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20 de febrero de 2011

El silbido mágico

El abuelo se inclinó sobre la enorme mesa de madera repleta de herramientas, acercando su vista desgastada hasta los destornilladores, buscando la punta adecuada para los tornillos del tractorcito de Martín. Al encontrarlo soltó un "¡hurra!" a todo pulmón.
Martín rió de lo más contento a unos metros, sentado en el suelo, rodeado por sus coches de juguetes, con los que simulaba estar en medio de una gran competencia automovilística. Su abuelo era la versión de boxes de su infancia.
- ¿Tiene arreglo abuelo? - preguntó tras las risas y con voz esperanzada, el pequeño.
- Por supuesto querido, es cuestión de ajustar un poquito por aquí, otro poquito por allá. Y claro, el silbido mágico.
- ¡El silbido mágico! - gritó feliz Martín.
Casi al mismo tiempo empezaron a silbar una melodía alegre. El silbido mágico todo lo podía.
El abuelo se quitó los anteojos y dejó el destornillador en su lugar. Tomó el tractor en miniatura y lo giró en su mano, conforme con el resultado.
- Aquí lo tienes pequeño - le dijo a su nieto mientras estiraba el brazo hacia él con el vehículo en su mano - Listo para ganar esa carrera.
- ¡Gracias abuelo! ¡Sos lo más!
El viejo sonrió, contento. Se apoyó contra la mesa, con los brazos cruzados, mirando al niño con ternura.
Martín hacía sonidos con la boca, imitando los motores, tal los recordaba de las carreras que pasaban por la televisión y que miraban con papá cada domingo.
- Rummm, rummm... - Martín aceleró con la garganta y su mano deslizó el tractor reparado con velocidad superando a un jeep que movía con la otra.
- Cuidado, que no vaya a chocar otra vez - advirtió cómplice el abuelo - Los de boxes se fueron a dormir la siesta.
El niño sonrió al mismo tiempo que detenía a los competidores.
- Abuelo...
Así comenzaba las frases cuando tenía una pregunta en la cabeza. Era un buen síntoma, pensaba el viejo. Inquietudes en la edad justa, como le decía su madre cuando era pequeño.
- Si Martincito, te escucho.
- ¿Por qué mamá no cree en fantasmas?
El abuelo soltó una carcajada. Se esperaba alguna pregunta más comprometedora, pero aquel interrogante le gustó.
- Martín, Martín... por qué crees que puede ser. ¡Porque es adulta! Solo los niños y los viejos pueden creer en fantasmas. Los demás no tienen tiempo de mirar y ver. Solo miran y siguen con sus actividades. Hay que saber observar - le dijo guiñándole un ojo.
- Si, pero le he dicho eso y me ha dicho que no sea tonto.
- ¿Tonto? ¿Te ha llamado así? Si la hubieses visto de pequeña... todo el día preguntando cosas, queriendo saber sobre todo, absolutamente todo. Y jamás le he dicho tonta por preguntar y mucho menos por querer explicarme algo.
- ¿Da bronca? ¿No?
- No te ofusques querido, ella se lo pierde al fin de cuentas.
- Si...
Las bisagras de la puerta del sótano crugieron con suavidad y Martín escuchó los reconocibles tacos de mamá golpeando el viejo piso de material.
- ¿Martín? ¿Estás acá abajo?
- Si mamá, acá estoy.
- ¿Con quién hablabas?
Martín miró a su abuelo con una sonrisa genuina y ahora él fue quién guiñó un ojo.
- Con nadie mamá, hablaba solo, mientras jugaba con mis autitos.

6 comentarios:

SIL dijo...

Netito, qué relato maravilloso!
Es de una ternura infinita y de una delicadeza sublime.

De principio a fin, sin desperdicio.

Ëste gana donde sea
(cualquier carrera en la que lo pongas a competir, hermano)

TK mucho

SIL

Con tinta violeta dijo...

Sencillo y con el punto justo. Me ha gustado mucho Neto. Creo como Sil, que si lo envías a cualquier parte, este es otro premio seguro,
Besos!

Felipe R. Avila dijo...

Neto, ¡excelente!
Aunque dejame decirte que se veía venir el final desde que Martín pregunta si cree...pero eso tal vez me pasa porque soy "Netoadicto", y tal vez sea uno de los mejores cuentos,sí, en eso coincido.La forma sutil en que contás la relación,los diálogos...
¡Ya el principio vale por todo! La comunicación entre dos generaciones, esos secretos,la magia del silbido...
Es emocionante.
Luego,claro, el recurso sorpresa de lo sobrenatural, que como decía antes, me parece que se veía venir.
Pero no me hagas caso, ya desde el título es un relato muy bueno,che.

N.N.U.
(Netoadictos y Netómanos (¿Netomancianos?) Unidos.

Carla Kowalski dijo...

Un cuento tierno, lleno de magia...

Netomancia dijo...

Gracias Sil por tu comentario!!! Veremos de apuntar bien entonces. Saludos!

Doña Tinta, muchas gracias. Bien, agendado para envío, entonces. Saludos!

Don Felipe, las adicciones hacen mal, cuídese! Si, tenía en mente en realidad antes que se publicara, cambiarle el final, por otra versión en mente, pero me olvidé. Luego veré si publico la otra versión. Un abrazo!

Gracias Carla! Saludos!

Armin dijo...

Me hizo erizar la piel el final, genio.