariarosa, si, esa es la idea de convertir a un bebé en algo diabólico, no queda otra explicación ja. Muchas gracias! Saludos!
Doña Sil, debe ser la contracara más repulsiva, porque en teoría, quién ve algo malo en un niño? Y sin embargo... Muchas gracias! Saludos!
Don Juan Ojeda, muy interesante lectura, porque es cierto, más allá de su punto de vista (el de la mujer) jamás decimos algo desde otro ángulo del bebé, salvo, claro, cuando el padre indica que es todo dulzura. ¿Sería entonces ella la que creía que era malo? Muchas gracias! Saludos!
Don Panchuss, se buscó una banda de sonido de lujo, todavía no me puedo sacar de la cabeza el temazo que versionaron de The Who para la película de Halle Berry, también de terror.
Creo, estimado Panchuss, que si nuestros personajes despertaran, seríamos culpable de todo y ellos, absueltos de todo cargo en un supuesto juicio. Un abrazo!
Y porque será que yo me imaginaba tu foto de perfil, en miniatura persiguiendo a la desgraciada señora? ja,ja. El cuento está bien porque no hay nada que impida que un niño pequeño albergue aviesas intenciones...¿o si? ja,ja.
Prueba este tema en un micro.
Besos!!!
Doña Tinta, no, nada de nada. Y es un tema al que recurro mucho, de malo nomás. Gracias! Saludos!
Los niños pequeños suelen hacer eso, seguir constantemente con la mirada, claro que en cuanto le hacés una caricia, un ruido que les suena cómico o alguna mueca seguro cambian esa mirada que pregunta o desconoce el mundo por pura risa o simpatía.
Está bien el planteo y el relato,eh. Y la asociacion de sil con el bebé de Rosmary también. Da para seguir el relato.
¿O voy a pensar que el bebé quería estar solo con el padre para beber cervezas mientras miran el futbol?...
jojo.
Felipesco, sabés que esa peli la vi hace tantos años que apenas si recuerdo pasajes. La voy a tener que ver de nuevo. Jaja que buena tu teoría final, que bueeeena, el pibe la tenía clara, nada de novelas ni programas de chimentos jajaja.
Un abrazo!
¡Qué fantástico argumento para hacer en tiras,con suspenso,esperando para ver como termina este terrorífico relato!!
Decía la profesora de Sociología: "las mujeres temen parir un cretino o un monstruo".
Estimada Martha, no había visto su comentario!!! Y dibujado por usted, sería increíble! Gracias! Saludos!
Doña Yun, buena frase, muy buena!
Gracias! Saludos!!!!
Publicar un comentario