Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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12 de octubre de 2009

Vigilia nocturna

Las luces rojas resplandecían en la noche. Creaban una iluminación falsa y caótica. Los vecinos se agolparon delante de sus casas, observando cada uno de ellos hacia lo de los Juárez. Veían la ambulancia con el motor en marcha, las luces encendidas y las puertas traseras abiertas de par en par. Ninguno emitía opinión alguna. Aguardaban, algunos cruzados de brazos para abrigar el cuerpo, otros con las manos en las caderas, pero todos con la vista puesta en un solo lugar.
La puerta de la casa de los Juárez había quedado abierta. Pero casi no se podía ver hacia dentro. Más de uno debió haber pensado en acercarse más, pero la sensatez prevaleció. Nadie se movió de donde estaba. Tarde o temprano los médicos y enfermeros tendrían que salir y entonces...
Un movimiento. Uno de los enfermeros salió corriendo hacia la ambulancia metiéndose raudamente en la parte posterior. Volvió a verse a los pocos segundos, cargando un maletín verde. Se metió dentro de la casa y ahora, cerró la puerta.
Algunos vecinos cruzaron miradas, cómo preguntándose "qué pasa". Solo hubo movimientos de hombros, expresando el desconocimiento. La pareja de ancianos que vivía al lado de los Juárez estaba en la vereda, prácticamente sobre el cordón que da a la calle. Estaban abrazados y miraban hacia la casa de sus vecinos. Ellos sabían que algo grave había pasado. Se habían despertado mucho antes que llegara la ambulancia. El ruido de vidrios que se rompían había sido el detonante. Se imaginaron que provenía de los Juárez, porque últimamente allí se escuchaba todo tipo de sonido en horas de la noche.
Melisa y su marido, al que nadie en el barrio veía con buenos ojos, también habían salido a la calle. Su casa era la que se encontraba del otro lado de los Juárez. No tenían las paredes lindantes, pero las ventanas del dormitorio daban al jardín de sus vecinos. Si les hubiesen preguntado por vidrios rotos, habrían dicho que no escucharon nada y no habrían mentido. A Melisa la había despertado un alarido. Su esposo no se había despertado, pero no podía fiarse de eso, podía pasarle un tren por al lado que no lo escuchaba.
De las viviendas de enfrente, los que no salieron a la calle al escuchar los disparos, lo hicieron cuando llegó la ambulancia haciendo rugir su sirena. Juan y Esther estaban seguros que nadie abría la boca porque tenían la certeza todos de haber escuchado lo mismo, pero se sorprendería de saber que solo ellos habían escuchado dos disparos de revólver. En el caso de Margarita, que esa noche cuidaba a su nietita, había escuchado lo que le pareció, fue una ráfaga de ametralladora. Los Martínez Gelman firmarían con los ojos cerrados, de ser solicitada, una descripción de los cinco escopetazos que los hicieron saltar de la cama. Y Miranda, la dueña del almacén, estaría segura de discutirle a cualquiera que más que disparos, fueron dos bombas las que escuchó provenientes de la casa de enfrente.
Pero nadie mencionó una sola palabra. El silencio flotaba como una niebla en esa noche fresca, alcanzando una y otra vereda, mientras las luces de la sirena, cuyo chillido había sido acallado al llegar, arrojaban salpicaduras de luz roja hacia todas partes.
El denso corolario de la espera, era el revoloteo de un cuervo de rama en rama, sobre el árbol de la entrada principal de los Juárez. Más de uno lo vio y desvió la mirada, pues no es precisamente un pájaro de buen agüero.
Cuando la eternidad parecía querer apoderarse de la escena, la puerta se abrió. Marchaba adelante el enfermero que había salido antes, llevando consigo el maletín verde. Su bata estaba regada en sangre. Detrás avanzaba otro enfermero, con rastros de sangre en las mangas y el barbijo aún puesto. Detrás, cerrando la fila, el paramédico principal, con un maletín en cada mano. Llevaba el gesto adusto y evitaba levantar la mirada. Uno de los enfermeros metió los maletines por la parte de atrás y cerró las puertas, en tanto los otros dos subían adelante. De repente las luces rojas se apagaron y las sombras se acentuaron en cada rincón del paisaje nocturno. La ambulancia arrancó y la vieron perderse por la calle rumbo a la intersección de la esquina, donde dobló para convertirse en un recuerdo de la noche.
Los vecinos quedaron allí, de pie, observando donde la ambulancia había girado, como hiptonizados. Comprendieron que todo había terminado o al menos, nada había sido tan grave como parecía. Se miraron entre si y algunos hasta se animaron a sonreír, como si compartieran cierta vergüenza por estar a esas horas de la noche esperando en la vereda, en pijamas, sin saber a ciencia cierta qué.
Emprendieron la retirada, lentamente, metiéndose en sus casas. Nadie volteó la cabeza para mirar por última vez. No hacía falta. El calor del hogar los llamaba, la cama los esperaba para proseguir el sueño. Desde la casa de los Juárez una figura observaba por la ventana, corriendo apenas las cortinas. Tenía sangre en la boca y un hueso en la mano. A sus pies, inertes, tres cadáveres vestidos con batas blancas, esperaban su turno para ser devorados.
Afuera, el cuervo chilló por última vez antes de levantar vuelo y confundirse con la noche.

17 comentarios:

Con tinta violeta dijo...

Bueno!!!
Me ha tenido en vilo para saber que había sucedido en la casa. Pensé desde crimen pasional, volencia doméstica...luego dije puede ser casi cualquier cosa...
el final como siempre es lo mejor. Me ha recordado algunas historias de una serie de terror de Hitchcock, que veía hace años en tv.
Slds desde España-
Paloma

nina dijo...

Neto, como siempre terminé metida en la historia, esta vez en pijamas y en la vereda de mi casa frente a una ambulancia. ¡Qué cosas pasan en tus relatos!
Me gustó mucho, como siempre :) .
Un abrazo.
Nina

HUMO dijo...

qué??? cómo????? todos eran canívales en ese barrio??? Dios mio, que HdP sos!!!!!perdón , pero trato de cerrar la boca,jajajaj me rio nerviosamente y me avergÜenzo de no entender o de entender demasiado. cuanto te admiro maestro ...hoy, del suspenso!!!!!

Cariños!

=) HUMO

Raul Avila dijo...

Cuando termine de leer el relato fui a apagar la computadora y sobresaltado vi unas manchas de sangre sobre el teclado....

Buen supenso Neto

Harold Diaz dijo...

Excelente estuve al filo del asiento!

Saludos!

Anónimo dijo...

Aaaaaaaaauuuuuuuuuuu!!!... me encanta!


tan bonitos que son los cuervos y pasan cosas raras a su alrededor.

sabes?, por mi casa hay muchisimos yen esta epoca en la tarde los ves en parvadas que vuelan por todos lados. el otro dia le tome una foto a uno que detuvo su vuelo en la sombrilla de una cafeteria y se veia hermoso con el plumaje divino, le tome la foto y enseguida se volteo y del otro lado de su perfil no tenia ojo y su carita estaba muy lastimada.
Me assto de verlo.


bueno ya... tu cuento esta bien padre,muchisimas gracias por compartirlo.
Te dejo besitos.

Mannelig dijo...

Me pareció estupenda la gradación de lo que cada vecino había oído o creído oír. Al llegar al final, no lo entendí. Hasta que, en la segunda pasada, me di cuenta de que "médicos y enfermeros tendrían que salir", y alguno faltaba en esa lista.

Y luego, de quién (o de qué) era la figura en la ventana... Brrrrr...

SIL dijo...

El cuento es aterrador!!!!!!!!!
El clima está logrado con maestría.
La figura del cuervo...
La ansiedad de los vecinos...
La imagen de la ambulancia estacionada...
El rojo torturante e inquieto de la sirena martillando la vista...
La espera eterna de saber qué pasa...

El cuadro horrendo del ser degustando el hueso...(el último hueso que quedó de los Juárez??)
Los cadáveres de los tres médicos y sus batas blancas...


Puedo confesar por internet que
NO ENTIENDO QUIÉN SE FUE EN LA AMBULANCIA !!!!!!!!!!!!!!!!!!
LOS CÓMPLICES DE LA CRIATURA CANÍBAL VESTIDOS DE PARAMÉDICOS???
;O



Un abrazo.
Fdo:
Tu hermana mayor con principio de alzheimer.

Lisandro dijo...

Yo tengo dos criterios... o son todos canivales, o estan rodeados por una secta haciando sus sacrificios y rituales... me parece que el segundo me cabe mas!!!!
Igualmente, no viene al caso, el asnto es que una vez mas quede atrapado en este cuento.. Un abrazo Neto

Felipe R. Avila dijo...

Afectado por el mismo mal que doña Sil, no llego a entender quienes se fueron en la ambulancia y a quienes se comieron(?) pero lo más difícil de entender para mi mente dormidda es:
1)¿Por qué cada vecino escuchaba algo distinto?
2) ¿cuál sería la explicación lógica?
3)y lo más importante: Neto,¿usted tiene un poco de espuma limpiadora o al menos de Cif Cremoso, para limpiarle la pantalla a Raúl?

Anónimo dijo...

jejeje me río para no llorar, mamita que presión en este relato, ya no sabía q pensar, que podía haber pasado dentro d esa casa, y como siempre, la sorpresa fue apabullante!!!
que terror tan glotón....
un abrazo!

Posmoderna dijo...

Dios mio, y pensar que los vecinos se fueron tan despreocupados a sus casas.

Martín Gardella dijo...

Tengo las mismas dudas que varios acá. Zombies?? Vampiros? Muchas posibilidades en un solo y exquisito relato. Me gustó! Un abrazo

mariarosa dijo...

Una historia que atrapa, muy bien escrita.

sabes crear el terror, vas llevando al lector lentamente a el miedo. felicitaciones.

mariarosa

Fernando Rocchia dijo...

BUENA Y ATRAPANTE, FELICITACIONES!!

Taller Literario Kapasulino dijo...

Interesante cuento Netomancia, atrapante.
Como siempre, un gusto leerlo.

Netomancia dijo...

Hola a todos! Estuve una semana sin conectarme así que no pude ir contestando los comentarios.
En general, por las dudas que quedaron, lo que quise decir o lo que me mostró la imaginación mientras escribía y que por ahí no quedó claro, es que los tres que se van más allá de importar qué eran, son los tres médicos que están muertos dentro, es decir, puede tomarse como que fue una visión que el cuervo envió a la gente, o fantasmas que huyeron, o algo sobrenatural que hará que nadie sospeche y duerma tranquilo, hasta tanto lo desconocido golpee sus puertas...
Saludos y gracias a todos por leer y comentar!!!