Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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7 de enero de 2012

A través de la pantalla

Las distancias, que tema tan complejo para su corta edad. Pero la vida es tan voraz que, o bien uno se sube al tren o queda por siempre varado en el andén, esperando algo que con el tiempo hasta olvidará de tanto esperar.
Eran muchos los amigos de la infancia y la adolescencia que habían abandonado el pueblo. Cada año sucedía lo mismo con una nueva camada de jóvenes, que albergaban la esperanza de un futuro mejor en ciudades lejanas, cuyos nombres pronunciaban con júbilo en sus bocas, como si estuviesen recitando el sentido de la existencia.
Pero él se había quedado. Era de los pocos.
El destino lo había puesto joven al frente del almacén de su padre, lisiado desde hacía años. Y esa era su función en el pueblo o como él pensaba, su lugar en el mundo. Y estaba bien. Al menos, siempre lo había creído así. Claro que ahora le costaba un poco y la razón tenía cuerpo de mujer.
Se llamaba Estela y se habían puesto de novios el verano último, en ocasión que ella había vuelto al pueblo en sus vacaciones. Estudiaba en una ciudad distante a seiscientos kilómetros. Sus visitas en el año eran esporádicas y para fechas especiales, como ser cumpleaños o fines de semana largos. Pero no siempre podía hacer un tiempo en su agenda, debido al propio estudio.
La distancia, pensaba Andrés, una y mil veces, desde que se despertaba hasta que se acostaba, en la soledad de su cuarto, a seiscientos kilómetros de la mujer que amaba. La puta distancia, solía decirse en el umbral del sueño.
Por esa razón había tenido que sumarse al tren de la nueva tecnología. Reacio a las computadoras, aprendió a usarlas. Ni siquiera para su almacén las utilizaba, le gustaba llevar las cuentas como lo hacía su padre y como antes lo había hecho su abuelo.
Sin embargo, tras cerrar el almacén, comer algo, encendía cada noche la computadora, abría el programa para poder hablar y verse al mismo tiempo, del que apenas recordaba el nombre y diferenciaba de todos por su ícono celeste, y esperaba ansioso que su novia se conectara.
Aquello era un ritual que solo se veía interrumpido si ella tenía un parcial o final al día siguiente. Había comprendido que las tecnologías, si bien no acortan las distancias, las hacen parecer menos dramáticas. Aunque muchas veces se quedaba mirando la pantalla, observando la imagen que le llegaba de su novia y se soñaba atravesando ese cristal hasta corporizarse del otro lado, para luego abrazarla y besarla. Se lo había hecho saber a ella y como era lógico, rieron un buen rato.
Lo extraño había comenzado una semana atrás. Un sábado si mal no recordaba. Estaban hablando y viéndose a través de la computadora como lo hacían normalmente. Ella fue a buscar algo a su habitación y antes que a ella, Andrés observó llegar una sombra al ordenador.
- Estela... - dijo tímidamente - ¡Estela!
El oyó que ella le contestaba desde lejos, casi en forma inaudible. Al cabo de unos segundos apareció casi corriendo y la vio en la pantalla.
- Andrés, que pasa...
- Estella, ¿quién está con vos?
- Estoy sola - dijo riendo - ¿Por qué me preguntás eso?
- Acabo de ver una sombra pasar por el video que me llega.
Ella volvió a reír, no sabiendo si se trataba de una broma u otra cosa.
- Andrés, no hay nadie. ¿Dónde la viste? ¿No habrá sido alguna distorsión en la imagen? Viste que estas camaritas a veces fallan o la conexión se pone lenta...
Finalmente Andrés cedió, no muy convencido. Y olvidaron el tema para hablar de ellos, de lo que sentían, de lo que se extrañaban.
Para la noche siguiente era un episodio barrido de la memoria. Hasta que en un momento dado, no tuvo dudas de lo que veía.
- Estela, veo una sombra de una mano en la pared, date vuelta, mirá, mirá... . - anunció en un susurro.
La joven se sacó los auriculares y giró la cabeza.
- ¿Dónde Andrés? Me asustás.
- Ahí, justo donde estás mirando. ¿Estela, no la ves? Fijate, hasta pareciera que el brazo doblara donde termina la pared.
Andrés observó a su novia levantarse y ausentarse vario segundos. Cuando comenzaba a preocuparse, retornó a su silla.
- Andrés, tiene que ser algún problema en tu monitor. No veo nada y, por suerte debo decirte, tampoco hay nadie. ¡Además de los exámenes que tengo la semana que viene, nadie me acecha, te lo juro! - bromeó ella.
Pero a la noche siguiente el muchacho supo que no era ninguna falla de su máquina, ni de video. Claramente, detrás de Estela, percibía la figura oscura de una persona. Se lo advirtió, pero ella insistió que no había nada. Y para demostrarlo, se movió por el lugar donde él le decía que estaba viendo la forma oscura.
- Pero... - balbuceó vacilando.
- Bien, vamos a hacer una cosa. ¿Sabes tomar una imagen de la pantalla? Bien, te enseño y vemos que aparece.
Con paciencia Estela logró que Andrés capturada una imagen de la pantalla, pero en el archivo jpg que le envió, el video aparecía normal.
- No hay nada aquí querido - sentenció ella y tras eso, no tocaron más el tema, por más que él no dejara de ver la figura en ningún momento.
Los dos días siguiente ocurrió lo mismo. Pero su insistencia solo consiguió el enfado de su novia. Por eso, cuando volvieron a conectarse, ni siquiera lo mencionó. Sin embargo, la figura parecía cada vez más nítida y más oscura. En un momento, al abandonar ella la silla, incluso vio a la forma ocupar el asiento y hasta podía jurar que lo observaba sin ojos atentamente.
Cuando esa noche, tras cerrar el almacén y llamarla al celular, cosa que hacía siempre, para coordinar el encuentro nocturno en la computadora, ella no contestó, una señal de alarma se encendió en su interior. Probó varias veces más, pero no hubo respuesta más que la casilla de mensajes del contestador.
Le envió unos cuantos mensajes, sin resultados en el momento. Un par de horas más tarde, estando ya conectado y esperando que ella apareciera, el ringtone de su celular le avisó que ella había escrito. Eran solo dos palabras: Me conecto.
Resultaban frías a la vista, tanto que le dolió el pecho. Al minuto vio que el usuario de ella aparecía como "conectado". Hizo la llamada y ella atendió.
- Hola Estela mi amor - dijo ganando tiempo, aguardando que ella activara el video.
No hubo respuesta. No hizo falta.
Al encenderse el video dos figuras oscuras, una de un hombre y otra de una mujer, llenaban la pantalla que tenía delante de los ojos.
Aterrorizado, supo que las distancias eran ahora más lejanas que nunca.

7 comentarios:

Sebastián Elesgaray dijo...

Terrorífico y acuciante... Una excelente lectura para antes de dormir... ¡Abrazo Neto! Y Feliz Año, que no te saludé che... :D

SIL dijo...

Pero Netito, portate bien...


:D

Abrazo inmenso a la distancia :DDDD


SIL

mariarosa dijo...

Un cuento de miedito....

Neto muy buena historia, aplausos. Se me cortó la respiración.

mariarosa

Felipe R. Avila dijo...

¡¡¡Felicitaciones por el nuevo premio!!! (Antes que me olvide)Y muy buen cuento como siempre!

Dirección de Cultura dijo...

Ernesto, nos gustaría comunicarnos con vos lo mas pronto posible.

Te dejo el mail de la Dirección de Cultura de Villa Constitución: culturavc@hotmail.com - culturavc@gmail.com

Saludos

Ana Belén Marrochi

Netomancia dijo...

Don Sebastián, felz año! Mientras no tenga pesadillas, lea tranquilo. Un abrazo.

Doña Sil, me porto bien, pero a veces se me escapan cuentitos como estos. Gracias! Saludos!

Doña Mariarosa, bueno, era el efecto buscado! Gracias! Saludos!

Felipe, muchas gracias por la felicitación y me alegro que haya gustado el cuento. Un abrazo!

Ana Belén, mail enviado! Saludos!

Amin Farahani dijo...

Bravo Bravo ��������