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16 de agosto de 2016

Tres amigos y un vampiro (cuento infantil)

Cada tarde, Agustín, Germán y Axel se juntaban a jugar en la plaza del barrio, que a esa hora estaba lleno de niños y niñas usando las hamacas, el tobogán, el sube y baja y el pasamanos.
Trataban de llegar temprano, para poder conseguir lugar donde tirar unos penales. Pero ese día, al pisar la plaza, escucharon el sonido de un silbato.
¡Otros chicos estaban jugando al fútbol e incluso uno hacía de árbitro!
Con algo de bronca, decidieron ir a jugar a casa de Germán, que vivía cerca, atravesando la plaza. Al llegar a la esquina, mientras esperaban que pasaran los autos para cruzar la calle, observaron que la vieja casa abandonada de tejas rojas y telarañas en las ventanas estaba iluminada.
Todos sabían que nadie vivía allí. Los amigos se miraron entre sí. Aquello era muy extraño. ¡Pero no era solo luz que se veía a través de las cortinas blancas y desgastadas que cubrían las ventanas! ¡Se escuchaban ruidos provenientes del interior!
- Vamos, acerquémonos para averiguar que pasa – sugirió Agustín, aunque sus amigos no estaban muy convencidos.
Temerosos, los tres abrieron la vieja y oxidada reja del frente. Una escalera descolorida conducía hasta la enorme puerta de madera. Desde el interior no provenía ningún sonido nuevo. Solo se escuchaban sus pasos sobre los escalones.
- ¿Nos imaginamos esos ruidos? Porque ahora no se escucha nada – dijo Axel, arrojando una piedra pequeña contra una de las ventanas.
Pero entonces, claro y fuerte, se escuchó una voz desde el otro lado de la puerta.
̶-¡Vampiro, te atraparé dónde sea que te hayas escondido!
Los chicos pegaron un grito del susto y del salto que dieron, se golpearon con la puerta. Como si eso fuera poco, la gran puerta de madera comenzó a abrirse lentamente.
̶-¡El vampiro! ¡El vampiro! – chilló Agustín, tapándose los ojos.
Pero el que apareció, sosteniendo unos papeles, no fue un vampiro, sino un hombre con unos auriculares en la cabeza.
̶- Chicos, estamos filmando una película acá dentro. ¿Ustedes tiraron la piedra?
Más avergonzados que asustados, los tres amigos admitieron lo hecho.
- Bueno, si prometen hacer silencio y no romper nada, pueden ver el resto de la filmación. ¿Están de acuerdo?
De la emoción Agustín, hizo picar la pelota tres veces en el suelo, Germán silbó con alegría y  Axel… arrojó otra piedra a la ventana.

(cuento escrito para mi esposa Mariana, con el fin de realizar un juego en una clase de teatro para alumnos de 7mo grado)

1 comentario:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

Axel siempre haciendo papelones.
Que interesante de pasar a enfrentar el miedo a ser testigos de una filmación.