Soñaba todas las noches que una presencia se acercaba a su cama y se le sentaba al lado. Despertaba sobresaltado, temiendo que al abrir los ojos, aquella cosa estuviera ahí.
Pensó que podía ser la habitación, que algo le ocurriera al lugar. Durmió en el sillón del living y le sucedió exactamente lo mismo. Esta vez no se sentaba al lado, sino que se apoyaba en el respaldo.
El miedo lo llevó a no poder cerrar los ojos y temblando en la oscuridad sucumbió al espanto. Por la puerta ingresó esa sombra para internarse en su alma y nunca más salir.
El cuarto cerrado.
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Me molestaba tanto secreto. Mi trabajo como gobernanta de esa enorme casa
desgastaba mis nervios, debía luchar con la cocinera, la planchadora y las ...
Hace 6 días.
6 comentarios:
Menos mal que esta vez te he leído por la mañana.
Genial! miedo a sí mismo una vez muerto...por lo que creo entender. El miedo a la muerta se presenta aquí con toda su crudeza. Lo que me gusta es que al parecer se crea una relación entre la obsesión por ella y el hecho de que así se produzca...¡interesante!
Besos artista!
Genial! miedo a sí mismo una vez muerto...por lo que creo entender. El miedo a la muerta se presenta aquí con toda su crudeza. Lo que me gusta es que al parecer se crea una relación entre la obsesión por ella y el hecho de que así se produzca...¡interesante!
Besos artista!
¡Waww...! el miedo puede lograr volvernos locos. Muy buena historia.
mariarosa
Todos llevamos nuestros miedos. El problema es cuando los miedos nos llevan.
Abrazo!
Contundente, como todo muy buen microcuento.
¡Felicitaciones!
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