Junto a
otros, aguardaba bajo el calcinante sol. El silencio obtuso era una presión
aparte. Las armas estaban cargadas desde temprano y el condenado, de rodillas
frente al paredón.
Sentía el sudor recorriéndole la piel. La orden se retrasaba por alguna razón y el corazón se aceleraba. De repente el coronel gritó y todos se tensaron en sus puestos. La palabra no había sido la que esperaban.
Se miraron unos a otros. Incluso el reo. Otros oficiales llegaron a la carrera y dispararon contra el coronel.
Sentía el sudor recorriéndole la piel. La orden se retrasaba por alguna razón y el corazón se aceleraba. De repente el coronel gritó y todos se tensaron en sus puestos. La palabra no había sido la que esperaban.
Se miraron unos a otros. Incluso el reo. Otros oficiales llegaron a la carrera y dispararon contra el coronel.
No era para
menos, había gritado “paz”, el muy hijo de puta.
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