No quise llorar, estaba mentalizado en no hacerlo, pero al entrar al recinto, ver los rostros compungidos, escuchar los lamentos por lo bajo y saber que del otro lado de la puerta estaba ella, no pude contenerme.
Cuando me arrimé al féretro, mis mejillas estaban húmedas y mis ojos ardían de pena. Sentía que me faltaba el aire, que las piernas me flaqueaban. El corazón, sin embargo, no palpitaba.
Había dejado de hacerlo el día que los médicos me avisaron que debía decirle adiós. Sentí como si una pinza oxidada me lo extirpara, con arterias y todo. Pensé que era un ataque y le avisé a mi hermana. Me llevaron hasta una camilla. Los médicos volvieron corriendo, me movilizaron en una camilla y me trasladaron a una habitación. Me controlaban los signos vitales, me tomaban el pulso y en tanto, discutían entre ellos. Veía sus semblantes preocupados y supe que también me estaba muriendo. No quería estar en sus cabezas, quizá creyéndose responsables de la noticia que me habían dado, que me estaba provocando la muerte.
En la sala en la que me metieron había monitores en las paredes y una potente luz en lo alto. Otros médicos se sumaron al grupo. Me pusieron suero y un sedante. Pronto una neblina barrió con la vista y luego, dejé de sentir sonidos y sensaciones. Me sumí en la oscuridad, relajado, tranquilo.
No recuerdo nada, no vi luces blancas, túneles y mucho menos a ella. Cuando desperté, setenta y dos horas después, Andrea ya se había ido. Había partido, me dijo mamá. Rompí a llorar, aferrándome a las sábanas. Me sedaron de nuevo, para que no me agitara. Ni siquiera había intentado averiguar que había sido lo mío, mi malestar. No me importaba.
Desperté un par de horas después. Pregunté por Andrea, por su velatorio. Me pidieron calma. Estaban recién trasladando el cuerpo y a mi me darían de alta antes del atardecer. Iba a poder estar por la noche con ella. Aquello fue un bálsamo de falsa felicidad, una sensación ambigua de inútil esperanza.
Los médicos arribaron al rato y me miraron atentamente. "Su corazón ha dejado de latir" me comunicaron. No comprendí. ¿Acaso no estaba vivo? ¿No me estaban hablando?
Me explicaron, consternados. Me iban a dejar ir a pedido de mi familia, pero tenía que volver sin falta a la mañana siguiente. Debían hacer estudios. Mi caso era clínicamente imposible.
Me dejaron a solas, meditando con la vista en el blanco cielo raso. "El corazón ya no funciona, pero no entendemos como es que sigue vivo" me dijeron antes de irse. Ese conocimiento me dejó confundido.
Fue más tarde, con el paso de las horas, el viaje hasta la casa fúnebre, el repaso de los últimos días, el miedo a perderla, el dolor de saber que la perdía, que me dieron las pautas de lo que me estaba sucediendo. Hasta entonces, era solo el saber que Andrea ya no estaba. Pero el trayecto hacia ese adiós físico, de verla por última vez, aunque sea su cuerpo, fue una revelación.
Mi corazón se había despedido también, se había ido con ella. La pregunta era entonces ¿qué hacía yo aún ahí? Pero no se trataba de una pregunta científica ni retórica. Estaba formulada con otro tono, el mismo que alguien le hace a otro desde un tren a punto de partir: ¿Y? ¿Vas a subir o te quedas en el andén?. Con ese tono, con esa intención.
Me aferré al féretro, llorando. Alguien palmeó mi espalda. Escuché voces que murmuraban, seguramente hablando del dolor, de la pérdida irreparable, de heridas que jamás cicatrizan. La vida es así, la vida es eso. Cuando el corazón deja de latir, en cambio, es una señal. ¿Vas a subir o qué? Si amor, voy. Saqué del bolsillo el bisturí que tomé sin que nadie viera en el hospital y tracé la hoja de ruta sobre mi garganta, sin dudar.
Ya estaba en viaje y mi corazón había vuelto a latir.
La Gardenia.
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Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 9 horas.
13 comentarios:
...un pié en el tren y otro en el andén ardiendo" (Indio Solari)
Muy bueno, un abrazo Netomancia.
Genial en fondo y forma.
Una maravilla ...
=)
Trágico, real y romántico a la infinita potencia.
Un abrazo inmenso
SIL
Hay imposibles que por fortuna pueden recrearse en otros mundos.
Emocionante.
¡Bravo, Neto!
Besos!!!
Neto me encanta esta historia, me traes a Poe a la mente, excelente final.
besos
Me gusta ese renacimiento en la muerte y más allá de la vida...
Que bueno es leer buenos cuentos, y ademas, gratis.
me gusto, neto
pancho
Don Juan Ojeda, un poeta moderno el Indio. Flor de poeta. Gracias! Un abrazo!
Doña Sil, muchas gracias a la infinita potencia entonces! No todo lo trágico y real es romántico, pero he aquí una excepción ja. Saludos!!
Doña Tinta, al menos tiene la esperanza. Si clínicamente imposible fue una cosa, porque no hacer posible algo que no lo sería, no? Muchas gracias. Saludos!!
Doña Mixha, muchas gracias! Nada menos que a Poe, vaya imaginación la suya ja. Gracias. Saludos!!
Don Panchuss, cómo, ud no dejó el donativo en la entrada? Jaja. Muchas gracias! Un abrazo!
Desde luego, no tienes igual como despertador de emociones, como agitador de latidos... o su freno.
Excelente,che. Qué buen final, las palabras que usaste parecen haber sido pesadas en una balanza, por la justeza.
Muy bonita historia. La visión atormentada de un corazón herido, no por los actos de otra persona sino por los juegos del destino. Un final perfecto, quizá feliz, quizá no tanto, pero en todo caso perfecto.
http://idasueltas.blogspot.com/
Una historia genialmente contada. Indescriptible talento para activar emociones. ¡Excelente! Saludos
Don Mannelig, se agradece, como siempre. Sus palabras son una palmadita en el hombro. Un abrazo.
Don Felipe, no revele el secreto, por favor!!! Es marca acme y se puede calibrar para la clase de relato que desee. Ja. Linda idea para un cuento. Un abrazo.
Don Camilo, muchas gracias. La perfección es una ilusión, pero si en este caso, alucinó con el relato, bienvenido sea. Un abrazo.
Gente de SADE Villa María, muchas gracias por el elogio y la lectura. Si anda mi primo cerca de la sede, tengan cuidado. Saludos!
Una historia de amor con final trágico. Felicitaciones Neto, muy buena historia, diferente.
mariarosa
Doña Mariarosa, así es, un poquito de sangre al final siempre cae bien ja. Muchas gracias. Saludos!
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