La ceguera no es excusa ni el frío una barrera. El niño corre y se inmola. Su vida explota en mil pedazos y las noticias hablan de fundamentalismo y terrorismo.
Mi cerebro se detiene, no quiere oír ni sentir, no quiere ver ni saber. El tiempo se eclipsa a si mismo y veo repetir la escena una y otra vez al punto de creer estar tocando la sangre con los dedos. El niño nunca se detiene en mi visión y la mancha roja jamás cesa su locura. Todo lo inunda, todo lo abarca, sin excusas, sin barreras. Ella gana. Todos perdemos.
El cartonero.
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Caminaba lento, empujando un carro de supermercado cargado con
cartones, botellas y trapos. Cubierto en pleno enero, con lo que habí...
Hace 2 días.
2 comentarios:
Brutal. Me dejó sin palabras...
dura realidad que nos azota, auqnue a veces veamos para otro lado, siempre está en nosotros, en el día a día...
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