Ningún mate tenía el sabor de los mates cebados por Jacinto. No se trataba de una apreciación de unos pocos, sino de una realidad constatada por todos aquellos que por las tardes se apiñaban al costado de la canchita de fútbol ubicada en la última manzana del barrio.
Ese lugar, una especie de club sin puertas, paredes, ventanas, gimnasios, estaba en lo que solía conocerse como la zona pobre de la ciudad.
Poco le importaba esa etiqueta a los que allí concurrían a diario, desde temprano, para organizar los turnos y jugar al fútbol con los amigos o bien, afrontar desafíos contra otras barriadas, o yendo más lejos, organizar torneos de varios equipos, con "fixturi" y todo.
En la canchita, pelada de tanto potrero a sus espaldas, la pelota rodaba todo el día, desde media mañana casi siempre con pibes hasta que última hora de la noche, donde prácticamente en la penumbra (por que no había iluminación alguna) a veces cobijados por la luna piadosa, los más grandes corrían, jugaban, disfrutaban y puteaban por igual.
Pero era la tarde cuando más se disfrutaba. No solo por los partidos que se armaban, mucho de ellos de pierna fuerte y enemistades pasadas, con muchachos que la "pisaban" y solían "dejarla chiquita", haciendo que muchos se preguntaran cómo es que no jugó nunca en algún equipo de la ciudad. No. El fútbol no era el único eje sobre el cuál giraba la canchita.
Se trataba de la rutina del barrio y de otros que caminando o en bicicleta se llegaban desde más lejos. Era llegarse después de la siesta para ya quedarse hasta la hora de la cena, cuando más de uno interrumpía sorpresivamente una charla y pidiendo disculpas corría para la casa, antes que la patrona se enojara por llegar tarde o lo que era peor, quedarse sin comer por ese mismo motivo.
Y dentro de esa rutina ubicamos a Jacinto. Hombre del barrio desde hacía más de dos décadas. Y a pesar de los años, siempre se lo veía igual: cara chupada y alargada, orejas grandes, cabello negro y corto, bigote de antaño y sus ropas habituales, que no salían de camisa desprendida y pantalón arriba del ombligo y las infaltables ojotas, que le daban a la imagen su forma total.
Su casita quedaba apenas a una calle de la canchita, así que se llevaba la pava y el mate ya preparado y era cuestión de llegar que ya tenía a varios ubicándose cerca, porque con él la charla siempre era amena y sus mates, la excusa inevitable para aunque sea, llegarse del otro lado de la cancha a saludarlo.
Y cuando el agua caliente se le acababa, que solía suceder en menos de media hora, no faltaba un pibe que estuviese dando vueltas y se ofreciera a ir hasta la casa o el kiosquito de la esquina a calentar más agua.
Poco sabían de Jacinto, pero era un tipo de conocimientos. Sabía de pesca, de sembrados, del clima, de la ciudad, de los paisanos de la zona, de política, religión y por supuesto, de fútbol. Y estaba abierto a cualquier charla, mientras el mate pasaba de mano en mano y se tomaba hasta hacerlo "cantar" debido a lo rico que Jacinto los preparaba.
Eso si, cuando le preguntaban el secreto de sus mates, solo devolvía una sonrisa y guiñaba el ojo, medio como inclinando el cuerpo, costumbre seguramente ganada en sus años mozos.
Divertido, paciente, jovial. Su llegada era bienvenida y pocos lo veían partir, ya que dado que vivía solo, era uno de los últimos en irse ya entrada la noche y cuando la trama del último partido estaba ya definida.
El ánimo parecía encenderse con su presencia. Y a los primeros que se le sumaban a la ronda, le seguían muchos más, incluso los muchachos que estaban en la cancha ya relojeaban con la mirada en un tiro libre o de esquina que Jacinto ya estaba allí y lo primero que hacían al terminar el partido era ir a saludarlo y "manguear" un mate.
No han faltado aquellos chicos que jugando en defensa, aprovechando que su equipo atacaba, corrieron hasta el borde de la cancha a pedir a gritos un mate. Jacinto por supuesto, no era de negarlos. Eso si, después venía la risa, cuando el mismo jugador tenía que correr despavorido a su puesto viéndole la espalda al nueve contrario que se escapaba solo al gol.
Eran escenas cotidianas de las tardes en la canchita. Momentos impagables, que se compartían muchas veces en el anonimato de los nombres, con el único sello de los rostros como cartas de presentación.
No importaba si llovía, si hacía frío o calor. A lo sumo un abrigo o un paraguas. Pero las tardes eran sagradas, como un ritual no consignado en ninguna parte. El sector pobre era rico en armonía, en saber que allí la vida les sonreiría en forma de anécdota, de fútbol, de diálogo o de mate, sin importar los problemas fuera de esa canchita, ya sea en el laburo si es que lo había, con el dinero si es que lo tenían o en la casa si es que aún no los habían echado.
Por eso, eran varios los que en silencio agradecían ese gesto de Jacinto llevando su mate y compartiéndolo sin pedir nada a cambio o la misma entrega de los pibes en la cancha, ofreciendo un espectáculo sin cobrar un peso de entrada.
Y volver al otro día era una forma de agradecer ya la vez, de sentirse parte de ese lugar donde la pelota no dejaba de rodar y don Jacinto de cebar.
Estrecharle la mano, decirle hasta mañana y recibir como respuesta ese mismo guiño que también correspondía ante cada consulta sobre el modo en qué preparaba sus mates. Todo formaba parte de ese misterioso bienestar que allí se respiraba y que se sentía fluir en la sangre misma, como un bálsamo fresco ante tanta "malaria" dando vuelta.
Jacinto también se sentía agradecido ante tanto cariño. Por eso se quedaba hasta lo último, casi adivinando lo que veía en la cancha. Casi sin charla, porque eran pocos los que estaban y ya se habían hablado todo, pero compartiendo los últimos mates del día, que a pesar de las cebadas, seguía manteniendo el mismo esplendor que los primeros.
Cuando se terminaba el agua de la pava y veía que no había mucho más que hacer, que el partido estaba liquidado y apenas eran dos o tres los que estaban observando, saludaba con un "hasta mañana" bien fuerte y enfilaba para la humilde casita, a una calle de distancia.
Allí se preparaba un nuevo mate, para disfrutar en solitario. Después salía al fondo, donde tenía bien disfrazado su propio invernadero. Dentro crecían hermosas y fuertes plantas de yerba mate cuyas hojas el mismo se encargaba luego de secar, tostar y desmenuzar.
Con cariño las cuidaba y regaba. Lo mismo hacía con las plantitas que tenía en una fila del otro lado, de hojas muy diferentes, más pequeñas y alargadas, escondidas celosamente por miedo al qué dirán. No tanto porque temiera que dijesen por el barrio que cultivaba marihuana, eso no le importaba, lo que si, era que descubrieran aquello que mezclaba con la yerba mate y hacía que sus mates fueran tan codiciados y él, tan popular.
Para amantes y ladrones
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*Clave de lectura:* La escritura como cristal, transparente y oscuro, de
la vida.
*Valoración:* Me gusta mucho ✮✮✮✮✩
*Música recomendada:** La Creación (Vo...
Hace 5 horas.
19 comentarios:
:O
...
Venía relajadísima pensando en qué regionalismo usar en el comentario para ponerlo entre comillas y que estuviera ¨a tono¨ con el relato...
Y me di contra una pared.
Sin palabras...
Quedé ¨tildada¨ y ¨regulando¨.
Te felicito con todo mi corazón.
Sos un gran escritor, Neto.
:O
Un abrazo inmenso.
SIL
¡Neto! Me sorprendiste.
Como siempre muy buen texto.
mariarosa
ya estaba en la nostalgia de las tardes de canchita yendo a ver a mi hermano y sus amigo jugar, pelear, volver llenos de moretones, mate, galletitas, jugo para los no materos y ...un final mortal...
Qué buenos mates!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Jamás nadie e dio a probar un mate, pero tu relato me ha hecho desear una prueba de esa tan deliciosa bebida. Y si me la prepara Jacinto con su poquito de marihuana, pues mucho mejor, imagino.
Un texto precioso en el que, tu facilidad para describir aquello que no se ve, aquello de lo que a penas se habla, queda una vez más de manifiesto. Magistral Neto.
Supongo que la juana en el mate debe saber como mis religiosos sánguches de mortadela del entretiempo de los partidos de la canchita de Fijone en las dos rutas.
Me trajiste un toco de recuerdos. Nuestro Jacinto era don Pérez, a quien le debo un escrito (garroneando ideas...), un personaje tal cual lo mencionaste. ¿Qué tendrian las macetas raras del viejo?
Cébese un amargo con yuyitos, don Neto...
....supongo que todos sintieron un fresquito en la nuca.....recuerdos....
...en mi caso eramos 6 hermanos y el siguiente en edad de poder hacerlo era el encargado de comprar la carne. Cuando el carnicero veia la distraccion de uno ....zas! le metia la carne dura y con grasa....
Eso significaba la ida a devolverla,...y siempre al pasar por la canchita camino a la carniceria ....bueno ...juego un ratito y despues voy.....
La tardecita tirando a noche detonaba la alarma!...ya cerraron la carniceria!....
El asunto era volver con una rumiada escusa y la carne sucia y maltratada por el sol .... y carajo!... ademas perder 1 a cero por escapar un penal!....
Saludos Neto un relato lleno de los detalles que lo hacen sabroso....
Doña Sil, nunca se relaje en mis relatos, le puede sangrar la nariz al final ja! Bueno, al menos el factor sorpresa, en un ámbito que parecía no daba para eso, surtió efecto. Saludos y gracias!
María Rosa! Muchas gracias, siempre es un placer tenerte por aquí! Saludos!
Doña Lascivia, que lindo, potrero, moretones, el olor al pasto, a la tierra, sin dudas que a todos nos trae desde la nostalgia alguna parte de ese pasado que siempre añoramos. Gracias por comentar! Saludos!
Don Luis, la verdad que es una rica infusion, antes me gustaba dulce, con azúcar, ahora lo prefiero amargo, porque da menos acidez jaja. No es difícil prepararlo, puede conseguir un paquetito de yerba en su Madrid querida que se que venden, hacerse de un mate en algún comercio (si está hecho con una calabaza mejor) y buscar en alguna página de internet cómo se prepara o consulte aquí nomás, que no faltará cebador que no pueda ayudarlo. Un abrazo y gracias por sus palabras!
Don Oso, no se cuál sería su secreto con los de mortadela, pero me está tentando a que cuando nos juntemos a tomar unos mates, le pida que me prepare uno. O dos si no es abuso de confianza jaja. Enhorabuena que traje esos recuerdos, confío en que serán volcados en un gran relato de esos que solo vos podés narrar, con todo el entorno de antaño y de ciudad/pueblo que tanto me gustan. Un abrazo!
Don Raúl, siempre le digo lo mismo, pero realmente me alegra ver sus comentarios. Lindas anécdotas cuenta, me imagino el balbuceo infantil buscando la mentira más propicia para poder justificarse ante una (con razón) enojada madre. Aunque como bien dice, a esa edad no duele ese reto, sino haber perdido un partido que sabíamos, no podíamos perder. Pero en la niñez, siempre había revancha y que lindo era o no? Saludos!!!
Me ha encantado el relato Neto. Tiene el gusto sentimental de los recuerdos de la infancia y la juventud (sin mates y con otras costumbres, pero esas tardes de juegos...).
El final está fantástico...nadie debe descubrir el misterio de ese mate tan maravilloso...
Yo sí he tenido ocasión de probarlo, ya que lo preparó una amiga de Córdoba (AR), y me supo algo amargo, pero bueno (y sin maría...)
¿Por cierto que es "fixturi"?
al final conseguiréis que aprenda un montón de palabras nuevas, ja,ja.
Besos.
Paloma.
Voy a leer el relato que nombras en la cabecera.
Doña Tinta, muchas gracias. El mate o la yerba mate de por si es amarga, por eso es que viene en algunos caso el paquete de yerba "suave", de todas formas es una manera muy amena de pasar el momento y compartir charlas, cebando mates y pasándolo en ronda.
Un fixture es un cronograma de partidos, es decir, sería como se jugarían los partidos de un campeonato de fútbol (el orden), comunmente en las canchitas decimos "armemos el fixturi", así como suena jaja.
Saludos y espero que le guste tambén el relato inédito que preparé para esa propuesta.
E-S-P-E-C-T-A-C-U-L-A-R-
ese CALOR AGONIZANTE parido por tu genialidad, Neto.
Te felicito con todo mi corazón (tipo madre con babero...)
:)
Neto, estoy tratando de ponerme al día con tus cuentos después de mis vacaciones. Mientras tanto le iba a pedir a Don Jacinto que me cebara unos matecitos, pero luego de leer tu final, prefiero que mejor no, también por miedo al que dirán.
Aprovecho para felicitarte también por las nuevas menciones recibidas. Sos una máquina de meter concursos. Es admirable! Felicitaciones! Un abrazo
Querido Neto:
felicitaciones por el cuento,
estás entre fontanarrosa y Dolina,
así de grande sos.
"Neto,Netooooooo,
sos el primer
gran escritor"
(estribillo de
"Los muchachos netonistas").
Y como dijo una vez el Oso, laburar a tu lado escribiendo es como jugar con Messi...
Hola!. Mi nombre es Jorge Alcantara y navegando por internet me encontré con tu blog: http://netomancia.blogspot.com/ , y estaba pensando en intercambiar enlaces contigo.
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Gracias por tu tiempo;
Jorge Alcantara
Con razón hacían cantar el mate! Vaya yuyito jaja.
Muy buen relato.
Sos un gran escritor, no solamento nos pintás un paisaje como si fuera un apelícula sino que te las ingeniás para sorprendernos. Un placer
Un abrazo
Espectacular relato Neto, es cierto lo que dice Felipe, estás escribiendo fantásticamente, me sumo a unidad básica Netonista!
Neto, Netoooo...
Qué bueno, hay recuerdos que traspasan mundos, porque enseguida volví a verme de crío en el gran descampado del barrio de mis padres (que ya no existe), donde la pelota corría igual. Aunque sin mate...
Doña Sil, muchas gracias, tanmbién le agradecí en el blog de "Caricias en Verano". Saludos!
Martín, regresaste de las vacaciones! Ya voy a pasar por el Living, que supongo tiene relatos nuevos. Muchas gracias por tus palabras! Y a no tenerle miedo a esos mates, que levantan el espíritu jaja. Un abrazo Martín!
Felipe, jaja, me mató el cantito final. Falta que llegue Bombita Rodríguez de Capusotto. Gracias por tanto elogio, después páseme la cuenta. Un abrazo!
Don Alcantara, he visto el mismo mail en mil blogs, sabe que lo suyo es spam. Es pam reirse digo. jaja. Saludos!
Viviana, muchas gracias. Si todo eso se refleja en el relato, es que el propósito entonces está cumplido. Muchas gracias!
Grande Alvarez, ud agarre el bombo o si le gusta más, la flauta dulce. Jaja. Perdone, la barra de Chaca tiró ideas y se me escapó una. Vio lo que es la presión, no. Muchas gracias y una vez más y para todos aquellos que aún no lo vieron, la mejor historieta cómica argentina hoy por hoy la hace este señor, Ruminant o pa los amigos, Sergio Alvarez. No dejen de pasar por su blog!
Don Mannelig, sin el mate, pero con la pelota siempre rodando. Traspasan mundos, como ud ha dicho. Sin dudas. Un abrazo.
Ja! no había leído esta respuesta suya Neto, yo en mi blog digo algo parecido pero alrevés, que loco, como nos queremos! ji ji
Somos seres conectados telepáticamente jajajaja. Un abrazo Sergio!!!!!!!!!!!
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