En las letras de un tango
me escondo
lindante de precipicios
bien hondos
decorado de fiestas antiguas
olvidado en sepias fotografías
lienzos de trazos sin rima
odio encerrado en melancolía
rogando en voces exiguas
diadema de penas de una dura
condena
emociones del pasado en frágil
estado
yerro de años
ayer, hoy y mañana,
nocturna, suena la campana
oscurece, resplandece el daño
soy nadie, volviéndose melodía
el que sueña de día al último agnóstico
requiem tonto de un inútil acróstico
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