La buscó con la mirada entre la multitud, pero ya no estaba. Un segundo antes, había visto su remera roja moviéndose al ritmo de la música, y el rostro angelical resplandeciendo de felicidad con una sonrisa que le atravesaba el semblante como un rayo de sol en medio de la noche.
No quiso preocuparse, no debía. Al fin y al cabo, era un recital y uno se convertía en parte de la masa, de la energía danzante. Los brazos elevados eran los propios pero multiplicados una y mil veces; el canto, era el de todos; y ella debía estar allí, oculta tras otros tornos, gente que no conocía pero que disfrutaba del show, como hasta entonces lo estaba haciendo el.
Pero... ¿y si le había pasado algo? Que le diría a los padres. Era la primera salida juntos y ninguna otra mejor idea que a un recital de rock. Pero ella había insistido y bajo promesa que el la cuidaría, los padres la habían dejado ir. Sin embargo, la responsabilidad era mucha, con tan solo dieciseis años cada uno, los peligros eran innumerables.
Estaba asustado, no había sido buena idea alejarse. Ella había querido una botella de agua mineral, porque tenía sed y el se había ofrecido. Pero ahora que lo pensaba, mientras apretaba con fuerza la botella en su mano, había sido un error.
Volvió a remar contra la corriente de jóvenes enardecidos con la música. Sintió codazos, pisotones, incluso que le faltaba el aire. Tardó casi dos temas poder avanzar los diez metros hacia el lugar donde la había visto por última vez. Las luces iban y venían, prevaleciendo la oscuridad. Un solo de batería sacudía los tímpanos con furia desde los gigantescos parlantes mientras su cabeza divagaba entre cien teorías distintas sobre el paradero de su novia.
Ella no estaba. No había rastros de la remera roja y su bella sonrisa. Sujetó otros brazos, pero en vano trató de preguntarles, porque ni el mismo escuchaba su propia voz. Su preocupación se había elevado al grado de histeria. Siguió avanzando, llevado casi por la marea en movimiento, alejándose cada vez más del lugar en el que se habían ubicado en un principio.
No veía la remera, había otras, pero no la de ella. Su corazón palpitaba, la piel transpiraba y la cabeza se le partía en dos. Ya no soportaba los empujones. La música lo golpeaba con fuerza, obligándolo a retroceder, a buscar la salida de aquel lugar. Aquello se volvió insostenible, sintiéndose al borde de la locura.
Buscó la salida. La alcanzó casi sin aire, derrumbándose delante de dos personas que cumplían servicios de seguridad en el recinto.
Despertó algunos minutos más tarde. La música aún se escuchaba, pero proveniente de muy lejos. Estaba dentro de una especie de carpa, acostado en una camilla. Su novia estaba a su lado, con el rostro preocupado.
- Amor ¿estás bien? - le preguntó ella - Me asusté mucho cuando vi que estabas alterado y te ibas del recital. Te estuve gritando a tus espaldas todo el tiempo, hasta que te caíste.
El la miró confundido. ¿Cómo podía ser? ¿En qué momento había pasado a su lado sin verla? ¿Tan asustado habría estado que no la vio? Pero lo peor sería cuando los padres de ella se enteraran que en lugar de cuidarla, terminó desmayándose. No le quedaban muchas alternativas. Era cuestión de hombría nomás. De ahora o nunca.
- Gabriela, la culpa es tuya, para qué carajo querés venir a un lugar así si no te vas a bancar no estar sin tomar agua.
Y al ver que ella bajaba la cabeza con un mohín triste, al fin se sintió con fuerzas para levantarse de la camilla en la que lo habían acostado.
La Gardenia.
-
Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 23 horas.
6 comentarios:
Pero que machista che jajajaj, encantador relato, en un momento pensé e imaginé el triste y dramático episodio donde tantos chicos perdieron a vida y aún desde sus familiares no encuentran paz.
Yo, te soy sincera, para bailar, me armo un bailecito en casa, ni mamada entro a esos antros de perdición, además para quedar sorda prefiero bancarme los alaridos de mi pequeño santi :)
Me gusto mucho! Besos!
=) HUMO
El final te desmaya como al pobre santo con un ataque distrés.
El relato te contagia de la desesperación del protagonista y también de su desacelerado desenlace.
Un abrazo inmenso, Netito.
SIL
Ja,ja,ja...¿viste? ¡Como va a asumir su culpa un "hombrecito", con una "mina" cerca a quién echarle la culpa, ja,ja.
En serio, respiré aliviada cuando llegué al párrafo final...Uf! ya empezaba a temerme lo peor...(ya, ya, Neto en el fondo es buuueeeennooo, que diría el esclavo dibujante)
Besos!
Que queriéndola y preocupándose tanto, no sepa asumir su parte de culpa... a veces los seres humanos fallamos en expresar lo que sentimos ¿verdad? Buen escrito, perdona que no te comente más a menudo.
¡Ja...!
Como algunos hombres, no quieren mostrar el ángel tierno que guardan dentro, le salió el macho rabioso.
Muy bueno.
mariarosa
Doña Humo, es una especie de retrato de la estupidez al límite, de creer que con la prepotencia y palabras hirientes, uno tiene las de ganar. Tenga cuidado con bailar encima de las mesas! Gracias! Saludos!
Doña Sil, no hay peor cosa que perder a alguien en un lugar repleto de personas. Es probable que en realidad el perdido sea uno y no el otro, pero asumirlo ya es otra cosa. Gracias! Saludos!
Doña Tinta, pero sigue el cuento, entonces van en ambulancia y ahí el saca un cuchillo y... ja no. En el fondo, de mi casa, soy bueno. Gracias! Saludos!
Doña Sonix, muy cierto, justo eso explicaba en la primera respuesta. Se agradece el comentario! Ni siquiera se como te haces tiempo para buscar tanta info para tu blog, estar en el foro de S. King, etc etc etc! Gracias! Saludos!
Doña Mariarosa, el macho malhablado, recurso último antes de la humillación. Muchas gracias! Saludos!
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