No es nacer por nacer. Eso Ricardo lo sabe muy bien. El tema es muy complejo. No se puede dejar al azar algo tan importante. Sobre todo pensando en el futuro. Él lo había sufrido mucho. Nació un 10 de enero. ¡Enero! Plena de vacaciones de verano, lejos de los compañeros de la escuela, sin poder celebrar un cumpleaños como correspondía.
En síntesis, para Ricardo no se puede nacer en enero. Como tampoco en febrero. Mucho menos en fechas festivas. Por ejemplo, tiene un primo que nació un 25 de diciembre. Desde siempre los padres se ahorran un regalo y hacen uno que equivale a Navidad y cumpleaños.
Por eso, si uno tiene que hacer un hijo, debe tener en cuenta muchas cosas. En el detalle está la paz mental a futuro del niño. De esa manera Ricardo comenzó su tesis en la facultad de psicología, luego de un complejo estudio, que arrancaba con su propia experiencia.
No recomienda tampoco dar a luz un niño en marzo. Es época de comienzo de clases, los chicos apenas se conocen o están aún fríos en la relación, recién inicia el período escolar y por lo tanto el éxito de un cumpleaños es poco certero.Abril comienza a ser buena opción, aunque lo mejor sería asegurarse mayo. Sin embago, Ricardo hace énfasis en algo. No descartar un posible sietemesino. Es decir, uno calcula tranquilo para mayo y nace en marzo. O peor aún, lo espera para abril y llega en febrero. ¡Un desastre!
Y lo mismo podría suceder con un embarazo que le pone punto final al asunto a los ocho meses. Siempre, por lo tanto, hay que tener en cuenta esas posibilidades para diagramar cualquier cartita a la cigüeña (a Ricardo le encanta hacer referencia a la cigüeña).Por todo eso, teniendo en cuenta el margen de error, el consejo es descartar esos meses.
Junio se presenta como opción interesante, aunque hay que tomar recaudos. En julio están las vacaciones de invierno, lo que provocaría que el festejo de un cumpleaños se trunque. Es cierto, es más fácil que en las vacaciones de invierno los chicos permanezcan en la ciudad que en verano, pero, siempre va a faltar alguno. Y otra cuestión, no menos importante: el frío. El niño deberá descartar toda posibilidad de celebración al aire libre.
Agosto es época de vientos, y entra en la columna de meses de riesgo, por ejemplo, en calcular para esa época y que nazca en julio, con lo ya dicho de las vacaciones. Septiembre tiene el mismo riesgo, para los casos de sietemesinos. Aunque, de ir bien todo, sería uno de los meses ideales. Ricardo estima que para septiembre todo grupo se amigos se ha consolidado y el éxito de un cumpleaños es inevitable. La llegada de la primavera, además, le da un toque de color a la estación.
Llegamos a los dos meses claves en la tesis de Ricardo. Octubre y noviembre. Según sus cálculos, son los meses ideales para nacer, aunque hace una salvedad. Noviembre es riesgoso, en el sentido que es el último mes de clases (a menos, claro, que los niños se lleven materias a rendir y sigan en diciembre) y ya se piensa más en las vacaciones, en quedar libre del colegio, que de estar en un cumpleaños. Por lo tanto, a pesar de considerarlo un mes bueno, finalmente considera que habría que descartarlo.
Diciembre, como ya se dijo, es inconveniente. No hay escuela, época de éxamenes para los menos iluminados o más propensos a la vagancia, las fiestas, la despedida de año. No, definitamente nacer en diciembre es un error.
Octubre, por lo tanto, es el mes ideal según la investigación en profundidad de Ricardo. La tesis aconseja entonces a los padres gestar al futuro vástago durante el mes de enero, porque incluso con el margen de dos meses, agosto y septiembre son buenas opciones alternativas. Probar suerte en febrero, en cambio, debería descartarse.
Si bien Ricardo reconoce que nacer en verano a futuro podría representar una ventaja, porque al crecer uno se independiza de las fechas y verano puede significar playas, amigos, fiestas, mujeres (hombres en los casos de mujeres), vuelve a insistir que su estudio apunta a la infancia, que es cuando uno va delineando su personalidad.
Claro que no solo le ha llevado tiempo tremenda investigación, también le ha traído dolores de cabeza. A sus treinta y cinco años, el pobre de Ricardo ha sufrido seis decepciones de pareja. Y no entiende muy bien por qué, dado que siempre fueron relaciones prolongadas. Pero cuando se ponen a planificar el futuro y Ricardo comienza a buscar fechas para aplicar su tesis, cierta magia se rompe y el amor ya no funciona.
Estudia Ricardo al día de hoy una nueva tesis, una que señala que infancia y adultez, lejos están una a otra de comprenderse, pero que depende de lo que se viva en una, para existir en la otra. De todas maneras, no está en sus planes próximos redondear dicho planteo. Lo desvela aún saber el día y la hora justa en el que padre y madre deben probar suerte, para que el niño nazca en el momento preciso del año.
El cuarto cerrado.
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Hace 5 días.
3 comentarios:
A Ricardo lo tendrían que agarrar alguna noche desprevenido, qué se yo, contra su voluntad o contra la pared... y listo, para que se deje de hacer cálculos de una buena y santa vez...
Abrazo grande, Netito.
SIL
SIL tiene razón. Que se deje de hacer esos calculos y que libere a sus emociones.
Créame, don Neto, que conozco gente tal como el amigo Ricardo. Incluso cabe la posibilidad de que a conozco lo ponga en plural!
Ja!
Abrazo!!
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