Se le había pasado por alto y culpaba de ello al día ajetreado que había tenido. Papeles que llegaron sobre la hora, un par de empleados que no entregaron sus reportes a tiempo, un imprevisto en la bolsa de valores... una suma de situaciones que lo desbordaron.
Juan atendió del otro lado de la línea, con bastante mal humor.
- ¿Quién habla? ¿Quién llama a estas horas de la noche?
- Soy yo Juancito, tu hermano. Perdoná la hora...
- Esteban, la puta que te parió. Me tengo que levantar temprano, boludo.
- Justamente, por eso te hablaba.
- ¿Porque me tengo que levantar temprano?
- No, por mamá. Es el cumpleaños. Mañana. Y a mi se me pasó.
- ¿Mañana? La gran puta, ni me acordé.
- ¿Hiciste planes?
- Tengo que laburar, pero salgo a las dos de la tarde. Después estoy libre.
- Bien, pero en realidad te llamaba para que veamos el regalo.
- Esteban, es tarde. Buscale algo que te guste y lo pagamos a medias, como siempre.
- Juan, Juan... escuchame. Este año es distinto. Es el primero sin papá. ¿Te diste cuenta de eso, verdad?
Esteban escuchó el suspiro de su hermano a través del teléfono. Era increíble como podía ver, sin necesidad de hacerlo con los ojos, a Juan sentándose en la cama, sabiendo que no le quedaba otra que ponerse de pie, poner el fuego y prepararse una taza de café.
- Si, ya se - dijo al cabo de unos segundos, mientras dejaba atrás la habitación.
- Estaba pensando en un viaje.
- ¿Dónde te querés ir?
- Para mi no, boludo. Para mamá.
- ¿Un viaje? Y... que se yo, la verdad que no me atrae para regalo. ¿Por qué un viaje?
- Los últimos años se los pasó encerrada, cuidando al viejo. Imaginate, pobre. Creo que un viaje le vendría bien.
- ¿Pero... sola, Esteban? Se va a negar.
- No, escuchame bien. Ahí está la cosa. Un viaje los tres, juntos.
- Pará, pará, pará. Vos sos dueños de una empresa, negro. Yo soy un pirincho rasca en una fábrica. Vos podés tomarte los días que quieras, yo no. Si vas a organizar algo, incluite vos, pero no contés conmigo
- Juan, en primer lugar, no querés venir a laburar conmigo. Así que no te pongás en víctima. Y en segundo, la idea es esa. De lo contrario, mamá no viaja, ponele la firma.
- Viejo, a mi se me complica.
- Mentira, no te gusta la idea de viajar con mamá.
- Nada que ver. Pero si así fuera, ya somos grandes. Cada uno tiene su vida.
- Ves, ese es el tema. Te da vergüenza salir con tu vieja de paseo.
- Estás diciendo una pelotudez. No me da vergüenza, lo que digo es que no tengo ganas de salir de viaje con ella. Yo tengo mis gustos. Si viajo, quiero ir donde yo quiera, hacer lo que yo quiera. No ir de niñera.
- Vos y tus negativa a las responsabilidades. Por eso seguís soltero. Piola, solo, sin que nadie te joda.
- Es mi vida. Y es más de medianoche, así que si podemos ir cortando...
- Juan, dejate de joder. Hablamos de mamá. ¿Hace cuánto que no la ves feliz? Decime.
- Nunca fue feliz, siempre quejándose por todo.
- Pero la puta madre, Juan. ¿No te importa que los años que le quedan por delante, los viva bien, contenta?
- ¿Y que querés que haga? ¿Que me ponga un disfraz de payaso y la vaya a divertir?
- No necesitás ponerte nada, tu forma de pensar hace reír por si sola. Decime una cosa... ¿en qué momento te convertiste en una persona tan egoísta?
- ¿Yo? Vos sos el que está todo el día en ese edificio, con apenas tiempo para ir a visitarla. Pero claro, se te ilumina la cabeza, a la medianoche, y ya te creés que sos el salvador de mamá, que con ese viaje le arreglás la vida.
- Juan, podés parar. ¿Te das cuenta lo que decís? ¿Cuánto tiempo nos dedicó ella, criándonos?
- Era su obligación. Si no hubiese querido esa responsabilidad, que no nos hubiese parido.
- Me dejás sin palabras. ¿Tanto te cuesta asumir responsabilidades que querés desligarte hasta de tu condición de hijo?
- Yo no me desligo de nada.
- Una semana te pido. Un viaje de una semana. Y después, seguí con tu vida. Pero dame ese gusto, dáselo a ella. Los tres juntos, en alguna parte, lejos de todo esto.
- Mirá, estoy ahorrando para un negocio que tengo entre manos. Un viaje sale caro, pensemos en algo más práctico. Una plancha, un microondas, un televisor nuevo. Y de paso nos ahorramos esta charla.
- Lo pago yo. De eso no te preocupés.
Se hizo un silencio en la línea. Juan sorbió un sorbo del café que se había preparado.
- ¿Y para que fecha? - preguntó finalmente.
- No se, después lo vemos. También vemos el lugar. Una semana Juan, siete días.
- La silla la empujás vos.
- ¿La silla...? No te puedo creer, que estés pensando en eso...
- ¿Si o no?
- No lo puedo creer, sinceramente...
- ¿Si o no?
- ¡Si! ¡Si! Por favor, Juan. Debe ser que no te veía desde el velorio, pero que distinto te noto.
- Siempre fui el mismo. Quizá te estás poniendo viejo y más sensible.
- Quizá, puede ser. Te dejo dormir. Hasta mañana.
- Hasta mañana.
Esteban quedó con el teléfono en la mano, escuchando la línea muerta que provenía del otro lado. Se arrepentía de aquella llamada, de haber escuchado a su hermano. Pero al mismo tiempo se reprochaba su falta de tiempo. Porque sospechaba que se había perdido demasiado de lo que pasaba a su alrededor, en torno a su familia, mientras lidiaba con problemas ajenos.
De todos modos no podía culpar a nadie por la forma de ser. En algo tenía razón Juan. Cada uno hacía su vida.
Era tarde y tenía sueño. Con suerte vería a su madre unas horas por la tarde. Siempre y cuando sus negocios se lo permitieran.
Se acostó al lado de su mujer, que hacía rato dormía. Su último pensamiento antes de sumirse al sueño, fue que sería lindo poder enmendar las cosas, el tiempo perdido. Pero la vida va tan rápido, que era un imposible.
Soñó con un viaje, su hermano, él y una silla de ruedas.
En la silla de ruedas llevaban un esqueleto.
Para amantes y ladrones
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*Clave de lectura:* La escritura como cristal, transparente y oscuro, de
la vida.
*Valoración:* Me gusta mucho ✮✮✮✮✩
*Música recomendada:** La Creación (Vo...
Hace 10 horas.
6 comentarios:
Cuan real es tu cuento. ¿Es un cuento? Me parece ver la vida de muchos ancianos en cada párrafo.
Tal vez tus letras despierten corazones como el de ese hijo que vive en su mundo...lejos de los afectos.
mariarosa
Es inmenso el relato, Netito.
Poder enmendar las cosas...
Poder desafiar al tiempo y volverlo atrás...
Imposible, imposible.
Esa palabra es una sentencia irrefutable.
La imagen de la silla y el esqueleto vale por mil palabras.
Abrazo.
SIL
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Bruno
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El hermano que llama parece tan insoportable, sobre todo cuando le dice que su forma de pensar da risa.
Curiosamente, le dice que está soltero, cuando su mujer duerme a su lado.
Don Demiurgo, el que le dice que está soltero al otro, es justamente quién llama, que es el casado y duerme con su mujer.
Gracias por los comentarios!
Tan real como la vida misma, Netomancia. Fantástico, ideal, con un gran final.
¡Saludos!
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