En una isla del Paraná a la que se puede acceder en noches de luna llena y guiados por algùn conocedor del intrincado laberinto de canales propios del majestuoso río, vive un genio moderno que no aparece tras frotar lámpara alguna. El hombre acepta efectivo y tarjetas, aunque únicamente cuando le funciona el posnet.
A él acudieron tres amigos que desde siempre soñaban con triunfar en un proyecto en conjunto. Uno era escritor, el otro dibujante y el tercero vivía pergeñando estrategias de venta, ya sea para su hermana que tenía un maxi kiosco como para el verdulero de la esquina, famoso por sus pizarrones de ofertas, donde cada día rimaba una fruta o verdura con un verso de doble sentido.
Éste último fue quien presentó a todos ante el genio, que se llamaba Enrique pero le decían Cacho y que en ese momento trataba de encender un espiral para espantar los mosquitos que pululaban por todas partes.
- Queremos que nos cumpla un sueño - dijo el tercero de los amigos - Pero sabemos que además del dinero, hay otras cuestiones…
Cacho, que había logrado con éxito prender el espiral, se cruzó de piernas y los miró seriamente.
- Todo deseo tiene su costo, más allá del monetario que se paga en efectivo o en tarjeta con diez por ciento de recargo. Y esto se debe a que tampoco les voy a dar todo en bandeja.
- Ni aunque le paguemos un poco más de la tarifa - consultó esperanzado el escritor.
- Ni por todo el oro del mundo. Si lo quisiera, lo desearía y ya. Lo mío es un capricho, vayan sabiendo. Sería muy fácil resolverle la vida a los demás. No tendría sentido, algo debe costarle.
- Bueno, pero en nuestro caso - informó el dibujante - no es tan difícil, mire, queremos hacer una revista cultural entre los tres y deseamos que sea exitosa, que cobre importancia y se convierta en un boom editorial.
- ¿Y si no es tan difícil para que vienen? - contestó el genio, riéndose - No me hagan reír, que termino de comer un dorado a las brasas. Vamos al grano, puedo hacer lo que quieren, pero el costo para ustedes es que jamás volverían a estar juntos. Harían la revista, sería un éxito y se llenarían de dinero. Pero nunca más se verían personalmente. Porque el destino siempre hará que cuando uno esté un lugar, el otro deba viajar. Y por más que traten de todas las maneras que imagine, organizar para juntarse, nunca lo lograrían. Ese sería el costo. ¿Lo aceptan?
Los tres amigos se miraron. No podía ser posible. No había forma que nunca más estuviesen junto.
- Ya sé lo que piensan - dijo el genio - Que sería increíblemente difícil que eso sucediera. Les aseguro que si quieren que les cumpla el sueño, eso sucederá. Se los advierto ahora, porque no es mi intención que gasten su dinero en vano. Aquí tengo todo lo que necesito, me da lo mismo unos clientes menos, unos clientes más. Lo que disfruto, es ese sacrificio que conlleva toda meta. ¿Están dispuestos a triunfar pero no estar juntos nunca más?
- ¿Podemos pensarlo? - preguntó el estratega de ventas.
- Claro, vuelvan la próxima luna llena si están de acuerdo.
Se saludaron con un apretón de manos y los amigos dejaron atrás la isla, remando lentamente. No hablaron en todo el trayecto. Recién a la noche siguiente, en el bar de siempre, tocaron el tema. La decisión fue unánime. Y hoy, a varios años de aquel viaje al Paraná recóndito, no se arrepienten. Tienen la revista, no son famosos, llegan a fin de mes con lo justo pero al final del día disfrutan de ver sus rostros y saber que cada cosa vale la pena.
* Cuento escrito con motivo del tercer aniversario de la revista "El Libertador de San Nicolás"
Para amantes y ladrones
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*Clave de lectura:* La escritura como cristal, transparente y oscuro, de
la vida.
*Valoración:* Me gusta mucho ✮✮✮✮✩
*Música recomendada:** La Creación (Vo...
Hace 2 minutos.
3 comentarios:
Tiene sentido porque algunos editores, dibujantes, guionistas, que tienen éxito, terminan peleandose, lanzandose acusaciones mutuas, como de plagio.
El valor de la amistad como bien más preciado por sobre todo lo demás.
La forma de ser del Genio es un acierto tremendo sin dudas.
Muy bueno, Neto.
Bien ahí Netoide. Ya me había imaginado que aceptaban y el genio los iba haciendo crepar de a uno...
Abrazo
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