Versión con fondo blanco, para ojos sensibles

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9 de febrero de 2008

Decisión

Me sucede muy a menudo que cuando camino por la luz, siento mi interior oscuro. Entonces, me cruzo a la sombra, pero por desgracia cuando lo hago, una especie de ceguera blanca me ataca y destellos furiosos me obligan a salir hacia donde me ilumina el sol. Caminar se convierte en una disyuntiva: el malestar interno o el dolor físico, el sentirme mal o el miedo a quedar ciego. Es así que motivado por razones más que comprensibles, e intimidado a un grado de cobardía inédita en mi persona, he optado por lo más saludable: No volver a caminar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

veamos...
hace tiempo que no "camino" por aquí, hoy vuelvo a este camino cargado de magia, humor y amistad...
me encuentro con la dicotomía platónica luz/oscuridad en las manos de alguien que sabe muy bien como expresar todas lo que nos rodea.
muchachooooo, el tema está en dejar de caminar, tu muy bien los ha dicho, si al final de cuentas con todas nuestras alas podemos empezar a volar no?
te acordás ese cuento del niño ángel que leímos una tarde en tu casa?
como para pensarselo no?
me alegro mucho de haber caido otra vez en esta liga de la justicia blogera!!!
abrazos neto!!!

Anónimo dijo...

Un texto potente, una decisión atroz...
¡Cuánto se puede decir en pocas líneas!
Uno se sigue asombrando. Y no es trivial a esta altura...

Anónimo dijo...

claro está que las vistas que ofrece un camino no son las mismas que las que se generan. esquivar el lado oscuro o la luz nos limitará demasiado, mejor será seguir caminando con una buena antorcha en mano de esas que no se apagan nunca, no?

muy buen texto querido Ernest!
abrazos!!!