Diez
años que no lo veía, diez largos años. Un amigo entrañable, pero por esas cosas
de la vida nos perdimos el rastro. Y hoy, en la calle, nos vimos. Al mismo
tiempo, con esas casualidades que llevan a la risa y la evocación de viejos
tiempos.
Y me
pregunta si aún dibujo y me alegro que recuerde eso de mí. Le respondo con
alegría que sigue siendo mi pasatiempo aunque sueño con la utopía de vivir de
ello. Espero una aprobación, un chiste, algo, menos lo que sucedió.
Sacó
de su mochila tres cuadernos escritos a mano: "Mi novela gráfica y la vas
a dibujar vos". Y quizá vencido por la nostalgia, la resignación de la
amistad, la falta de carácter de mi parte, le dije que sí.
Y
acá estoy, con la idea de cortarme las venas con un lápiz, pero dibujando
velozmente, tratando que estas doscientas páginas que tengo por delante, pasen
volando. Como esos diez años sin vernos.
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