Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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20 de diciembre de 2010

El dibujante que se olvidó de dormir

Apenas un haz de luz se filtraba por la ventana, colándose como un intruso en medio de la noche. Sin embargo, afuera era pleno día. Pero Colombatti no lo sabía y tampoco le importaba.
Su profesión era su vida, aquello que lo motivaba a confinarse en su habitación, con las ventanas cerradas, música acorde sonando en el pequeño equipo de audio y su mesa de trabajo repleta de colores y hojas, para poder terminar a tiempo, más allá que eso fuese en su caso, difícil de calcular.
Colombatti, que dibujaba desde que tenía uso de razón, solía dar la estocada final de sus trabajos cuando el teléfono empotrado en la pared vibraba al compás de su rechinar tan odiable y alguno de los editores (ya sea del diario, de la revista o la editorial) lo urgía a entregar para tal hora tal dibujo.
Era frecuente entonces la pregunta del dibujante, que comenzaba a morder la parte trasera del lápiz casi sin darse cuenta, sobre cuánto faltaba para la hora mencionada Recién allí, en esos casos, podía tener cierta idea del horario.
Pero mientras tanto, sus manos se movían tan rápido como su imaginación le dictaba, cubriendo de negros, rojos, amarillos, pasteles, azules, verdes y muchos colores más, esas hojas que nacieron inmaculadas, para perdurar impregnadas de fantasía.
Y en ese devenir de las horas, que le eran ajenas, el mundo giraba alrededor casi sin pena, casi sin gloria, como gira a diario, a merced de la eternidad. Colombatti no se daba por enterado, mezclando colores, trazando líneas y sombreando dibujos, rodeado de lo necesario para seguir allí, encorvado sobre su mesa, los ojos bien abiertos y el brazo cansado.
De vez en cuando estiraba sus brazos, movía el cuello de un lado a otro, bebía un vaso de agua, caminaba por la habitación y volvía a su mundo, aquel que despertaba con el solo movimiento de sus dedos.
El reloj de arena que nadie ve, pero que muchos escuchan en algún resquicio del alma, volteaba una y otra vez. Constante. Continuo. Entonces, el teléfono. Colombatti iba hasta la pared, descolgaba el tubo, escuchaba al editor, balbuceaba una excusa que sabía no le creerían y aceptaba de malas ganas que era verdad, que siempre dejaba todo para último momento.
Pero daba batalla y por eso tenía tanto trabajo. El editor sabía que lo terminaría y el mismo era consciente de eso. Colgaba el tubo y se refugiaba en la obra, donde se sentía seguro, en una relación de mutuo afecto, casi entendible, entre creador y creación.
A veces el haz de luz se posaba en un rincón, por unos instantes. Otras, directamente no aparecía. Y afuera, el sol y la luna se turnaban los ciclos, mientras el planeta no detenía su andar. Colombatti tampoco lo hacía, los ojos bien abiertos, el lápiz hecho un demonio entre sus dedos, los colores esperando a un lado, junto al pincel y una jarra de café.
Lo lograba, terminaba el pedido y entonces corría hacia el aparato telefónico y marcaba el número. Ya podían pasar a buscarlo. Alegría efímera, casi irreal. Otra vez el teléfono, otro editor. Y si, tenía razón, otra vez todo para último momento. Y allí iba Colombatti, exhausto, pero aún de pie, erguido para soñar despierto mundos por los cuales otros navegarían. Tomaba el papel, se acurrucaba encima y garabateaba los trazos que luego cobrarían vida.
Sin embargo, los ojos ya no se sostienen. ¿Cuándo fue la última vez que durmió? Ya no lo recuerda. Casi no lo cree posible. ¿Tiempo para dormir? Quería reírse de esa idea, pero la boca se le hacía para un lado. Bebía entonces café y una electricidad renovaba el espíritu. Pero el efecto era cada vez menor, lo sentía.
Le dolía el brazo, las articulaciones, la vista. Pero más aún le dolía la lentitud con la que dibujaba a medida que pasaban las ¿horas?, ¿o eran los días? ¿o las semanas? No lo sabía, tan solo conocía de dibujos y editores al teléfono, uno tras otro, con haz o sin haz.
Entregó otro trabajo, alguien lo pasó a buscar. Ni siquiera le miró la cara. El teléfono otra vez. Fue, escuchó, asintió que si, que había dejado todo para lo último, y regresó. La mesa de dibujo, su hábitat. Sus manos se movieron, pero el lápiz se equivocó. El trazo quedó mal. Los párpados se pusieron pesados, de repente. Pero dio lucha y los abrió.
El dibujo estaba mal. Tomó la goma de borrar y la pasó con ferocidad sobre el papel. La goma fue y vino frenética, y en su viaje pasó por encima de la mano de Colombatti, una y otra vez; entonces el dibujante se percató que se estaba borrando sin darse cuenta. Dio un alarido de susto al verse sin la mano izquierda. Empujó la silla hacia atrás y cayó pesadamente. ¡Tampoco tenía las piernas! No comprendía cómo podía ser, salvo que se hubiese dormido mientras pasaba la goma de borrar. El corazón le latía peligrosamente. Buscó apoyarse en la mesa y todo se le vino encima. Alcanzó a gritar antes de sucumbir bajo las témperas y acuarelas, el papel, el grafito y el líquido corrector.
Fue encontrado gritando de dolor por un cadete de la editorial. En su demencia decía haberse borrado él mismo. Todos lamentaron su destino, pero no pudieron evitar el manicomio para Colombatti, otrora gran artista.
Cuesta escucharlo en aquella habitación acolchada, donde no se filtra ningún haz de luz, gritar a viva voz que por favor lo ayuden, que las paredes ya se le han acabado y no tiene dónde más dibujar. Tiene pánico, terror, vive al borde del abismo. Es que aún no ha terminado y sabe que en cualquier momento lo pueden llegar a llamar.



Dedicado especialmente a esa gente linda que la vida me ha hecho conocer en este último tiempo y que tanto admiro: Felipe Ricardo Avila, Sergio Alvarez, Guillermo Decurgez y Marcos Severi.

16 comentarios:

Decur dijo...

Me dieron ganas de pasarle un cuaderno Rivadavia por debajo de la puerta del manicomio!

Me sentí identificadisisisisimo! jaja

Gracias por la dedicatoria amigo, sos una gran persona!

Abrazote

PD: Científico del día de la independencia!

Anónimo dijo...

jajaja que grande el oficio de este tipo, me hace pensar en varios dibujantes que conozco... jajaja

SIL dijo...

Las pasiones extremas suelen derivar en compulsiones, y éstas últimas en internaciones...
El relato es grandioso.
No hay genio que no resulte víctima de su neurosis.

Le llevaremos a Felipe CDs de Arjona y ensayos de Paulo Coelho para que mitigue la soledad de sus días de encierro.

Abrazos a todos.

SIL

Con tinta violeta dijo...

Bello relato y mas hermoso aun el detalle de rendir homenaje a esos artistas que nos divierten, entretienen e impresionan con su amor por la historieta y los dibus...
Abrazos!!!

PD: Felipe, que bien...creo que el amo Neto ¡por fin! te va a tratar mejor en Navidad...¿te dará fiesta?¿Turrones y dulces?¿mas "plata"? Ya nos contarás...

Nicotina dijo...

Excelente, como que lo veía venir al final, si no se volvía loco, me volvía loco yo.. Jajaja!

Se lo tienen merecido a este fantástico cuento por sus increíbles dibujos, fue un honor haber compartido unos tragos con semejantes bestias...

Un abrazo grande Pipi.. Científico del día de la independencia, jajajajaa, que hijo de puta.. Pero si estás igual!

mariarosa dijo...

Un relato entre belleza y locura.Pobre Colombati, siempre cumplidor, no se merecía ese final.

Excelnte, como siempre.

Un beso.

¡¡Feliz Navidad y Próspero Año 2011!!

mariarosa

Netomancia dijo...

Don Decur De la Flor (genio!), muchas gracias. Y seguro que te sentiste identificado, esa dedicatoria no es en vano! Ja. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo de científico! Jaja.

Don Diego, usted que es de admirar dibujantes, sabe que esto es verdad, hay gente así jaja. Un abrazo!

Doña Sil, si, son escalas intermedias muy difícil de esquivar jaja. Bueno, lleve todo eso, pero no le diga que le advertí. Va a terminar lastimada. Jaja. Saludos!

Doña Tinta, así es, un pequeño homenaje, porque los admiro, no solo a los cuatro que nombro, que son con los que más contacto tengo, sino un montón de ellos, con los cuales muchos comparto ArgentinaCartoon. Saludos!

Don Nico, cómo que estoy igual! Jaja. Y si, puede ser. Qué manera de tomar usted, eh. A Decur le decías Belce y a Belce Decur, cosa de loco! Un abrazo primo!

Doña Maríarosa, a veces hay mucho de belleza en la locura, al final al pobre Colombatti lo terminamos queriendo. Saludos! E igualmente, para usted y todos los seguidores y lectores del blog: FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO!

Felipe R. Avila dijo...

Querido amigo: ¡muchas gracias!
Nos hiciste un cuento especialmente, ¡qué honor!

Aunque pensándolo bien...Señores Decur,Severi, Sergio...¿vieron adónde nos mete Neto?
¡Nos encierra!
¡¡Doña Tinta, sigo encerrado!!

Me gustó la caracterización del dibujante obsesionado por cumplir.

Me hizo acordar de una anécdota que contó Oscar Capristo, un dibujante. Decía: "Cuando el turro éste(refiriéndose al guionista Ricardo Ferrari que estaba a su lado) poné en el guión que atacaron como 10.000 indios a la diligencia, YO SOY EL QUE TIENE QUE DIBUJARLOS!!!! y él pasa a otra cosa con el guión".
Y es así, por eso jorobo con que soy un esclavo de Neto, cuando en realidad me encanta, me da placer dibujar sus historietas.Lo admiro y él lo sabe...por eso si no me gusta algo también se lo digo. A veces lo cambia, a veces no.¡Tampoco voy a tener razón simplemente por decírselo!¿No?
¡¡¡¡Gracias por el cuento,querido Neto!!!!!!

Don Belce dijo...

Gracias Neto!
No sé como serán otros dibujantes, pero me sentí totalmente identificado. Estos últimos días en que estuve dibujando bastante, para los concursos, me pasó lo que dice en su cuento, siempre dejando todo para último momento. No había llamada de editores pero sabía que si bajaba el ritmo no llegaba.
Dibujaba durante todo el día y toda la noche, no me percataba en que momento anochecía, y solo entendía que estaba amaneciendo gracias a los cantos de los pájaros, porque en mi barrio si hay algo que destaca es la cantidad de pájaros y sus cantos.
Llegué a entregar los dibujos siempre con lo justo.
Creo que en su relato, lo que dice sobre dibujantes y manicomios es dedicado al Guille. Todos sabemos que alguien que usa lupa para dibujar, y que habla con bichos está loco. jeje
Gracias amigo, espero que algún día logre tener editores detrás reclamando trabajos.
Abrazos!

Don Belce dijo...

Cierto, jaja, no había leído el comentario de Felipe, eso que cuenta de los 1000 indios es algo que siempre pienso, cuando uno tiene que dibujar guiones escritos por otras personas ocurre eso, mientras que si el guión lo hace uno mismo, va esquivando meterse en ese tipo de líos, multitudes, ciudades vistas desde arriba, son cosas que te llevan cinco veces más dibujar.
Me pasó en el cuento del hombre que no fallaba, del archienemigo mio Neto, insistía en que el guión se debía dibujar siempre con calles de la ciudad atestadas de gente, varias de las viñetas debían ser así.
Ya verán cuando publique esa historieta como lo arreglé. Ja!

Don Belce dijo...

No lo puedo creer, es la primera vez que le gano a Felipe comentando, en cantidad de palabras digo.
Como te quedó el ojo Felipao?

Don Belce dijo...

Jaaa, no había visto el blogo de oro en su membrete Netardo, creo que falleció el muchacho humilde de barrio, o eso era simplemente un capullo, como una crisálida, que dió vida y forma a este monstruo de los pantanos que ahora es.
Jeje, un besito!

Felipe R. Avila dijo...

Querido Ruminant:
Del ojo,bien.Pero del oído mal, porque Sil quiere que escuche a Arjona todo el tiempo.
Y encima que lea a Paulo Coelho...¿Se imagina como voy a quedar?
Otra que el manicomio...

Escuche, Don Belce, este neto no es el mismo, usted tiene razón.Ahora se hizo grabar una chapa y la colocó en la esquina de la casa:"aquí pasaba todos los días caminando y meditando sus futuras creaciones el señor Netomancia! dice el cartelito...¿No será mucho?

Netomancia dijo...

Don Felipe, por eso es lindo hacer el guión, porque uno puede poner en aprietos al dibujante, si uno pidiera un solo indio como malón, además de falta de realidad, no tendría gracia jajaja. Me alegro que el cuento gustara, póngalo bajo el arbolito de Navidad!

Don Belce, je, si, es que fui tomando de cada uno de ustedes cosas para ir caracterizando la situación y el personaje, porque si bien llegan siempre con lo justo, es porque lo hacen a conciencia, buscando siempre lo más cercano a la perfección de una idea.

Ambos dos, que manga de cuereadores che jaja. Sergio, hace tres meses está el logo así, caradura, o no entrás nunca o ni mirás!!!!! Felipe ojo a quién le da de comer ud, que es Belce, recuérdelo jaja. Abrazos!

Severi dijo...

tenía este cuento de hace tiempo pendiente para leer (tardé 5 meses pero lo leí) esto sublime Neto!! Te atrapa y devora el relato!! es admirable la capacidad y el ritmo que tenés para contar una historia.

le metiste surrealismo, y ahí tomó un giro impresionante e inesperado.

muchas gracias por la dedicación, de corazón!! yo sabía que no me podía perder este cuento ni en pedo!!

un abrazo afectuoso

Marcos

Netomancia dijo...

Gracias Marquitos!!! Te esperemos en Villa, en casa tenés lugar para dormir!!! Un abrazo!