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31 de marzo de 2012

El casamiento de Eulogio

El problema más grande para Eulogio no era afrontar su casamiento, pues había estado en cada detalle de los preparativos dado que lo esperaba con ansias. Tampoco lo había sido convencer al sacerdote de la capilla y a parientes y amigos a trasladarse hasta la cima del cerro para celebrar la ceremonia.
Nada de eso había sido inconveniente. A Eulogio lo querían todos y su felicidad era suficiente para contagiar a cualquiera. No, no eran los detalles menores los que angustiaban al novio. Sino algo mucho más importante, casi vital: la novia.
Si, porque en toda la ecuación había un solo obstáculo y justamente se trataba de la mujer que debía ir de blanco. No, tampoco es que se haya arrepentido o que aconteciera sobre ella algún infortunio de última hora. Nada de eso. El problema, si bien más sencillo, era altamente complejo de resolver. Al menos, claro, para el pobre de Eulogio.
El tema era que no había novia. Tanto se había imaginado Eulogio el día de su boda que olvidó que para ello se necesitaba una pareja. Lo peor del caso fue darse cuenta una vez organizado todo, esto es, el cura apalabrado, la gente invitada, el cerro preparado para la ocasión, el salón ya contratado (que incluía el servicio de comida y la música), además de tener una reserva para la luna de miel en un lujoso hotel de una espectacular playa brasileña.
Levantarse esa mañana, abrir la ventana con una sonrisa y recibir el sol con ansiada alegría parecía el principio del día más feliz de su vida. Pero ni bien comenzó a desayunar supo que le faltaba la novia. Miró el reloj, como si eso hiciera alguna diferencia.
Salió corriendo en calzoncillos a la calle, en dirección al diario local. Los vecinos rieron, pensando en lo increíble que debió haber estado la despedida de soltero de Eulogio. En la recepción lo recibió una empleada incrédula, no por la poca ropa que llevaba encima el desesperado hombre, sino por lo que le pedía.
- ¿Disculpe, usted quiere que saquemos una segunda edición del diario incluyendo un clasificado de "se busca novia con urgencia para esta tardecita"?
- Si, la edición la pago yo.
El dueño del diario pasaba por allí y no puso ningún pero. Segunda edición, costo cero y la posibilidad de enmendar el número de la quiniela, al que le habían errado en el tipeo. La edición de quinientos ejemplares (el pueblo no era muy grande después de todo) salió a la calle al mediodía. A pedido de Eulogio, que debió abonar un plus por esta condición, el periódico se repartió gratis.
El cerro estaba producido para un casamiento. Un altar blanco, sillas a tono, una alfombra roja entre las hileras principales de asiento, la gente bien vestida, el cura con sotana nueva y el novio en la improvisada antesala al aire libre, donde recibía a los invitados y les indicaba dónde ubicarse.
Pero su presencia allí no era solo para agradecer y acomodar a cada uno en su lugar. No, la verdadera intencionalidad de estar parado en aquel sitio era el deseo ferviente de recibir a una muchacha (cualquiera, no tendría objeciones) con el recorte del diario en la mano.
A pesar de la brisa fresca, estaba transpirando debajo del saco y la camisa. Podía sentir como las gotitas húmedas descendían por su espalda, filtrándose debajo del pantalón. En otra ocasión aquello le haría cosquillas. En ese momento, con la presión de la media naranja faltante, las cosquillas quedaban en un segundo plano.
Se lo veía nervioso y para la gente eso era normal, no todos los días uno se casa. Parecía estar la mitad del pueblo. Todas las sillas repletas, muchos parados en los costados, otros más atrás. Y detrás del altar, aguardando, el cura.
Si, era la hora. Miró su reloj, esa manía suya tan inútil. La felicidad trocaría en condena y la algarabía en desilusión. Comenzó a caminar hacia el sacerdote, consciente que no habría casamiento, que todos se reirían de él. Quizá por eso estaban todos allí, porque habían reparado en su error mucho antes. Y nadie había sido capaz de avisar... se sentía aturdido, decepcionado, con él mismo y también con sus amigos y parientes.
Se plantó delante del cura, altar de por medio y lo miró a los ojos.
- Estoy listo padre, cáseme.
El religioso se ajustó los anteojos y miró alrededor.
- ¿Y la novia? preguntó.
- Justo a mi lado.
- Disculpe Eulogio, no entiendo la broma... ¿desea que esperemos algunos minutos más?
- No, por qué habría de hacerlo, si ella ya está aquí.
El sacerdote al ver las sonrisas socarronas de los presentes, decidió seguir la corriente. ¿Qué podía perder, más que tiempo? Le costó la parte en la que le preguntaba a ella si aceptaba a Eulogio como esposo, porque no podía discernir si había contestado por si o por no, pero improvisó y prosiguió.
Eulogio se estrechó en un beso apasionado delante de todos. Los presentes aplaudieron y se pusieron de pie para arrojar arroz mientras el recién casado pasaba entre las filas de sillas. Si él era feliz, por qué no debían estar contentos ellos. Aplaudieron con ganas, a pesar de algunas sonrisas burlonas.
En varios coches partieron raudos al salón. Comieron, bebieron, bailaron y se divertieron. Eulogio los despidió a todos con un abrazo y varias copas de más. Al mediodía se fue de luna de miel.
Nunca volvió al pueblo.
Dicen que en alguna parte es feliz.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Estrujante; por lo real que contiene en cuanto a los tímidos que además quieren dar cuentas a un entorno social, quizás lo más auténtico es el final que nos dice que fué feliz lejos de ahí

SIL dijo...

Ah...qué bueno, Netito.

¡Qué bueno !

Es argumento de oro para una peli, y el final abierto, es desopilante.

Tiene de todo el texto, salió completito !!


Un abrazo grande.


SIL

SIL dijo...

Para la peli se debería desarrollar TODA LA PREVIA con aditamentos, SIN REVELAR QUE NO HAY NOVIA.
En algún giro de la segunda parte, se revelaría la terrible carencia.
La búsqueda.
La espera nerviosa.
El casamiento con la novia imaginaria.
Y habria que encontrarle una vuelta para el final.

AHHHH, qué bueno...qué bueno :DDD

Y el título

¿?

Buenísimo.

:D


Byeeeeeeeeeeeeeee

mariarosa dijo...

Y seguro que es feliz, porque la felicidad la lleva en él.
Hermoso cuento Neto, felicitaciones.

mariarosa

Sebastián Elesgaray dijo...

Que bueno que fue feliz :)
Y de seguro, debe haber encontrado su media naranja por ahí...
¡Abrazo Neto!

Edurne dijo...

Mucha imaginación la tuya y la de Eulogio...
Seguro que allá por donde quiera que ande, la encontró!

Muy bueno!

Abrazo!
;)

Juan Esteban Bassagaisteguy dijo...

Melancólica historia.
Me encantó, che.
Saludos.