Primero fueron pequeñas líneas azules reptando por sus piernas. Luego se ensancharon. Parecían várices, pero claramente no lo eran. Se trataba de un azul furioso, dueño de un brillo peculiar, que resaltaba aún más a la luz del sol.
Ocultó sus piernas, cuidando de no mostrarlas en ninguna parte. Pero al tiempo, las gruesas tramas llegaron al vientre y subieron hasta los hombros. Se miraba al espejo contrariado y preocupado.
Tardaron poco en expandirse por los brazos, tomar las manos y envolver los dedos. Y de inmediato, subieron por su cuello y se instalaron en su rostro.
No dolían, no se sentían, pero estaban allí. Su apariencia ya no era normal, la de una típica persona. Era un engendro, repleto de líneas azules por todo el cuerpo.
Cuando salía a la calle se cubría totalmente, usando guantes, pasamontañas y capucha. Al descubrir una mañana que su lengua también tenía las marcas, dejó incluso de hablar.
Se refugió en el ostracismo, evitando todo contacto. De vez en cuando se asomaba a la ventana, para observar el exterior. Hacía las compras en forma telefónica y abonaba con tarjeta, así evitaba el contacto con quienes le traían los pedidos.
Sucumbió a la soledad, a la tristeza. Pronto los pensamientos se dispararon en ideas lúgubres. Su resistencia a salir de la vivienda fue su sentencia de muerte. Enfermó de una neumonía y desistió de ir a un médico. Prefería el sufrimiento al trato irracional.
Agonizó en silencio y solo al estar seguro de la inminente muerte, dio aviso a un amigo, en una despedida sin consuelo.
Lo encontraron sobre la cama, el cuerpo deteriorado por los síntomas de la enfermedad. Su piel pálida reflejaba los meses de encierro, actitud que ninguno entendió jamás. Los interrogantes se fueron con su alma.
Ni el ni nadie supo que las líneas azules solo estaban en su mente, cómo todo lo malo que a veces queremos ver.
La Gardenia.
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Nunca había tenido en mis manos una flor de Gardenia, ni imagine que esa
simple flor me llevaría por caminos filosóficos en los que nunca había
tr...
Hace 1 día.
11 comentarios:
Ay... Que pena.
Estaba enfermo, tenia miedo a la sociedad, o a encontrar algo que no quería, o quien sabe que le pasaría para imaginar esas lineas.
Un cuento triste.
Y bello.
No hay cuerpo que no sucumba ante el avance salvaje de un alma enferma.
Muy bueno, Netito.
Abrazo grande
SIL
Uy que cierto. Cuantas veces vemos lo que queremos ver y nos negamos a la realidad.
Excelente.
Un saludo.
mariarosa
Qué buena entrada, cuántas veces la discriminación comienza desde uno mismo, porque la mente ve o deja ver ver, porque se retuerce en historias falsas o no falsas... Por tantas cosas uno se encierra y descubre sus propias líneas azules...
Abrazo
Jeve y Ruma.
LO FELICITO POR LO DE PAGINA 12, CABALLERO !!!!!!!
:)
Cierto: la verdadera enfermedad, dejando al margen el paso del tiempo, arranca a veces del interior marchito y que sucumbe ante la vida...
Aunque al comenzar a leerlo pensé que el individuo se iba a convertir en un extraño errante, con líneas dibujadas por todas partes del cuerpo, ja,ja. Eso me pasa por seguir Olvidados!
Besos!!!
Hola Carla, es una analogía para quienes por temor, se esconden en lugar de enfrentar los problemas. Gracias! Saludos!
Doña Sil, cuando el interior está enfermo, no hay salvación para lo demás. Gracias! Saludos!
Doña Mariarosa, tal como ud lo dice. Nos negamos y entonces, caemos. Gracias! Saludos!
Jeve y Ruma, tal cual, cuando ya es tarde, vemos las líneas azules. Muchas gracias! Saludos!
Doña Sil, muchas pero muchas gracias!
Doña Tinta, ja, la hemos "errantizado" como el amigo Felipe! Ojo con el perseguidor, no se confíe. Ja. Saludos!!
Entonces es verdad que la mente puede enfermar el cuerpo. En este caso, es así. ¡Pobre!
Saludos.
Neto: felicitaciones por tu cuento publicado en Página 12.
Un abrazo.
mariarosa
neto: Flor de metafora! tu cuento me hizo pensar en muchas cosas, como la anorexia. la mente humana es tan maravillosa, pero cuando se te pone en contra, fuiste.
panchuss
Doña Mariela, soy de los que creen que si, aunque esto sea ficción, tiene sus aristas de verdad. Saludos!!!
Doña Mariarosa, muchas gracias!!!
Don Panchuss, es cierto, das un ejemplo muy puntual y doloroso, para quienes la sufren y quienes rodean a esa persona. La mente, en contra, te lleva a la muerte, no hay dudas. O al menos, a una vida de penas. Un abrazo!
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