Era una persona tímida y retraída, siempre absorta en sus pensamientos, con los ojos desencajados pero sin prestar atención a nada en especial. Se escabullía de las multitudes y cuando podía, se encerraba en algún lugar oscuro y solitario.
Nadie sabía dónde vivía, tampoco a nadie le importaba. No tenía amigos ni hablaba con nadie. Prácticamente era una sombra que durante el día deambulaba por los pasillos de la biblioteca del colegio, sin compañía, sin prisa.
Pocas veces intentaron algunos estudiantes dirigirle la palabra y cuando lo hicieron, se dieron cuenta de inmediato que perdían su tiempo, pues el "ente" tampoco contestaba preguntas ni seguía una charla.
Algunos intentaban evitarlo, como si su presencia fuera razón para el contagio de una rara enfermedad. Otros preferían no cruzarlo, porque su imagen les resultaba patética y digna de un retrasado mental.
En definitiva, se fue convirtiendo en un bicho raro al cual nadie agradaba pero que también nadie alcanzaba odiar. El trato con los demás pasó a ser la indiferencia. Todos por un lado, el "ente" por el otro. Y así estaban bien.
El por su parte estaba satisfecho, de esa forma no causaría daño alguno. Por supuesto que lamentaba no tener amigos, no poder hablar dos palabras con nadie, notar cuando alguien evitaba hasta el mínimo roce con su persona. Pero no podía ser de otra manera, era consciente.
De esa forma, la maldición que descansaba en sus entrañas seguiría allí y la lucha mental contra el anticristo que residía en su interior se mantendría firme. En tanto hablara o dejara entrar a alguien dentro de su coraza espiritual, todo se derrumbaria. Y nadie quería eso. Ni siquiera aquellos, que ignorantes de la verdad, lo señalaban a sus espaldas con dedos acusadores, epítetos descalificadores y enormes carcajadas; en tanto él, se alejaba escaleras abajo cargando en el seno oculto el equivalente al fin del mundo.
La Gardenia.
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Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 2 horas.
3 comentarios:
Me quedo con la rara sensación de que por lo menos por ahora, ¨el ente¨ tiene códigos.
Hasta el Diablo puede ser gentil, mientras logre contenerse...
Me encantó, como siempre.
BESOS OSCUROS...
Buenísimo, Neto, el ente termina siendo un héroe silencioso digno de admiración...
Debe haber muchos de esos, sospecho...
me cae bien el ente. es de mi agrado..
saludos
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