Desenlace
Sentada sobre un viejo bote de madera en aquel muelle semi derruido en costa africana, hundió su rostro entre sus manos buscando un consuelo difícil de hallar. A su alrededor el mundo se había convertido en un hervidero. Prefería no ver nada más, ocultarse hasta que la noche invitara a todos a retirarse.
Las voces en distintos idiomas la obligaban a esforzarse por dejar de pensar. Escuchaba órdenes, sonidos de otras embarcaciones provenientes del mar y algunos gritos que se extraviaban entre el parloteo de las aves marinas, sorprendidas ante la invasión de navíos y personas.
La cabeza parecía a punto de estallar y cada grito era una nueva punzada de dolor. Aunque era más que dolor. Había pánico, incredulidad. Esos alaridos penetraban el alma. ¿Cómo sería...? Se obligó a detenerse, a no pensar más.
Aún con el rostro entre sus manos, estalló en llanto.
- ¿Quién es la mujer? - preguntó en un francés forzado el joven agente marítimo africano.
- ¿Cuál? ¿La que parece agotada, tapándose la cara? - señaló el oficial de la Interpol en tanto firmaba una planilla para hacerse cargo de otra patrulla naviera.
El agente asintió con la cabeza mientras recibía los papeles de mano de su interlocutor.
- Ella es la detective. Ella descubrió Ububi.
El joven africano no necesitaba saber más. Todos allí en el precario muelle sobre las costas del Indico estaban enterados de lo que estaba pasando. No pudo más que elevar una plegaria interior por ella. Y por todas las demás.
Investigación Día 1
No era una princesa y tampoco se le habían subido los humos, pero odiaba ser la única mujer en la oficina que debía encargarse de limpiar el desorden de los demás. Sin embargo no podía trabajar en ese estado. Le daba fiebre pensar que sus papeles podían extraviarse en aquella selva dominada por animales burócratas sin la menor educación.
Protestó unos minutos, fue blanco de las burlas durante otros cuantos y dedicó una buena parte a dejar el lugar en condiciones.
- González, si sigue así puede que le den un puesto para el tiempo libre en el departamento de limpieza.
La broma causó la risa de todos los presentes. Ella sonrió sin mostrar su furia e intentó ser educada al contestar:
- Habrá querido decir Detective González, ¿verdad Ferretti? - y viendo la sorpresa del detective que le había hecho la broma a sus espaldas, tras haber sido reconocido, agregó - Mire que tengo la cara, pero no soy ninguna... tonta.
Disfrutó unos segundos del silencio al que llevaron sus palabras. Pero fueron muy pocos. La voz del jefe cruzó la oficina hiriendo los oídos desacostumbrados al timbre agudo de la misma.
- Detective González, a mi oficina.
Cerró la puerta tras su espalda y buscó directamente la única silla ubicada frente al escritorio del jefe Almada. Éste estaba encorvado sobre una pila de papeles, firmando y apartando sobre un montón a su derecha. Sin levantar la vista, comenzó a informarle el motivo de su llamado.
- González, la necesito en el distrito once, en la zona del centro. Tres casos de mujeres desaparecidas. Dos reportadas en la comisaría principal del área y otra en una de las delegaciones. Por algunos detalles, los casos podrían estar relacionados. No hay pedido de rescate ni sospechosos, ni siquiera lugares en común entre las mujeres.
- ¿Y cuál sería el nexo que las vincularía? - preguntó ella.
- Embarazadas. Las tres estaban embarazadas. - Levantó la vista, mirándola por primera vez desde que entró a la oficina. - De allí la necesidad de darle carácter de urgencia a estos casos. No quiero que la prensa comience a husmear y no haya una investigación delineada. La pongo al frente de la misma detective. La brigada de investigaciones le proveerá lo que necesite. Quiero un reporte diario y si es posible, redactado antes de marcharse de su escritorio.
Buscó su saco y se marchó. Se internó en la salvaje ciudad, donde los sentimientos humanos se pierden con la misma facilidad con la que se encuentra el dolor en cada esquina, esperando para acechar a los más débiles.
Investigación Día 2
Tres mujeres, distinta complexión física en cada caso, empleos diferentes, lugares frecuentes pocos relacionables, de clase media baja y entre ocho u ocho meses y medio de embarazo todas.
Subrayó en su libreta con énfasis ese último dato. Había entrevistado a los familiares, a los esposos y compañeros de trabajo de dos de las mujeres, porque la restante estaba desempleada.
No veía una conexión, salvo el hecho de estar embarazadas las tres y en un avanzado estado.
Las desapariciones habían transcurrido en un lapso de seis días. Siempre aparentemente al atardecer, en distintos puntos de la ciudad. Sin testigos, sin pistas. Todas reportadas la misma noche, pero tenidas en cuenta por las fuerzas policiales recién al día siguiente como posibles desaparecidas.
Era cierto que mucha gente era reportada como tal en una semana, pero cuántas con tantas similitudes. Y solo en la ciudad.
¿Solo en la ciudad? No supo el por qué de su razonamiento, pero se puso en contacto con la policía provincial. Media hora después de haber estado al teléfono abandonó su escritorio con prisa, dejando caer dos carpetas que contenían papeles. No se detuvo a levantarlos. Sus compañeros la vieron irse, realmente preocupados.
Investigación Día 3
El auditorio de conferencias estaba repleto. En primera fila, efectivos de unidades de investigaciones de la seccional local y altos mandos de la policía provincial. En las hileras de sillas restantes, uniformados de distintos rangos, la mayoría encargados de patrullar la ciudad. También había agentes de provincia.
Sobre el pequeño escenario, la detective Ariadna González estaba rodeada de un oficial de la Federal y dos investigadores de la misma fuerza. A un lado, pero cerca, a menos de medio metro, el jefe Almada mostraba cara de preocupación.
La detective probó el micrófono, que hizo un eco desagradable, pero dada la conmoción por la reunión urgente, nadie reparó en tan exiguo detalle. Ariadna se presentó ante los presentes, ya que muchos no la conocían. Hizo lo propio con las personas que la acompañaban.
Su tono de voz se notaba serio y alarmante. Cierta agitación presagiaba malas noticias y poco tiempo para resolver lo que fuese que estuviera mal.
En pocas palabras expuso el caso. Lo que en principio se creía eran tres mujeres desaparecidas en los últimos seis días, todas ellas embarazadas, había trepado a la macabra cifra de treinta y cinco en los últimos seis meses en toda la provincia y más de doscientas en el país, según había ratificado la Federal luego de un complejo rastreo de datos para conectar diversos casos tras el interrogante que se había planteado el día anterior la detective.
Confirmó ante los atónitos presentes que la totalidad de las mujeres estaban de entre siete y nueve meses de embarazo y que ninguna de ellas había sido aún encontrada. Ni viva, ni muerta, concluyó.
A partir de ese punto, pasó a responder preguntas. Una de ellas la dejó sin respuesta. ¿Solo está sucediendo en nuestro país? preguntó un joven sargento.
Pidió por favor a su jefe que conectara con agencias internacionales, la Interpol si era posible y vieran si había algún seguimiento de casos similares en otras latitudes. La idea le ponía piel de gallina, pero creía que era probable. No solo creía, estaba segura de que era así.
Investigación Día 4
Mediodía y aún no había almorzado. Recordó que había pasado la jornada anterior sin probar bocado. Estaba exhausta, pero se mantenía en pie sin reflejar debilidad. Comandaba la investigación más importante de su vida. Pero no era solo eso. Era el paradero incierto de esas mujeres la que no le permitía cerrar los ojos sin pensar dónde estarían o que habría sido de ellas.
La oficina estaba desierta en ese horario, salvo su escritorio, repleto de papeles en el más absoluto caos y con ella intentando darle sentido al orden de los mismos. Alguien golpeó la puerta y se sobresaltó. Debía calmarse, se dijo mientras recuperaba el ritmo normal de su respiración y levantaba la vista hacia el visitante.
El hombre, bajo, un poco calvo, mostró a lo lejos una placa de identificación.
- Disculpe, no quise asustarla. Horacio Cavani, división de investigaciones de Santa Fe. Necesito hablar con usted.
Ella lo miró un momento. La falta de combinación en sus ropas, la inexistente elegancia en su aspecto, hacían que aflorara la desconfianza. Pero el gesto de golpear antes de entrar denotaba al menos un cierto sentido común en su persona. Señaló con un gesto una silla cercana y lo invitó a sentarse.
- Cómo verá, estoy muy atareada, así que si va al grano quizá pueda ayudarlo y seguir con mi trabajo aquí...
- Me imagino que se ha preguntando mil veces si acaso las están matando o bien, si solo están quitándoles sus niños y para luego si, matarlas.
- Cientos de veces. Seguramente el tráfico de bebés es el fin aquí. Y puede que complementado con el de órganos. Mire... hay muchas ramificaciones en la investigación, mucha gente involucrada, si quiere colaborar con teorías o ideas, puede hablar con mi superior que con gusto lo ubicará en alguna unidad especial.
- Detective González, creo que se que hacen con los recién nacidos.
Investigación Día 5
El sol aún no había salido. Se podía ver los primeros colores del alba a través de los ventanales de la clínica. La unidad táctica de la policía federal irrumpió sin daños materiales, brindando el apoyo necesario para despejar el lugar.
La detective iba al frente. Vio ojos asustados en las empleadas de la recepción. Las enfermeras se hacían a un lado a su paso. La acompañaba Cavani y una comitiva de casi veinte agentes. Llegaron al área de habitaciones VIP por las escaleras. La unidad táctica tenía bloqueado los elevadores. Nadie podía entrar ni salir. No al menos hasta que finalizaran con los interrogatorios planificados.
Tres habitaciones VIP de la clínica estaban ocupadas. Las tres por madres que habían dado a luz. O al menos, eso indicaban las fichas ubicadas en las puertas de cada cuarto.
No tuvieron contemplaciones para con esas mujeres acostadas en sus cómodas camas y sus potentados maridos, abrigados en el grosor de sus chequeras. En menos de dos horas hicieron confesar que habían comprado a sus hijos y que la clínica se encargaba de simular los estudios previos y la internación era un "lavado" de la realidad para que ellas pudieran aparentar un embarazo real y poder regresar a sus vidas con el hijo recién nacido.
Los estudios confirmarían las palabras, pero era un hecho. La clínica operaba de esa forma y era una fachada para un negocio millonario. Pero eran conscientes que solo se trataba de una clínica. Una en la ciudad. ¿Cuántas había en la provincia? ¿Cuántas en el país? ¿Cuántas en el mundo? ¿Ante que macabra red mundial se encontraban? Aire. Ella necesitaba aire para poder dar el siguiente paso. En cambio, tenía a Cavani.
- Averigüemos quién está detrás de esta institución. Lo difícil de este rompecabezas es que primero debemos recuperar las piezas.
Ella asintió. Cuánta razón tenía.
Investigación Día 6
No fue tan fácil como se suponía. ¿Cuántos testaferros pueden estar figurando uno tras otro para ocultar la verdadera persona detrás del negocio? Desde la mañana estuvieron rastreando varias líneas de investigación. Intervenciones judiciales, cuentas bancarias, empresas fantasmas, redes políticas que terminaban en callejones sin salida, inversiones en otros países... cada vez más caminos, giros impensados y pocos nombres reales.
Sobre el final de la tarde tres nombres aparecieron en las pizarras. Un empresario automotriz, un empresario farmacéutico y un privado, cuyas ganancias aún no habían podido determinarse de donde provenían.
- Interpol tiene en el mundo alrededor de mil pistas diferentes, todas investigadas en estos mismos instantes - le comentó a Cavani mientras conducían el sedán de cuatro puertas que comandaba la caravana de vehículos que se dirigía hasta un céntrico edificio - ¿Sabes cuántos nombres firmes tienen? Cero. Están sospechando de una red muy bien organizada, con mucho poderío, no solo económico, sino político. ¡Es imposible de lo contrario que esto siempre haya pasado desapercibido!
Detuvieron los coches en pleno microcentro. Ya caía la noche, pero aún había movimiento. Los ojos abiertos de par en par en la gente, ante tal despliegue de efectivos policiales. González preguntó en la administración por las oficinas de uno de los nombres que habían escrito en la pizarra. La joven detrás del escritorio principal le anunció que esas oficinas habían sido desalojadas por la tarde, en forma imprevista.
- "Sin embargo - acotó en el momento que la desilusión inundaba a la detective - no he visto que se retirara todo el personal que estuvo haciendo la mudanza".
De inmediato tomaron los ascensores y enviaron al sexto piso a los efectivos por las escaleras. Por los radios se informaron las novedades y se decidió actuar.
Sin mediar llamado de advertencia ni nada, derribaron las puertas de las oficinas afincadas sobre el pasillo. En una de las salas, con el cuello abierto de lado a lado con un elemento filoso, el cuerpo bañado en sangre de un hombre vestido de traje ocupaba el lugar que en otro momento hubiese servido a un jarrón brindar mayor elegancia a una ya de por si bonita mesa de caoba.
Una tarjeta de identificación en la solapa de su camisa indicaba que era el sujeto que estaban buscando. Un sonido provino del balcón. Cavani se asomó y una bala le levantó la tapa del cerebro. La sangre salpicó la pared más próxima y el cuerpo cayó derribado sobre la puerta de cristal, provocando un segundo estallido en la habitación.
Los agentes policiales actuaron de inmediato, pero el asesino logró arrojarse antes de ser apresado. Un camión con el acoplado amortiguado con bolsas de basura lo esperaba seis pisos más abajo.
Cavani yacía con los ojos abiertos, como esperando que le confirmasen que había sido asesinado. La detective se acercó dolorida. El maldito caso se estaba yendo a la mierda. Todo se estaba desbarrancando. ¿Sucedería lo mismo con los otros nombres a los que habían llegado? ¿La organización era tan poderosa como para estar un paso adelante y callar a las posibles piezas del rompecabezas con alguna respuesta en sus manos?
Miró el cuerpo de Cavani y sintió ganas de llorar. Miró el cuerpo del empresario y vio algo bajo su mano. Era sangre, pero a su vez era más que sangre. Eran cinco letras, trazadas en el último aliento por el empresario, antes de cerrar los ojos para siempre. ¿Un intento de redención? ¿Un grito de perdón? ¿O bronca por la traición?
Ububi. Jamás había escuchado esa palabra. Ububi. La nombró mil veces en silencio, mientras los de criminalística revisaban de arriba a abajo el lugar.
El jefe Almada arribó dos horas más tarde. El rostro sombrío y lúgubre solo indicaban nuevas malas noticias.
- ¿Los otros empresarios...?
Almada confirmó con una sencilla afirmación de los párpados.
- ¡Maldición! - gritó furiosa - ¡Maldición!
- Detective... Ariadna... - lo miró al escuchar su nombre - Te han sacado del caso. No pude hacer nada. Estabas fuera incluso antes de llegar aquí, pero solo hace dos horas me lo han reportado.
- ¿Qué? ¿Quién dio la orden? ¿Cómo que antes... entonces Cavani murió en vano? No me puede decir esto, no me puede...
- Ariadna, por favor. ¡Maldición! ¿Crees que no estoy mal por esto? Abrió un caja de Pandora detective y ahora todo está fuera de control. No solo estás fuera del caso. Te suspenden hasta tanto tengan un informe de lo sucedido aquí.
La detective dio un paso atrás, contrariada. Buscó su placa y la arrojó contra su jefe. Tomó su pistola, le sacó el cargador y la dejó caer.
Dio media vuelta y salió por la puerta al pasillo. El lugar era un infierno, colmado de policías. Su mente también lo era. La imagen de Cavani con los ojos abiertos, ya sin vida y esa palabra escrita con sangre estaban grabadas a fuego en sus retinas, aunque algo obnubiladas, por las lágrimas que se filtraban por culpa de la pena y el dolor.
Llorando, abandonó el lugar.
Continuará...
11 comentarios:
Bien por esta precuela...!!!
EXCELENTE Netuzz, el misterio, el clima, etc etc etc. !!
Por vez un millón...(soy pesadita)te digo que tus relatos debieran guionarse (con el perdón del invento de esta palabra) y después de libro llegar a la pantalla.
Les sobra calidad para lograrlo.
Éste, es otra muestra, que ampara mi opinión.
Abrazo iiiiinmenso.
SIL
ufffffff la atmósfera pesada que rodea al relato es asfixiante, yo en lugar de tirar la placa hubiera descargado la pistola sobre la cabeza del jefe jeje, relamente Cavani merece otro respetos...
Coincido con Sil y con otro relatos tuyos donde también dije lo mismo, hay cuentos tuyos con muchos "planos" practicamente resueltos, imágenes únicas, uno se encierra en ellos y puede imaginarlos en una pantalla, hay que adaptarlos a un guión y buscar directores ya!!!!
un abrazoooooooo!
Este podría ser perfectamente un episodio de cualquiera de los CSI que tanto me gustan o de otras series de investigadores...
La detective se lo ha currado (ha trabajado duro) y para colmo pierde al compañero que la ayudaba...Neto esto está reclamando justicia...
Esperamos la segunda parte. ¡No puede ser que la aparten del caso!
Abrazos!!!
No tuvieron contemplaciones para con esas mujeres acostadas en sus cómodas camas y sus potentados maridos, abrigados en el grosor de sus chequeras.
En el medio de una historia espeluznante te das lujos como éste (entre muchos otros) que te hacen inigualable.
Volveré (-y si puedo- leeré millones).
Brava historia, con mucho cabos sueltos que se irán anudando (o irán ascendiendo a sargentos)
Abrazo enorme
sABES?, el dia que sea millonaria te voy a buscar para que seas el guionista de la peli que voy hacer. Ya lo decidi, sera el bombazo que espera el mundo. con tu imagincion y manera de llevar las historias y mi fotografia que no es tan buena, pero tu compensaras perfectamente... como sea, de verdad que la hacemos en grande!..Esta decidido. Solo me fatan algunos millones de dolares. mientras tanto no me cansare de disfrutarte... me haces pensar cosas como esta, sorry.
muy bien Neto!, me encanto es que es una cosa que no paras de leer hasta que acaba y como este no acaba por favor no me hagas rogarte y mandanos pronto lo que sigue... porfa!!!
"Ububi"
besos!
Doña Sil, muchas pero muchas gracias! Y si, sería muy lindo, me imagino que ver un relato propio convertido a un formato animado debe ser algo único. Ojalá alguna vez se de. Un abrazo.
Don Dieguito, es verdad, Cavani terminó abruptamente su participación en la historia cuando parecía que podía tener mayor relevancia. Vos tenés que terminar la carrera de cine, así hacemos algo juntos! Ja. Un abrazo!
Doña Tinta, tiene bastante de las series que le gustan, sin dudas, pero prometo un final más oscuro de lo que se ve habitualmente... pero no adelanto nada. En parte porque aún no escribí el final ja. Saludos y muchas gracias!
Don Oso, ja, me gustó el chiste de la última línea! Se aprecia que a pesar del tiempo escaso, pueda leer aunque sea algunos de los escritos y por si fuera poco, escribiera comentarios. Un abrazo grande!
Sonia, bueno, a ganar dinero entonces!! Jaja. Tu fotografía es bárbara! La idea me gusta, quién dice que no se pueda dar?? Muchísimas gracias por tu comentario y me alegro que te gusten tanto los relatos. Saludos!
¿Neto qué no has traido?
Pronto quiero saber como sigue. El argumento es interesante y fuera de lo común, usted amigo no se anda con chiquitas, este cuento viene con todo.
A esperar se dijo y aquí me quedo.
Un cariño.
mariarosa
Doña Mariarosa, quédese que pronto viene la segunda ¿y última? parte. Muchas gracias!
¿Los de la tele están perdiendo el tiempo?. ¿No se enteran de nada?.
¿Qué es lo que pasa que no nos presentan una serie con tu fabulosos relatos?. Bueno tu no desesperes, continua haciendolo así de bien y en algún momento alguien descubrirá tu enorme talento. Un abrazo
muy bueno, me guardo uno por dia, mañana el siguiente, Sil me lo recomendo.
De a momento me recordo la forma al Negro Fontanarrosa y al inicio lo vivi como los perros de la guerra de Forsyht
Saludos
Don Luis, perdón la demora en contestarle, había leído el comentario y olvidé responder! Muchas gracias por lo que dice! Saludos!
Gracias Iván, ojalá la historia cumpla tus expectativas, doña Sil es muy exagerada ja.
Un abrazo!
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