Delante de la pantalla de su computadora existía un mundo que quería alcanzar. Cada vez que abría el correo electrónico veía las ofertas que le llovían como si fueran destinadas únicamente a el. ¡Qué emocionante le resultaba abrir cada uno de los mensajes! ¡Qué sensación de placer era hacerse a tiempo con esas promociones!
Un descuento por única vez para el estreno de cine del siguiente jueves. Una cena para dos personas a mitad de precio. Veinte por ciento de ahorro en la compra de un televisor de última generación. Dos botellas de un exclusivo vino con la adquisición de dos boletos para el teatro del fin de semana. ¡Y todo eso en tan solo media hora!
No podía esperar lo que le depararían los siguientes treinta minutos y ni hablar, de lo que serían las próximas horas. Lo embargaba la expectativa, la sensación de ser otra vez un niño aguardando por la sorpresa con la que llegaría papá del trabajo. Refrescaba el correo electrónico cada cinco minutos, mientras admiraba una y otra vez aquellas cosas que ya había comprado.
Y entonces, llegaba una nueva oferta. ¡Otra exclusividad! No la desaprovechaba. Como tampoco lo haría con la siguiente, ni con la que siguiera a esa...
El mundo que tenía delante de sus ojos era maravilloso, lo reconfortaba, colmaba todos sus sueños. Así era cada día de la semana, durante el tiempo que le permitían sus obligaciones. Ofertas, compras, descuentos, alegrías, satisfacciones. Al alcance de un click. Así de fácil.
No importaba si no iba al cine, tampoco si nadie había en su vida como para aprovechar la cena, o si el televisor una vez desembalado permanecía siempre apagado... no era esa la cuestión. Ay de la gente que no lo entendía.
¡Otra oferta en la bandeja de entrada! No perdió el tiempo. La compró. Sonreía al ver que la transacción estaba hecha y era suya. Con tan solo un click. Así de fácil. En ese mundo que tenía delante de sus ojos y tanto amaba.
La Gardenia.
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Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 22 horas.
7 comentarios:
Qué inquietante saber que existen personas así en la vida real. Muy buen relato, Neto. ;)
La adicción al consumo se agravó con la agilidad de la tecnología.
La tele disparó el veneno, y la informática se encargó de que llegara a destino e hiciera efecto...
Muy bueno, Netuzz
ABRAZO INMENSO
SIL
Con personajes así, Mercado libre se pone al día.
Buena historia, una realidad de algunas personas que compran compulsivamente... y que tienen dinero para hacerlo.
Un beso.
mariarosa
Igual no se entiende la ironía...pero mírenlo de otro modo: está contribuyendo a levantar la economía...ja!
Muy bueno, me gusta la crítica y el trasfondo de profunda soledad que muestras.
Besos!!!
una adiccion moderna, un comprador compulsivo, un escenario tan real.
muy bueno neto.
Interesante pincelada al comprador compulsivo que se esconde en mas de uno...
Che¡¡¡¡¡felicitaciones por el nuevo premio en EEUU!!!!
No te va a alcanzar la repisa,digo, la banda vertical para enumerarlos!!!
¿Ya actualizaste tu curricullum?
Debes llevar como 30 páginas...
De nuevo:
¡¡¡Felicitaciones!!!
Don Calavera, es un poco extremo, pero deben existir, no? Un abrazo!
Doña Sil, cada uno ha tenido su parte de culpa, pero es una forma de explotar las debilidades humanas. Saludos!!
Doña Mariarosa, si, sin dinero, ninguna adicción prospera je. Saludos!
Doña Tinta, el punto que marca, el de la soledad, es quizá lo que más me gustó de mostrar de este personaje. Porque todo lo que compra, no tiene con quién disfrutarlo. Saludos!
Don Panchuss, tan real como la vida misma. Compre ya! Saludos!
Don Felipe, muchas gracias!!! Vamos a sobrecargar el costadito jaja. Algo vamos a inventar o paramos acá? Qué dice usted?? Un abrazo!
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