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5 de junio de 2016

El desafío

Cada mediodía tras salir del colegio se reunían en los viejos asientos de madera ubicados en la plaza, sobre la avenida principal de la pequeña ciudad. No hacían nada en particular, solo perder el tiempo y alargar conversaciones iniciadas en el horario de clase.
Algunas permanecían de pie, otras en los bancos de madera - incluso sentados sobre el respaldo - y otras se ponían de cuclillas, con las carpetas entre las piernas. El atuendo escolar le confería al grupo cierta unidad visual.
El centro de atención solía ser Helena. Le gustaba hablar y hablar. Podía hacerlo durante minutos sin tomarse pausa alguna. El resto de las chicas dejaba que hablara porque los temas que tocaba eran de los más interesantes: chicos, fiestas y experiencias sexuales. Y si bien estaban seguras que inventaba la mayor parte de lo que narraba, al menos las entretenía.
Paula, por el contrario, era de las más calladas. Se había sumado al colegio ese año y tras cinco o seis semanas de compartir las mañanas había logrado integrarse. Solía permanecer de pie, apoyada contra un árbol, a menos de un metro del banco de madera. Le gustaba comerse las uñas y pensar en Paula era imaginarla siempre con una mano en las cercanías de su boca.
Ese mediodía en particular, algo llamó la atención del grupo. Paula no solo no se estaba mordiendo uña alguna, sino que en lugar de prestar atención a lo que contaba Helena, miraba embobada hacia el centro de la plaza, donde alrededor del mástil principal - que a pocos metros tenía la compañía del busto de un prócer olvidado - se juntaban los varones.
Fue Helena la que - a pesar de estar hablando sin parar - reparó en Paula y detuvo su monólogo.
- Parece que a una que yo sé está enamorando - dijo, con la pizca de ironía justa como para que las demás adolescentes rieran con su frase.
Paula comprendió de inmediato que se reían de ella. No se molestó. En lugar de eso, se acercó al banco de madera.
- No estoy mirando a nadie en particular - dijo antes que alguien quisiera acotar algo.
- ¡Vamos! ¡Decinos! ¿Quién te gusta? -preguntó Florencia.
- Ninguno, en serio - y mirando a una por una, notando la picardía en sus rostros, agregó - Además, no necesito que me guste ninguno para mirarlos, podría salir con el que quisiera.
Las chicas se rieron.
- Bueno princesa, se te subieron los humitos - le dijo Helena poniéndose de pie.
- En serio - se defendió Paula - ¿Querés probar?
- Mmm... - Griselda, siempre fabuladora, se interpuso entre ambas - Acá me parece que Paulita ya anda con alguien y nos quiere hacer caer en alguna trampa. Nos va a decir que va a salir con fulano y después aparece con fulano. Pero en realidad, ya estaba con fulano. ¿Me siguen?
- Elegí vos, dale - Paula la miraba directamente a los ojos - Decime qué chico querés que salga este fin de semana conmigo. Y este fin de semana lo vas a ver.
El grupo volvió a reírse.
- Lo digo en serio - enfatizó Paula.
Helena llamó aparte a Griselda.
- Dale, decile alguien boluda, pero no seas tonta, no le digás uno feo que seguro va a agarrar viaje, hacela difícil, decile el más lindo o alguno que tenga novia.
Griselda asintió en silencio. Su amiga tenía razón. El desafío no podía ser sencillo.
- Quiero que salgas con Humberto - anunció Griselda.
Las adolescentes se miraron entre sí. Humberto era el deseo de todas. Jugaba al básquet en la primera división del club de la ciudad y era titular a pesar de su corta edad. Pero no solo era su carisma y cuerpo atlético. Humberto hacía al menos tres años que tenía su noviecita. Una pelirroja de la escuela privada. No solo era la rivalidad escolar, sino el hecho que Humberto hubiese preferido a alguien de otro establecimiento que a cualquiera de ellas.
Paula dio un paso adelante, estrechó la mano de Griselda y se marchó. Las chicas volvieron a reír y Helena retomó la historia que estaba contando antes de la interrupción. Aunque ninguna volvió a prestarle la misma atención. Todas estaban pensando en cómo haría Paula para superar el desafío.
Durante los días siguientes la mayoría de las chicas trató de seguir de cerca a Paula, con el fin de poder sorprenderla hablando con Humberto. Pero en ningún momento vieron que se acercara al chico. Tampoco se veía a Paula preocupada. Cada mediodía iba con ellas a la plaza y de ahí a su casa. Sus compañeras se preguntaban si haría algo por tratar de lograr lo que había prometido.
El viernes, cuando se estaba yendo, Helena le recordó lo pactado.
- Si necesitás ayuda, avisame, quizá con mi experiencia te pueda dar una mano - le dijo en sorna.
Paula no respondió con palabras. Solo le guiñó un ojo. Luego cruzó la avenida y la perdieron de vista.
El grupo comentaba que Paula se había jactado para no quedar como una cobarde, aunque había voces que afirmaban que solo lo había hecho para no develar el nombre del chico que le gustaba.
El sábado a la noche, que era cuando solían encontrarse en el único boliche de la ciudad, lejos de haberse olvidado del desafío, el grupo de chicas se había puesto de acuerdo para estar temprano en el lugar. Si Paula no aparecía, irían en plena madrugada a su casa a arrojarle huevos a la ventana. Era lo mínimo que se merecía si no cumplía con su palabra. Tenían tres docenas en el maletero del auto del hermano de Florencia.
Pero faltando cinco minutos para las dos de la madrugada, vieron entrar a Paula al boliche. Y no iba sola. Humberto caminaba a su lado, tomado de la mano.
Algunas balbucearon. Otras directamente no podían creerlo.
- ¿Y la noviecita de Humberto dónde está?
- No, esto tiene que ser un arreglo. Se pusieron de acuerdo, a mi no me engaña.
- Seguro le dio plata, para no perder el desafío.
En ese instante, Humberto le daba un beso en la boca delante de todos.
- No creo que Humberto se deje ver besando a alguien que no sea su novia... y lo está haciendo delante de todas.
No hablaron por más de diez minutos. Sus miradas estaban atrapadas en los movimientos de Paula y Humberto, que bailaban, permanecían abrazados y se besaban de tanto en tanto.
Finalmente Helena se dirigió a ellos.
- ¡Paula, que sorpresa! - gritó al verla y luego, mirando a Humberto - ¿Estrenando novia?
Humberto sonrió.
- No diría estrenar, hace cuánto que salimos Paula... ¿Dos o tres años?
- Tres mi amor, tres ¿Ya no te acordás?
- ¡Si vos viniste a vivir este año a la ciudad Paula! ¿Qué decís?
Paula y Humberto le dirigieron una mirada de sorpresa.
- Helena, ¿estás bien? - Paula apoyó una mano sobre su hombro - Vos viniste este año a la ciudad, yo nací acá.
Helena estalló en carcajadas.
- ¡Entiendo! ¡Entiendo! Me están haciendo una broma, me doy cuenta...
La miraron como si estuviera loca y se alejaron hacia la barra.
Helena quedó perpleja. En su interior estaba creciendo rabia y el deseo de asestarle un buen sopapo a Paula. La había hecho quedar como una tonta delante del chico más popular del colegio. Volvió cargando la bronca con el grupo de amigas.
- No lo puedo creer, sinceramente no lo puedo creer...
- ¿Qué cosa Helena? - preguntó Griselda,
- ¡Qué no solo llega con Humberto, sino que además me pusieron de acuerdo para hacerme quedar como una tonta!
- Y con quién querés que llegue, si son novios desde hace años... - dijo Florencia mientras tomaba una gaseosa.
- Y vos de lo que dijiste que ibas a hacer, nada, puro bla bla bla - Griselda se reía.
- ¿Yo? ¿Qué iba a hacer yo?
- ¿Ahora no te acordás? Dijiste que ibas a encararte a Humberto delante de Paula. Si lo hacías, tenías el derecho de cagarnos a huevazos y si no lo hacías, esa suerte la corrías vos.
- ¿Ustedes están locas? ¿Se pusieron de acuerdo con la nueva?
El grupo de amigas comenzó a reír al unísono, como una jauría de hienas. A Helena se le erizó el cuerpo. En la barra, mirándola de soslayo, Paula, que se había puesto un tonto y raro sombrero que terminaba en punta, sonreía. Creyó ver un brillo extraño en sus ojos, un punto rojo incandescente, un destello tan aterrador como real. Para entonces la sangre en sus venas era un solo río helado.

2 comentarios:

El Demiurgo de Hurlingham dijo...

O Helena tiene problemas de memoria, de lo que se aprovecharon sus supuestas amigas. O Paula puede alterar la realidad.
Saludos.

Anónimo dijo...

Alterar la realidad, el comentario de arriba! Por donde andará la hermosa Sil? Con ella quiero alterar la realidad ��