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12 de agosto de 2015

Entrevista a una sombra

Nos sentamos en sillones de respaldo alto, individuales, en una sala muy espaciosa que parecía transportarnos un siglo atrás. Iluminados apenas por la luz de las velas de un candelabro, celebramos el encuentro con un par de palabras de ocasión y dimos por entendido que era hora de comenzar con la excusa que nos reunía: la entrevista.
Debo destacar que a diferencia de otros diálogos que he tenido con diversas personalidades de variados ámbitos sociales y artísticos, me encontraba por primera vez con un entrevistado al que difícilmente podía catalogar en un extracto determinado. Consideré que por allí debía comenzar.

- ¿Cómo podría definirse?
- Como lo que soy: una sombra.
- ¿Una sombra de alguien particular...?
- Mire, las sombras somos inmortales. En la actualidad soy la sombra de un kiosquero. Vida sedentaria si las hay, siempre entre papeles, cuyas sombras inertes hacen poca compañía.
- ¿Y en este momento el kiosquero está sin sombra?
- No, salvo los vampiros, a quienes por una cuestión gremial le hemos quitado hace siglos el privilegio de acompañarlos, siempre una sombra acompaña a cada cosa. Existe lo que llamamos sombras suplementarias, que mientras esperan ser asignadas ocupan roles de reemplazo temporal.
- Menciona que son inmortales, eso significa que nadie tiene una sombra única, cuando uno muere esa sombra va a otra persona.
- Exacto. Su sombra, por ejemplo, la conozco de hace tiempo. Ahora toma su forma, pero la he visto en muchas otras personas y objetos a lo largo de nuestra existencia.
- ¿Conoce mi sombra?
- Si, hemos coincidido varias veces.
- Ustedes entonces han sido testigos de la humanidad...
- Existimos desde mucho antes, por supuesto.
- ¿Ha sido sombra de alguna reencarnación? Es decir, le ha tocado dos veces la misma persona.
- Esa cosa no existe. A lo sumo, me ha tocado en suerte ser la sombra de algún lazo dentro de una misma familia, a lo largo del tiempo.
- ¿Prefiere ser una sombra de un ser vivo o un objeto inanimado?
- No depende de uno, sino de la demanda laboral. Si me diera a elegir, me gusta ser la sombra de un tigre. Lo fui un par de veces y es emocionante. Sobre todo porque nada se compara con correr por la sabana africana en jornadas de sol pleno.
- Según las definiciones aceptadas en diccionarios e enciclopedias, una sombra es una región de oscuridad causada por la ausencia de luz, obstaculizada por el objeto que la sombra representa.
- Es solo una definición, somos más que eso. Nuestra existencia no es un secreto para nosotros, pero no podemos salir a contarlo así porque sí.
- ¿Las sombras vendrían a ser enemigas de la luz?
- Solo le puedo decir que nuestra oscuridad protege a la luz. De qué, seguro se preguntará. Bueno, eso no se lo voy a responder. Es más fácil explicar lo desconocido que entenderlo.
- ¿Qué quiere decir?
- Que la sola idea de concebir vida en las sombras, espantaría a cualquiera. Y creo que el pensamiento humano está muy lejos de comprender nuestra misión en el universo.
- Pero con esta entrevista eso quedará a la vista, el mundo...
- El mundo lo tomará como una mera ficción. Ni siquiera trajo consigo una cámara de fotografía para capturar este momento.
- Es que un buen dibujante hará luego la ilustración...
- Comprendo que tiene un bajo presupuesto, eso sí lo comprendo. Le di la entrevista porque no viene de la National Geographic ni de Gente. No deseo fama. Pero tenía ganas de hablar.
- ¿Cómo podemos contactar a nuestras sombras? - No es posible. Son dos realidades divergentes, unidas por una necesidad de equilibrio. Solo en la oscuridad total pareciera que existiera una ruptura, pero no es así, incluso allí, donde no pueden percibirnos, aún estamos.
- ¿Y cómo podemos hacer para convencer a una sombra que por un momento detenga su copia automática de nuestros movimientos y sea libre de hacer lo que quieran?
- ¿Cómo es que está tan seguro que es la sombra quien copia el movimiento?
- ¡Es lo que sucede! Mire, ahora mismo, muevo mi mano y mi sombra se mueve.

La sombra rió de buena gana y se puso de pie. Dijo algo como que se estaba haciendo tarde, me permitió un apretón de mano y se retiró sigilosamente hasta perderse en los rincones oscuros de aquel lugar donde me había citado.
Quedaron en mi libreta varias preguntas apuntadas y un montón de dudas bailoteando en la cabeza. El entender es a veces un don que no dominamos.
De ahora en más prestaré más atención a las sombras tratando de buscar en ellas las pistas que mi anónima entrevistada dejó en forma de respuestas. Y no habrá manera, estoy seguro, de no detenerme ante cada kiosco, aguardando que esa mancha oscura que se mueve a la par del kiosquero me haga un guiño al verme.
De vez en cuando, sentado en las penumbras, le hablo a la mía. Pero hasta ahora no tenido respuesta alguna. Y difícilmente la obtenga.

1 comentario:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Que buena idea para un reportaje. Insinuar que es un reportaje malinterpretado como un relato de ficción. Y que las sombras sean inmortales, correspondiendo a distintas personas.