Tras el último estertor y la oscuridad inicial, volvió a abrir los ojos, aunque eran otros ojos: las formas cobraron una nueva dimensión, los colores explotaron en mil matices desconocidos y la luz se deshizo en brillantes perlas danzantes.
Y con ellos, observó el mundo y vio algo que estremeció sus nuevos sentidos: los vivos eran los verdaderos muertos.
Un pueblo, allá lejos.
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La rutina de ir a la plaza, sentarme a escribir o dibujar se había
convertido en una necesidad.
Yo había llegado a ese pueblo en busca de paz y e...
Hace 6 días.
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