Los miró como quién se desentiende de un mueble olvidado en un rincón.
- Veamos, ¿ninguno de los dos ha trabajado antes?
El chico observó a la joven que acababa de conocer cinco minutos antes de la entrevista y apenas con un gesto en sus miradas comprendieron que estaban en la misma condición.
- No - respondió él por los dos.
- ¿Y cuánto pretenden? De guita, digo.
- Yo... la verdad no lo pensé. Me gustaría saber que ofrecen. Y ella...
- A mi me gustaría dos mil. Por día.
- Por ahora es solo por hoy - aclaró el hombre, colocándose anteojos para ver de cerca las fotos que habían llevado los postulantes.
- Bien. Dos mil - confirmó la chica.
- ¿Vas a decirme cuál es tu pretensión? Ella dijo dos mil. ¿Vos cuánto querés?
El joven tragó saliva. Realmente no lo había pensado. Ni siquiera se imaginaba con las agallas para presentarse. Y allí estaba, haciendo esperar su respuesta.
- Dos mil está bien. Igual que ella.
- Si a él le dan dos mil, quisiera un poco más - dijo rápidamente la muchacha.
El hombre dejó las fotos sobre la mesa y les dirigió una mirada prolongada por primera vez.
- Mil quinientos por cabeza. Ni un peso más. Esto no lleva más de una o dos horas. Es plata fácil. Entran a esa pieza, se sacan la ropa, hacen todo lo que no harían con sus parejas y se van. Mil quinientos. Ni un peso más.
Se hizo un silencio. El hombre se puso de pie, levantando un poco sus pantalones, que empujados por la imponente barriga apenas si podían escalar la cintura. Los jóvenes esquivaron las miradas, buscando centrarse en el suelo, las paredes, alguna que otra mosca revoloteando la oficina.
- Por mí está bien - dijo luego de un eterno minuto la chica.
El chico permanecía en silencio.
- ¿Y vos, pendejo? ¿Qué decís? Mirá lo que te espera, un bombón. Y además, te llevás mil quinientos.
El hombre le hizo un gesto a la chica para que vaya metiéndose en la habitación contigua.
- Dale pibe, contestá o hago pasar al próximo.
- Acepto - dijo al fin.
- Bien, metete adentro. No empiecen hasta que ponga en marcha las cámaras.
Cuando pasó al lado del hombre, el chico se detuvo un instante.
- Lo hago porque necesito la plata, nada más. Es para comprar los remedios de mi vieja. No piense que voy a volver.
El hombre, que se estaba sacando un moco de la nariz, rió con ganas.
- Vas a volver solo pibe. Cuando veas lo fácil que es hacer guita, vas a volver solo. Trabajar es para los giles. Así que no pierdas tiempo y andá a hacer lo tuyo, que mal no la vas a pasar.
La Gardenia.
-
Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 1 día.
3 comentarios:
No debe estar muy lejos de situaciones reales.
Excelente, Neto.
Abrazo!
Da la impresión de que va a volver y que el argumento es para si mismo.
Es una postal real, Netito.
Otro abrazo.
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