Me dejó de importar cuando la luz que se filtraba por las hendijas de metal un buen día dejó de estar.
Aún me traían algo de comer en un plato hondo, que parecía estar hecho de arcilla o barro cocido. Solo bebía pequeños sorbos de agua que llevaba a mi boca con la mano.
En las noches escuchaba el martilleo lejano y repetitivo de las armas, que a veces el viento haciéndome un favor llevaba bien lejos.
Por la mañana me despertaban los pasos apurados, los correteos de los hombres preparándose para ocupar sus lugares allí en medio de la nada.
Si hacía calor, el lugar donde me tenían encerrado se convertía en un horno y la tierra, reseca, dura, era como una tabla caliente. Aprendí a soportarlo y ya no representaba un problema.
Cuando llovía, el agua podía llegarme hasta la cintura y por supuesto, debía permanecer de pie hasta que la misma remitiera.
En las pocas semanas de frío que se registraban en el año, me acurrucaba en un rincón y hecho un ovillo, tiritaba hasta que la inconsciencia me ganaba.
Sin embargo sobreviví a todo. Incluso a la falta de contacto. No me dejaban ver a nadie, ni siquiera alcanzaba a observar la mano que me traía el plato de comida.
La luz que se filtraba por las hendijas del diminuto respiradero ubicado en una esquina superior del bloque de cemente que me servía de prisión, era mi única garantía que aún estaba vivo.
Desde que la luz cesó, las ganas de vivir me abandonaron. Jamás me habían dirigido la palabra y mucho menos entonces para explicarme la razón por la cuál habían tapado las hendijas. Quizá de esa forma creían que mellarían mis esperanzas. Creían bien, sin dudas.
Ya la noche y el día se parecían tanto que terminé por perderme en mi propio tiempo, que definía por sonidos o situaciones, como la llegada de la comida, los pasos apresurados, los repiqueteos lejanos de las armas.
Pero sin la luz, incluso esas rutinas parecían tropezar una con otra.
Llegó el momento en que también dejé de comer. Y luego, de tomar agua.
Debilitado, en soledad, encerrado en mi propio tiempo, ajeno a todo lo que me rodeaba, sentí el desfallecimiento de cada centímetro de mi cuerpo.
La guerra afuera debía ser cruel, tanto como mi sufrimiento. Pero se habían olvidado de mí. Tanto mis captores como mis amigos.
De a poco aquella luz fue solo una ilusión de un pasado distante. En la penumbra del final de mi existencia, me embarga la nostalgia, el ayer. Me duele morir así, lejos de casa, de mi gente.
Mientras afuera se matan, en una guerra despiadada, mi mente se aleja flotando, aguardando la forma de viajar millones de años luz para regresar a Exsztrion, mi planeta.
Mi raza no pudo encontrarme. No los culpo. La invasión no era tan fácil como preveíamos. Los humanos demostraron ser fuertes. Ya mis tibios brazos están fríos. Los imagino violetas, casi marrones. La oscuridad es total, pero todavía no alcanzo a comprender si ya he cerrado los ojos o no.
Para amantes y ladrones
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*Clave de lectura:* La escritura como cristal, transparente y oscuro, de
la vida.
*Valoración:* Me gusta mucho ✮✮✮✮✩
*Música recomendada:** La Creación (Vo...
Hace 13 horas.
16 comentarios:
Es oscuro... pero jamas me imagine a un alienigena encerrado en un calabozo, ni que los humanos fueramos fuertes ante ellos!!! me fasino amigo!!! es exelente, un fuerte abrazo!
Sos tremendo.
Sos terrible.
Y no me lo imaginé a ese desenlace, che !!
Qué tipo genial ...
Desde mi ¨oscuridad remota¨, te diría que éste...
está para salir a competir.
Habría que ¨sacarlo a la luz¨ je.
Great, Hermanito.
Inesperado, excelente como siempre!
Muy buena vuelta en el final Neto.
Saludos!
que crudeza hermano! que bestialidad puede llegar a ser la soledad y que sorpresa me llevé cuando me dí cuenta que era un extraterrestre y no un humano el que agonizaba en una celda oscura y desolada!
Que buen relato el de hoy Netito, igual me deja pensando en las terribles miserias de nuestra condición humana, en la absurda creencia de la guerra y las invasiones como única moneda de cambio de la humanidad.
En las vícitmas de estas barabries, en mil cosas q se me vienen a la cabeza y que es genial que tus relatos generen eso en un lector.
No puedo dejar de sentirme más cercano al pobre extraterrestre, aunque hay momentos en que la humanidad demuestra que puede ser más inteligente y dejar de lado todas las avaricias q nos rodean y crear momentos de gloria y paz.
No sé porque mientras leía tu texto recordé ese viejo film "Enemigo Intimo" te acordás? el soldado espacial encerrado en el mismo planeta con el alien captor matando el tiempo juntos y sufirendo las mismas penas, una fábula de sci fi que me encantó cuando tenía 11 años...
bueno me estoy escapando por las ramas como siempre jejeje
abrazos!
Bien Neto¡ yo también estaba convencida que asistía a la agonía de un pobre enemigo capturado y arrojado al fondo de un pozo durante una guerra. Así se resaltaba la crueldad de la guerra, la soledad, lo que solo el hombre puede ser capaz de hacer con sus semejantes. Al final resultó ser un "alienígena humanizado". Entonces me dió mucha pena que el pobre no tuviera esa capacidad de separarse de su envoltura y viajar a la velocidad de la luz junto a los suyos...
Como siempre: me encantó.
Besos.
Realmente muy bueno. El ritmo del relato está muy bien llevado y desemboca sin problemas en un desenlace acorde al virtuosismo de la narración.
Me gustó.
Un abrazo grande,
Kutxi.
Un final inesperado y excelente. Hace poco tuve un extraterrestre viviendo conmigo, lamenté encontrarlo ahora en cautiverio. Un abrazo
Muy bueno Neto.
Un extraterreste olvidado y perdido quien sabe donde. Muy buena imaginación.
Siempre es un gusto leerte.
mariarosa
Lisandro, era la idea, que uno esperara un final cualquiera menos el que escribí ja. Un abrazo.
Doña Sil, ud dice? Lo llevamos a competir? Y bueno, a algún concurso lo mandaré entonces. Gracias!
Carla, muchas gracias!
Un poco rara (¿ex Bays?), muchas gracias!
Dieguito, flor de comentario! Sí, que película, la vi de chico y después un par de veces más ya un poco más grande. Dennis Quaid era el humano, me acuerdo. Excelente film, el alien y el humano llegaban a un punto que parecían una familia. Un abrazo!
Doña Tinta, con algo tenía que sorprender, la guerra de por si ya no sorprende, no lo cree? Gracias por el comentario y por la info que me pasó sobre el viento de su zona! Saludos!
Kutxi, mil gracias por el comentario! Me alegro que te haya gustado.
Martín, era tuyo? Hubiese avisado hombre! Ja. Un abrazo y mil gracias por estar siempre.
Maríarosa, gracias! Por suerte la imaginación aún se mantiene viva. Saludos!
ME ENCANTOO!! hoy entre de casualidad a tu blog, y vi q sos de villa const,.. yo tmb! jeje. y tmb me gusta escribir, pero no se me habia ocurrido publicarlos, ahora q veo los tuyos capaz q me de coraje y me anime a publcarlos! je!
te juro q me encanto!!! te felicito!!
saludos!!
Dainitah, que lindo encontrar a una villense leyendo estas letras! Animate, vas a ver que te ayuda a seguir escribiendo, es lindo leer las críticas de los demás.
Saludos!
Hey, se me había escapado esta entrada, vaya descuido... Una de las pruebas que más pueden demostrar creatividad es ponerse en el lugar de un ser que no sea como los demás, que no sea... humano. Como Asimov en Los propios Dioses, por poner un ejemplo. He tenido cierta sensación de este tipo, al terminar de leer el relato...
Me llevé sus últimos 4 relatos en papel a la fábrica para leerlos tranqui, me gustaron mucho, "Cuánto" es un golpe bajo, el de los grillos muy bueno, el de las babas del diablo me atrapó la ansiedad por saber como había muerto el cura, y éste último, sórdido, abrumador ,inesperado, muy bueno también, saludos Neto!
Si nos olvidamos de los que padecen cualquier cosa y están a la vista... Mucho más de un extraterrestre, a no ser que nos acordemos para llevarlo a una exposición en lo de tinelli.
Buenísimo, jamás sospeché de extraterrestres en el relato. Igual que en en barrio.
Abrazo!
Don Mannelig, por suerte la vio, es siempre grato encontrar sus comentarios. Me gusta la mención que ha hecho. Saludos!
Don Sergio, no me vaya a cobrar el papel después eh! Ja. Bueno, me alegra saber que hice más amena su presencia en el ámbito laboral. Un abrazo y nos estamos viendo.
Don Oso, no me diga que nunca le vio las antenitas a su vecino! Quién se cree que le escondía las pelotas cuando de chico, las dejaba por ahí. Si, el marciano de al lado! Un abrazo!
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